El fin del verano nos traía un triste momento histórico para la ciudad de Murcia: tras un siglo abierto, el cine Rex cerraba sus puertas. Esto no era más que un síntoma de la virulenta tendencia anticultura que toma nuestra ciudad.
A la vez que presenciábamos el fin de uno de los faros culturales de nuestra ciudad también contemplamos la cada vez más cercana fecha de apertura de una macrocasa de apuestas a las afueras de Murcia. Apagamos la luz guía de nuestra cultura para encender la mecha de la bomba de las adicciones y el ocio nocivo y corrosivo.
Permítanme que deje a un lado mi pesar por lo que iba a ser el cierre del cine Rex, y que manifieste mi enfado y descontento por la apertura del Gran Casino de Orenes. Muchos son los que defienden este proyecto afirmando que creará cientos de puestos de trabajo, yo les respondo que esos puestos de trabajo son fruto del destrozo y ruina de miles de familias y hogares.
Tristemente, en los últimos años estamos asistiendo a la proliferación de salones de juego por toda España, pero el caso de Murcia es verdaderamente preocupante, hay manzanas en las que encontramos más de tres o cuatro casas de apuestas.
Si observan un poco nuestra ciudad y hacen un breve recuento se percatarán de que actualmente en Murcia hay más casas de apuestas y salones de juego que librerías o cines, por ejemplo.
Actualmente en los barrios es más fácil entrar a un salón de juego que encontrar un museo, cine o librería donde pasar un rato de ocio cultural.
Es sorprendente cómo precisamente es en los barrios obreros o en los de renta media-baja donde más locales de juego encontramos.
Están jugando, literal y figuradamente, con las necesidades de muchísimas familias y personas; se aprovechan de la falta de recursos para vender la falsa posibilidad de salir de esa situación con las apuestas.
Imaginen que viéramos anuncios en televisión que dijeran cosas como: “Regístrate en nuestra web y te regalamos un gramo de cocaína” o “Consigue un descuento en tu próxima compra de hachís bajándote nuestra App”; pues eso es lo que está sucediendo con las apuestas, y el juego genera tanta adicción como las drogas y el alcohol, y es igualmente peligroso.
El posible cierre del Rex y la apertura del Gran Casino es un símbolo de la involución cultural que estamos sufriendo los murcianos. Están transformando Murcia en una ciudad donde su única oferta de ocio y tiempo libre es la fiesta, el consumo desmesurado de alcohol y juego.
En estos momentos me acuerdo de el grito de “¡Muera la inteligencia!” que se profirió en la Universidad de Salamanca ante Unamuno, pero yo respondo lo mismo que hizo él en aquellos convulsos años, venceréis pero no convenceréis.
El fin del verano nos traía un triste momento histórico para la ciudad de Murcia: tras un siglo abierto, el cine Rex cerraba sus puertas. Esto no era más que un síntoma de la virulenta tendencia anticultura que toma nuestra ciudad.
A la vez que presenciábamos el fin de uno de los faros culturales de nuestra ciudad también contemplamos la cada vez más cercana fecha de apertura de una macrocasa de apuestas a las afueras de Murcia. Apagamos la luz guía de nuestra cultura para encender la mecha de la bomba de las adicciones y el ocio nocivo y corrosivo.