Este año no habrá primavera, ni risas, ni metamorfosis. Se nos ha ido el maestro de los ojos negros, de las manos como palomas, de la fina estampa. El artista de nacimiento y renacimiento. En las tertulias, en la imaginación... Que se dejaba envidiar con amor.
El gran pintor de grandes cuadros grandes, esculturas de oro perfectas y limpias. Decia Walt Whitman: “Para que no notéis mi ausencia, para eso me he preparado largamente”. Y se equivocaba.
Aparecían a mi llamada los tres espadas. Garza, Lolo y Cacho, que eran tres bellezones, y le dieron la vuelta a cerca de cien cartaginesas que se enamoraron como leonas, y los buscaban y buscaban hasta que les olían en la plaza de las Flores. Eran bellos como gintonics modernos.
No tuvieron más remedio que dejar una exposición, “Viva Cartagena”, en la Bizantina. Generosos. Entonces la Baraja Murciana tuvo su cuatro de copas -la tercera era yo-.
Y ya estás en Santa Lucia, el barrio apache, junto al mar, con tu espléndida sirena bronceada, y será durante varios millones de dias. Y anclar mi nave confío, en ese mar que es el mío, solo que de amor mucho más grande.
Dora Catarineu
Este año no habrá primavera, ni risas, ni metamorfosis. Se nos ha ido el maestro de los ojos negros, de las manos como palomas, de la fina estampa. El artista de nacimiento y renacimiento. En las tertulias, en la imaginación... Que se dejaba envidiar con amor.
El gran pintor de grandes cuadros grandes, esculturas de oro perfectas y limpias. Decia Walt Whitman: “Para que no notéis mi ausencia, para eso me he preparado largamente”. Y se equivocaba.