Cuando las tropas soviéticas llegaron a Berlín a finales de abril de 1945 sabían que la guerra estaba ganada y el nazismo tenía sus días contados. Se equivocaron. No contaban con el recibimiento de miles de niños y niñas, sabiamente adoctrinados.
Francisco Javier Aspas (Teruel, 1966) cuenta en «Los hijos del Führer» que Hitler siempre le decía a sus enemigos internos algo que helaba la sangre: “Tú no piensas como yo, pero tus hijos ya me pertenecen”. No le faltaba razón. Esos niños y niñas fueron las únicas personas, la única generación, que el nazismo pudo modelar completamente. Un legado que se extiende hasta nuestros días mediante la ‘voz’ del partido de Santiago Abascal: aristócratas y con vínculos con la extrema derecha donde descendientes del general Eugenio Espinosa de los Monteros (embajador de España en el Berlín de Adolf Hitler desde 1940 a 1941); es uno de los principales baluartes de la formación ultraderechista en Madrid junto a su mujer, Rocío Monasterio. Candidata de Vox en las próximas elecciones del 4 de mayo a la Comunidad de Madrid.
Marxismo vs nazismo, intolerancia contra intolerancia, fanatismo contra fanatismo, sinrazón contra sinrazón. Pero no como polos opuestos en un continuo, sino como círculos concéntricos que han terminado solapándose, formando un solo círculo. El círculo del fanatismo y de la violencia dialéctica. El circulo del mercado del opio, del fumadero de las masas adoctrinadas. Las mismas que ven bien que un mes “te vendan” que Vox es Bildu y al otro se alíen para mantener en el gobierno de la Región de Murcia a un López Miras que no sabe a dónde va ni con quién.
Sí hay que romper con “El Pacto Antitransfuguismo”; se rompe. Sí hay que “comprar diputados” que firmaron libremente una Moción de Censura contra el gobierno corrupto del que ya forman parte; se compran. Si hay que trapichear con la cultura; se trapichea. Y si hay que vender la educación pública a aquellos que opinan que los hijos de las madres solteras son “conejos” y los valores democráticos están demás; se vende.
Al nuevo PP de siempre todo le vale. Y nada le importa. Ni siquiera la educación de toda una generación de murcianos y murcianas. Sólo así se entiende que hayan permitido que la ultraderecha acceda a una consejería del Gobierno regional convirtiéndonos no sólo en la primera comunidad autónoma compuesta por un gobierno de tránsfugas y disidentes de Vox; sino también en el primer gobierno autonómico de España al que entra la ultraderecha.
Quizás creas que esto no es tan malo. Pero como profesional del derecho te aseguro que las leyes educativas establecen la importancia y necesidad de educar en valores democráticos tales como la responsabilidad, la solidaridad, la tolerancia, la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, el respeto a la diversidad, el diálogo, la libertad y la pluralidad.
Somos más de cuatro los que consideramos que vetar actividades por “adoctrinamiento” desprestigia la enseñanza pública. Sobre todo, cuando no hay ley sobre la que se fundamente.
Imagina un padre, madre, abuelos o cualquier otro tutor legal que no quiera que los menores sepan nada de la teoría de la evolución de Darwin, del reciclaje porque consideran que el cambio climático es un bulo.
Imagina familias desestructuradas cuyos descendientes no vean en casa la importancia de unos valores de respeto hacia los demás. Menores de progenitores homófobos, racistas, maltratadores (físicos o psicológicos) que necesitan ser educados en respeto y tolerancia. Imagina que por mero interés partidista de López Miras sean privados de una educación completa, a pesar de tener derecho a ella. Imagina una sociedad deshumanizada con nuestros mayores porque en sus casas no vean respeto hacia ellos. Imagina el presidente de un gobierno autonómico capaz de prostituir las instituciones hasta tal punto de vender 5 de las 10 consejerías bajo eslóganes simplones y racistas.
Ni tú ni yo pensamos como ellos. Pero la cultura y la educación de toda una generación será a la carta, porque ahora les pertenecen bajo un nuevo aroma de liberación de lo normativo que nos impone el sanchismo. Y aunque lo consienta un López Miras que ni sabe a dónde va ni con quién; nos tendrán enfrente.
Cuando las tropas soviéticas llegaron a Berlín a finales de abril de 1945 sabían que la guerra estaba ganada y el nazismo tenía sus días contados. Se equivocaron. No contaban con el recibimiento de miles de niños y niñas, sabiamente adoctrinados.
Francisco Javier Aspas (Teruel, 1966) cuenta en «Los hijos del Führer» que Hitler siempre le decía a sus enemigos internos algo que helaba la sangre: “Tú no piensas como yo, pero tus hijos ya me pertenecen”. No le faltaba razón. Esos niños y niñas fueron las únicas personas, la única generación, que el nazismo pudo modelar completamente. Un legado que se extiende hasta nuestros días mediante la ‘voz’ del partido de Santiago Abascal: aristócratas y con vínculos con la extrema derecha donde descendientes del general Eugenio Espinosa de los Monteros (embajador de España en el Berlín de Adolf Hitler desde 1940 a 1941); es uno de los principales baluartes de la formación ultraderechista en Madrid junto a su mujer, Rocío Monasterio. Candidata de Vox en las próximas elecciones del 4 de mayo a la Comunidad de Madrid.