Se han ido desgranando en las últimas semanas algunas actuaciones del actual Magnífico de la universidad pública de Murcia, o sea, de la UMU, que dicen muy poco de su independencia de criterio y un mucho de su proclividad a dejarse presionar por determinados poderes, mayormente fácticos.
El martes desayunamos con que había encargado un informe sobre el supuestamente controvertido asunto del nombre que la derecha de toda la vida (es decir, de la heredera del absolutismo dieciochesco que cristalizó contemporáneamente en el golpe de estado del 36 y la posterior dictadura de 40 años, cuarenta, que se dice pronto) quiere dar al aeropuerto murciano.
Y resultó que al hombre, el magnífico Luján, no se le ocurrió otra cosa que pedir el informe –– se deduce que para contrarrestar “definitivamente” los escritos de Ángel Viñas y Paul Preston al respecto del inventor Juan de la Cierva–– nada menos que a un gran especialista en… Historia Moderna, la que va desde los Reyes Católicos a la Guerra de la Independencia de 1808 y siguientes.
No se le pasó por el magín al egregio con birrete pedir el informe a algún docto de los bastantes que tiene la UMU en Historia Contemporánea, la que abarca de la última fecha reseñada a la actualidad. Periodo en el que, por cierto, también son especialistas el malhadado Viñas y el al parecer desconocido por estos lares Paul Preston.
Se dice en la pública institución docente que, en el peor o en el mejor de los casos, se lo podría haber solicitado al Departamento de Historia Contemporánea, repletito como está de especialistas en el pasado español más reciente. Y en otros pasados también recentísimos. Simplemente para que se pronunciara como tal área universitaria en su conjunto, que para eso está a la hora de pedir sabias opiniones especializadas, aunque a nadie se le escapa que esa petición hubiera suscitado un profundo y probablemente agrio debate en su seno. Pero es lo que hay y para eso cobran.
El caso es que lo vino a encargar a alguien, el doctísimo en Moderna pero no en Contemporánea Javier Guillamón, quien previamente se pronunció públicamente en una entrevista publicada convenientemente por el diario oficialista murciano a favor, radicalmente, de cristianar el aeropuerto de nuestros murcianos pecados con el nombre del inventor del autogiro, gran aviador e innovador aeronáutico y, a la vez, facilitador del golpe de estado del general Franco, solo o en compañía de otros, y coautor, el volador, digo, de las primeras negociaciones con el régimen fascista italiano para que enviara ayuda militar a los generalotes rebeldes al régimen constitucional y legalmente establecido que el 18 de julio de 1936 era la II República española.
Esta torpeza del magnífico Luján ha causado estupefacción en bastantes ambientes de la universidad pública, ya con cierto regomeyo desde que el rector se declaró vergonzantemente a favor, en una intervención pública anterior, a favor de que el aeródromo recuerde a un golpista activo. Polémica, hay que recordar, atizada y exagerada por el extremo centro arrimado y ex-gobernante, la derecha instaurada desde hace 26 años y la extrema derecha bífida de la que gozamos como peculiaridad regional murciana.
Aparte de los citados ambientes, también es detectable el malestar en el propio entorno de este magnífico que fue afiliado a CCOO. Basta con preguntar, discretamente, a algunos miembros del Consejo Rector de la UMU y quizá, si hay confianza de por medio, se deje traslucir el malestar constatable tras las últimas actuaciones de Luján, más pendiente, hay quien asegura, de cumplir fielmente determinadas directrices del Gobierno Regional que de otra cosa.
Puesto que el informe que el magnífico ex-coco encargó al antiguo presidente territorial de la CAM y cátedro de Moderna ––no confundir con la vacuna–– le fue solicitado por el Ejecutivo de López Miras. Previamente, quedó por el camino, es decir, sin ejecutarse, un acto solemne que se pensaba hacer para que los retratos de los dos rectores que la UMU tuvo en periodo republicano fueran colocados patentemente en la sala donde están todos los magníficos de la institución.
No se sabe muy bien cómo, pero los retratos han aparecido colgados en el lugar que les corresponde, sin que se haya registrado evento alguno para honrar la memoria de aquellas dos personas, Manuel Pérez Xambó y Laureano Sánchez Gallego, cuya entronización se habló de que estaba prevista para el 14 de abril pasado, cosa que no se produjo obviamente.
Y eso que, como corresponde a toda institución pública que se precie, los retratos fueron realizados por los ganadores de un concurso convocado ad hoc con luz y taquígrafos. Los ganadores de la competición, permítaseme la palabra, Alfonso del Moral y Francisco Miguel Pujante, deben estar preguntándose que habrán hecho para merecer este… oscurantismo con sus obras premiadas.
Es constatable, pues, que el regomeyo viene siendo ya viejuno en determinados ambientes universitarios sobre las actuaciones del actual magnífico. Nadie se sorprenda si en los próximos días se ve circular una carta promovida por académicos universitarios o no pidiendo el reencauzamiento de las tomas de postura del rectorado y su adecuación a la anterior y vigente ley de Memoria Histórica y a la nueva de Memoria Democrática aprobada el martes por el Gobierno del Estado español. El detonante de la misiva referida ha sido lo del informe encargado por Luján a Javier Guillamón. Pero hay bastantes más asuntos pendientes. No solo en la UMU. Basta revisar el callejero de algunos de los 45 municipios murcianos para verlo. Vale.