El pasado mes, desde Oxfam, señalábamos como el 1% más rico del mundo ya posee tanta riqueza como el resto de los habitantes del planeta, pero ¿cuáles son las caras tras esta cifra? Una de ellas, Bill Gates —en primera posición, según la revista Forbes—, declaraba lo siguiente sobre la desigualdad fiscal: “Estoy de acuerdo en que suban más (los impuestos) para los ricos que para el resto; eso es simplemente justicia”. Además, él mismo considera que no está pagando lo suficiente. Tras él, ocupan el 'top 10': Carlos Slim, Warren Buffet, Amacio Ortega, Larry Ellison —top 5—, Charles y David Koch, Christy y Jim Walton, y Liliane Bettencourt.
Aunque la reflexión de Gates puede resultar chocante por ser quien es, no es de extrañar que el empeño por mantener un sistema económico que cada año se demuestra más salvaje y desigual suscite estas reflexiones. Sin embargo —incluso si obviásemos el capitalismo salvaje que domina actualmente todo el mundo— si no existiese tanta connivencia por parte de los gobiernos sería posible controlar e impedir la fuga de capitales, y tener así suficientes fondos para conservar sectores básicos como la sanidad, la educación o la protección social.
Oxfam estima que cada año los países en desarrollo pierden al menos 100.000 millones de dólares por abusos fiscales de grandes transnacionales, tanto por la evasión y elusión fiscal como por los incentivos discrecionales concedidos a algunas grandes empresas. La Unión Europea deja de recaudar cada año por la evasión y la elusión fiscal un billón de euros, el equivalente a dos veces el gasto público en salud de sus 508 millones de habitantes. En España, el fraude fiscal anual es superior a todo el presupuesto público en sanidad.
Esta mano blanda y permisibilidad con los más ricos es la que hace que una persona vaya a la farmacia y no pueda acceder a los medicamentos que necesita, mientras que en ese mismo momento otra se está dando un homenaje en un yate adquirido gracias al dinero recaudado de personas como la que entraba a la farmacia. O que exista una clase con 50 alumnos debido a los recortes que el gobierno se ha visto obligado a hacer, ya que el dinero destinado a esa partida ha acabado en las arcas de otra persona que ya las tenía más llenas que nadie.
La evasión y elusión fiscal de las grandes corporaciones tiene un coste en vidas humanas y amenaza la capacidad de los Estados a la hora de poner en marcha políticas que reduzcan la desigualdad, luchen contra la pobreza y garanticen la dignidad de las personas. Los privilegios de unos pocos son sacrificios para el resto de la ciudadanía.
La responsabilidad mayor es de los gobiernos, que pudiendo optar por cortar de raíz estas prácticas e imponer sanciones a los que intencionadamente burlan los límites de la ley o exigir mayor esfuerzo a los que más tienen, se rinden aparentemente ante la presión que éstos puedan ejercer o el temor a la movilidad del capital.
En el contexto actual de crisis, estas prácticas generan una inmensa frustración social. La ciudadanía no entiende que mientras se recortan derechos o se exige un mayor esfuerzo a quienes menos tienen, los gobiernos no sean implacables a la hora de frenar las fugas injustas y desleales de recursos.
Por eso necesitamos tu ayuda para, juntos, ejercer presión a los gobiernos para que actúen eficaz y contundentemente contra estas prácticas injustas y desiguales, llevadas a cabo por organismos o personas que ya de por sí se encuentran en una posición económica mejor.
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