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De resaca olímpica

Ahora que se ha apagado la llama olímpica, que la delegación española ya ha regresado a nuestro país y que las televisiones vuelven a ocupar su programación deportiva habitual,-al margen de Teledeporte que sigue emitiendo las competiciones olímpicas en redifusión-, en donde la gimnasia rítmica, el bádminton, la halterofilia, el hockey… tienen que competir con el fútbol que todo lo domina, llega el momento de la reflexión sosegada y serena sobre la realidad deportiva de nuestro país más allá del resultado en el medallero olímpico.

A todos nos gusta ver a los nuestros subidos al pódium mientras se iza la bandera española pero el número de medallas no lo es todo para valorar nuestro nivel deportivo. Somos un país donde prima la heterogeneidad en la práctica deportiva, prueba de ello es que hemos participado en 25 de las 28 disciplinas deportivas que componen el programa olímpico consiguiendo resultados diversos pero estando en la mayoría de ellos entre los primeros diez clasificados.

Nuestro deporte, afortunadamente, ha dejado de ser sólo cosa de hombres. Hemos acudido con menor número de mujeres que de hombres siendo estas las que mejores resultados deportivos han cosechado. Y ya no hablo sólo en términos de cantidad sino que además hemos participado en deportes en donde su práctica no es mayoritaria en nuestro país: bádminton, waterpolo, rugby o hockey hierba son buena muestra de ello. El hecho de que nuestro sistema propicie el acceso a la práctica deportiva en igualdad de condiciones para la mujer y el hombre es un hecho digno de destacar aunque no suficiente, pues aún se deben apoyar desde las distintas Administraciones públicas la conciliación de la actividad deportiva y familiar en términos similares a lo que debería suceder en el ámbito laboral.

La realidad es que nos podemos sentir satisfechos del nivel demostrado por nuestro país en estos Juegos Olímpicos. Pero, ¿a que se debe esto? ¿dónde esta la clave para seguir mejorando? Partiendo que se trata de una pregunta que admite múltiples respuestas, tantas como factores condicionantes, hay un hecho que es incuestionable: la Escuela es la institución que garantiza el acceso de todos a la práctica deportiva.

Si repasamos las edades de nuestros medallistas olímpicos llama poderosamente la atención como casi la totalidad de ellos estudiaron bajo el sistema educativo que estableció la LOGSE. Si, la LOGSE, esa Ley socialista tan criticada desde diversos sectores pero que incluía entre sus fines “la utilización de la educación física y el deporte para el desarrollo personal” y que supuso la dedicación de tres horas lectivas a la semana en la etapa de Educación Primaria y la posibilidad de impulsar la optatividad de asignaturas relacionadas con la Educación Física en Secundaria. Seguramente, las primeras experiencias deportivas que nuestros campeones y campeonas de hoy tuvieron en la escuela sirvieron de algo para engancharlos en la práctica deportiva y, junto con la red de federaciones y clubes, ofrecerles la posibilidad de formarse en las distintas disciplinas deportivas.

La formación de los entrenadores y técnicos deportivos es otra pieza clave. El impulso de las enseñanzas deportivas a través de la LOE, que es la primera Ley Orgánica de Educación que reconoce la validez académica de las mismas, junto con la ordenación de la Educación Universitaria Superior y la reconversión de los extinguidos Institutos Nacionales de Educación Física en Facultades de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte ha tenido mucho que ver en los resultados obtenidos. La cualificación profesional es otro de los aspectos a tener en cuenta. Ahora se debe avanzar hacia su reconocimiento laboral por medio de políticas que propicien el acceso al mercado laboral en materia deportiva de profesionales cualificados.

Y con todo esto, ¿qué panorama nos encontramos de cara al futuro? La inversión en el deporte es algo que tiene que venir con políticas a medio-largo plazo. En la actualidad nos encontramos con sistema educativo regulado por la LOMCE que ha supuesto una disminución del número de horas semanales de Educación Física en Educación Primaria, desaparición de la optatividad en Secundaria e inexistencia de horas destinadas a la actividad física-deportiva en los ciclos de formación profesional básica. A esto le sumamos una disminución de las subvenciones a las federaciones deportivas, un plan ADO que requiere su actualización y revisión en el que los resultados deportivos no sean el único factor para acceder a las ayudas públicas y una modificación de la Ley del Deporte que permita adaptarnos a los nuevos tiempos.

En lo que respecta a la Región de Murcia, se ha hecho historia con la medalla de plata de la jugadora de baloncesto Laura Gil que iguala la conseguida por Antonio Peñalver hace 24 años en los Juegos Olímpicos de Barcelona, lo que nos da una magnitud de lo difícil que es conquistar la gloria olímpica; la participación de Alejandro Valverde en la final olímpica de ciclismo en ruta y la doble participación en las dos modalidades de marcha atlética de Miguel Ángel López. Sin olvidarnos de aquellos que han formado parte de los distintos cuerpos técnicos, casos de José Antonio Carrillo en atletismo o Raúl Gómez como jefe de equipo de la selección femenina de hockey hierba.

Dentro de cuatro años seguro que mejoraremos los resultados y serán más los deportistas murcianos que se unan a la delegación olímpica española pero no pensemos sólo en Tokio 2020. Vayamos más allá, y pensemos en los juegos olímpicos de 2030, 2034 y 2038 en adelante porque es ahora cuando nos estamos jugando nuestro futuro deportivo.

Ahora que se ha apagado la llama olímpica, que la delegación española ya ha regresado a nuestro país y que las televisiones vuelven a ocupar su programación deportiva habitual,-al margen de Teledeporte que sigue emitiendo las competiciones olímpicas en redifusión-, en donde la gimnasia rítmica, el bádminton, la halterofilia, el hockey… tienen que competir con el fútbol que todo lo domina, llega el momento de la reflexión sosegada y serena sobre la realidad deportiva de nuestro país más allá del resultado en el medallero olímpico.

A todos nos gusta ver a los nuestros subidos al pódium mientras se iza la bandera española pero el número de medallas no lo es todo para valorar nuestro nivel deportivo. Somos un país donde prima la heterogeneidad en la práctica deportiva, prueba de ello es que hemos participado en 25 de las 28 disciplinas deportivas que componen el programa olímpico consiguiendo resultados diversos pero estando en la mayoría de ellos entre los primeros diez clasificados.