Cuando en 2010 el Atlético Ciudad –lo que quedaba del Club de Fútbol Ciudad de Murcia tras las ideas y venidas de Pina– desapareció, la afición emprendió una ejemplar movilización culminada con una novedosa propuesta de gestión, que importaba para nuestra Región (y también para nuestro país) modelos como el del AFC Wimbledon o la Unione Venezia. Un nuevo club en forma de “accionariado popular” fue la respuesta: los aficionados serían ahora parte directa de la gestión y las decisiones, alejando al deporte de los intereses de negocio. Un club por y para la gente que ya lleva 8 temporadas en pie.
En la forma de gestión de accionariado popular no hay accionistas mayoritarios y los directivos están lejos del prototipo clásico. Ahora, hemos visto como en la enésima crisis del Real Murcia la afición ha vuelto a dar una lección de capacidad de acción colectiva con las pulseras #SosRealMurcia, cuya recaudación ha permitido que los trabajadores cobren sus nóminas atrasadas (solo el pueblo salva al pueblo).
El proceso de ampliación de capital en el que está sumergido el Murcia no puede culminar, de nuevo, en un sistema de concentración del poder, detrás del cual se congreguen intereses económicos. Si de verdad se quiere que el lema “hazlo tuyo” sea real hay aspirar a dar todo el poder, todo el protagonismo, a la afición, de la forma más horizontal y democrática posible.
Es precioso que no nos resignemos a que el Real Murcia desaparezca. Su historia, de casi un siglo, es la historia de una ilusión común frente a las adversidades que, como en el caso del Ciudad, hacen que el deporte de verdad, el que vive la gente corriente, y no el de las grandes corporaciones empresariales, nos vuelva a emocionar.
Atrás tiene que quedar el Murcia más centrado en los pelotazos urbanísticos que en dar alegrías a la afición cada domingo. Este nuevo Murcia, para ser viable, no tiene que tener más dueño que los murcianos, convertirse en un equipo de base popular y transversal, dejar de generar cansancio y desafección, reforzar su envidiable arraigo social. Esta salida permitirá superar las sombras de los procesos de ampliación y de renovación, para poder volver a hablar de fútbol y no de juzgados o tramas cuando pensamos en los pimentoneros.
El fútbol del futuro –no confundir con “fútbol moderno”– no es el de las grandes sociedades anónimas, sino el de los clubs de base, populares y democráticos. Como siempre, toda crisis saca lo mejor de nosotros. Desde la Plataforma de Apoyo y la FEPEMUR, que han conseguido despertar un movimiento ciudadano de solidaridad increíble, hasta el apoyo de eternos rivales o del propio CAP, que incluso ha realizado una donación económica por entrada a la Plataforma. De todo lo malo nos quedamos siempre con la respuesta popular. Por el bien del fútbol: ¡el Real Murcia para la gente!
Cuando en 2010 el Atlético Ciudad –lo que quedaba del Club de Fútbol Ciudad de Murcia tras las ideas y venidas de Pina– desapareció, la afición emprendió una ejemplar movilización culminada con una novedosa propuesta de gestión, que importaba para nuestra Región (y también para nuestro país) modelos como el del AFC Wimbledon o la Unione Venezia. Un nuevo club en forma de “accionariado popular” fue la respuesta: los aficionados serían ahora parte directa de la gestión y las decisiones, alejando al deporte de los intereses de negocio. Un club por y para la gente que ya lleva 8 temporadas en pie.