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Sálvese quien pueda

El acelerón del magistrado Manuel Abadía al caso Novo Carthago, después de la asunción por parte del Tribunal Supremo de la parte del asunto que tiene que ver con la aforada Pilar Barreiro, ha levantado ampollas en el entorno del que ha sido en las dos últimas décadas el ‘mandamás’ de la Región, Ramón Luis Valcárcel, aupado al sillón de San Esteban por las urnas mayoría absoluta tras mayoría absoluta, al extremo de haberse ido del principal despacho de la comunidad cuando ha querido y sin que nadie lo eche.

Ahora da un nuevo golpe de mano –según cuenta Ángel Montiel en la Opinión-, y no parece estar dispuesto a que después de una biografía política tan “brillante”, venga un juez a tocarle de cerca investigando a su familia, el viaje de novios de su hija o las empresas de su cuñado por poner un ejemplo.

 

De eso nada, así que al grito de sálvese quien pueda, el todavía presidente del PP en la Región de Murcia ha tocado a arrebato y nada menos que se le ha ocurrido para intentar alejarse de la quema, invitar a su fiel lugarteniente Antonio Cerdá, después de dieciséis años en el Gobierno, a decir aquello tan manido de “dimito por motivos personales”.

En este caso va a llevar razón, claro que no serán los suyos, sus motivos personales, los que le pongan fin a su trayectoria política. Serán los del que manda, siempre lo ha hecho y es posible que en todo y en todos. La sombra del Ramón Luis es alargada. Además tiene cerca a quien le aliente para llevar a cabo operaciones de este calado. Es el caso del cuñado del que se marcha, Vicente Martínez-Pujate, que muy probablemente sería el que le hubiera dicho “Antonio tienes que hacerte el harakiri”

El acelerón del magistrado Manuel Abadía al caso Novo Carthago, después de la asunción por parte del Tribunal Supremo de la parte del asunto que tiene que ver con la aforada Pilar Barreiro, ha levantado ampollas en el entorno del que ha sido en las dos últimas décadas el ‘mandamás’ de la Región, Ramón Luis Valcárcel, aupado al sillón de San Esteban por las urnas mayoría absoluta tras mayoría absoluta, al extremo de haberse ido del principal despacho de la comunidad cuando ha querido y sin que nadie lo eche.

Ahora da un nuevo golpe de mano –según cuenta Ángel Montiel en la Opinión-, y no parece estar dispuesto a que después de una biografía política tan “brillante”, venga un juez a tocarle de cerca investigando a su familia, el viaje de novios de su hija o las empresas de su cuñado por poner un ejemplo.