El otro sábado volvía a esas intensas veladas literarias, a esos encuentros multidisciplinares de arte Contemporáneo que desde 2009 se celebran en el local de 'Ithaca Interiorismo' en Orihuela, pergeñadas hasta sus últimos detalles por sus anfitriones Ana Mª Leonís y Javier Catalán. Regresaba con mucha ilusión después del parón de dos años por la pandemia, que aminora, pero no cesa.
Al llegar al vestíbulo de la estación de tren que lleva el nombre del poeta me encontré con un personaje al que distinguí por el alzacuello. Le pregunté: ¿Es usted de Murcia? Y me respondió: ¡Sí! Ya no tenía duda de que era él. Le dije quién era yo y le recordé ese lugar, “La senda de Graná” de su pueblo y el mío: Espinardo. Hablamos un poquito en un tono coloquial. Se sorprendió de no pasar desapercibido. Esperaba a unas personas que llegaban en el AVE. Con una sonrisa, me dijo: “A ver cuando nos llega el AVE a Murcia”. Así me despedí de monseñor José Manuel Lorca Planes, Obispo Diócesis de Cartagena, que estaba en esa “Orihuelica del Señor”, tan cerca de Dios como en bastantes cosas tan lejos de Murcia.
Orihuela también tiene su vidilla cultural, sus artistas y sus escritores. A mí siempre me han encantado esos ambientes. No sé por qué recuerdo ahora aquellas tertulias del jovencísimo Miguel Hernández en la tahona de los hermanos Fenoll. Yo aún pude observar aquellas otras del café Gijón o del Lyón, en Madrid, a finales de los 70. Estos encuentros con periodicidad trimestral, estas veladas que tienen lugar en la calle Sol de Orihuela tienen un gran mérito por ese entusiasmo y pasión que le pone Javier Catalán en esa tarea, que además de abogado es poeta. Por ese espacio han pasado el poeta Alberto Chessa; José Luis Ferris, biógrafo de Miguel Hernández, o los excelentes músicos: Begoña Olavide y Javier Bergia, en distintas ocasiones. Y muchas veces los poetas José Luis Zerón Huguet, Javier Puig y Ada Soriano, el escultor Pepe Rayos o la pintora Eva Ruiz. Aunque el gran anfitrión siempre es Manuel Roberto Leonís, el poeta hernandiano por excelencia, también Paco Illán, dramaturgo, actor y director teatral o Cocó Illán, en su faceta de canción de autor. En esas largas veladas que terminan de madrugada se suele hacer un parón para picotear las viandas que suelen traer para el evento, diversas tortillas, empanadillas, y también obviamente se bebe.
El otro sábado regresaban esos encuentros y se celebraba por todo lo alto esa XXXVI velada con el cartel de la autora: Uryula Puro Arte“, que comenzaba en su apartado de Audiovisual, con un documental de la 10 ultimas veladas. En el apartado de ”Encuentro con autor“ intervenía Antonio Cillóniz, que, entre otros premios, tiene el Premio Nacional de Literatura del Perú en 2019. Se reseñaba el cuadro de Uryula Puro Arte con la intervención de Carlos A. Figueroa Lillo, filólogo y promotor. Y terminaba con la música del cantautor Coco Illán. Sin embargo, para tirar la casa por la ventana, esta vez el lugar elegido había sido el restaurante-bar Juani, a unos pasos del establecimiento ”Ithaca interiorismo“. Las viandas y el servicio exquisito. Unos días antes ya habíamos elegido, entre varias opciones, nuestro primer y segundo plato. Como siempre el postre fue la ya famosa tarta de chocolate, que llevaron los anfitriones. El otro día del sábado no fue un día cualquiera.
El otro sábado volvía a esas intensas veladas literarias, a esos encuentros multidisciplinares de arte Contemporáneo que desde 2009 se celebran en el local de 'Ithaca Interiorismo' en Orihuela, pergeñadas hasta sus últimos detalles por sus anfitriones Ana Mª Leonís y Javier Catalán. Regresaba con mucha ilusión después del parón de dos años por la pandemia, que aminora, pero no cesa.
Al llegar al vestíbulo de la estación de tren que lleva el nombre del poeta me encontré con un personaje al que distinguí por el alzacuello. Le pregunté: ¿Es usted de Murcia? Y me respondió: ¡Sí! Ya no tenía duda de que era él. Le dije quién era yo y le recordé ese lugar, “La senda de Graná” de su pueblo y el mío: Espinardo. Hablamos un poquito en un tono coloquial. Se sorprendió de no pasar desapercibido. Esperaba a unas personas que llegaban en el AVE. Con una sonrisa, me dijo: “A ver cuando nos llega el AVE a Murcia”. Así me despedí de monseñor José Manuel Lorca Planes, Obispo Diócesis de Cartagena, que estaba en esa “Orihuelica del Señor”, tan cerca de Dios como en bastantes cosas tan lejos de Murcia.