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A mi señal, ira y fuego

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Después de una legislatura trabajando lo justo y con nulos resultados prácticos en donde gobiernan, las derechas surgen de la niebla para afrontar (relinchos, soldadesca, montaña, vellón de cabra sobre las espaldas), la que debe ser la semana última de 2022 para los “populares”, (luego empiezan su puente interminable y sus fiestas entrañables):

1 López Miras se echa una foto en un despacho, en magas de camisa, con un bolígrafo en la mano (sujetado por la punta que no pinta, debe ser la falta de costumbre). Ballesta propone 200 cosas para la capital del Segura, todas las cuales (oh) implican a alguna empresa de construcción.

2 Margallo se dirige a murcianos y murcianas para pedir que votemos contra Pedro Sánchez, Presidente de España, en una especie de... plebiscito (¿¿¿???).

3 Campuzano, Consejera de Educación regional, nos señala, de pronto, que estamos en una “encrucijada en el devenir [de España]”. Se refiere a las elecciones del 2023, como más adelante nos aclara. No se refiere a la pandemia, ni al volcán, ni a la pobreza en la Región (más del 60% de los habitantes no cobra ni mil euros al mes, nos encontramos, por tanto, en uno de los sitios más pobres de Europa). Que una persona haya traicionado sus ideas y a sus propios compañeros, cambiando su voto por un cargo de Consejera tampoco lo considera una “encrucijada”.

Estos tres hechos nos indican que el PP ha comenzado su campaña electoral con un claro lema (concretamente el del gladiador interpretado por Russell Crowe): “A mi señal, ira y fuego”. Ira y, sobre todo, fuego ha desatado el PP contra (y ojo, solo contra) el Gobierno de coalición. Como si Cieza, Molina, Lorca o Cartagena no existieran, como si López Miras, Luengo, Campuzano o Valle residieran en un ático de Calle Jorge Juan, el PP se dirige, con todo su potencial, contra el Gobierno de España.

Han apartado metafóricamente, como con la punta de su pie (ellos quisieran hacerlo con la punta de su espada), para no mancharse, los problemas de su casa (de la que debiera ser su casa: esta Región) y se dirigen contra Pedro Sánchez.

El presidente López Miras y Ballesta han elegido la manera más calmada y ‘feijooísta’: retratarse trabajando, quizás un poco tarde para arreglar los problemas seculares de Región de Murcia, expresados por la ciudadanía en la manifestación del 9J. Margallo ha elegido la ira reflexiva: el plebiscito, la protesta en forma de voto contra el Gobierno central, pidiéndonos a los que vivimos aquí que olvidemos nuestros problemas, nuestra pobreza, incluso a nuestros muertos esperando una operación en la Arrixaca, a nuestros niños enfermos por cánceres fácilmente evitables en Sierra Minera... Eso nos pide Margallo. Nuestros muertos y muertas. Olvídenlos, dice; voten contra Sánchez.

Pero es la consejera Campuzano, en un artículo plagado de “españas” y de “naciones” (como si el castellano no tuviera sinónimos para referirse al terruño amado en el cual vivimos), la que elige el fuego a discreción. Primero nos advierte que “el Gobierno de la nación actúa al dictado de las fuerzas que pretenden la disolución de nuestra nación”, en un párrafo mal escrito que necesita algunos pronombres para evitar repetir palabras. A renglón seguido, entregada a un verbo colérico y cataloñizante, confiesa que se dispone a cometer un delito de sedición: incumplir una Ley dada por Las Cortes españolas. De ahí a que Rajoy nos envíe el barco de Piolín, median dos días.

Exageraciones, ira, grandilocuencia, sedición. Instituciones, personas y partidos que llevan años sin dar un palo al agua (el curso empezó sin que la Consejería de Educación tuviera listo el año escolar) y que de pronto, se yerguen de sus sofás y se ponen trágicos, como esos personajes ebrios, solitarios, trágicos de las tabernas que sin sentido se ponen a dar voces de modo absurdo contra fantasmas que solo ellos ven.

Fantasmas de una niebla que parece afectar solo a los candidatos “populares” porque los problemas de la Región no son culpa de Madrid, sino de 28 años de Gobierno regional del PP, empecinado en dar nuestros impuestos a empresas privadas, decidido a dejar que nos pudramos en la incultura y la contaminación, e incapaz de dar un golpe en la mesa por la Región cuando llegan al Congreso.

En realidad, lo que dice Russell Crowe en el film Gladiator es: “At my signal, unleash hell”: “A mi señal, desatemos el infierno”. Envueltos en los fantasmas de épocas pasadas (cuando el concepto 'nación' era un saurio ciclópeo y avasallador), inmersos en la niebla de sus redes clientelares, el Partido Popular avanza hacia los circos pretéritos.

Después de una legislatura trabajando lo justo y con nulos resultados prácticos en donde gobiernan, las derechas surgen de la niebla para afrontar (relinchos, soldadesca, montaña, vellón de cabra sobre las espaldas), la que debe ser la semana última de 2022 para los “populares”, (luego empiezan su puente interminable y sus fiestas entrañables):

1 López Miras se echa una foto en un despacho, en magas de camisa, con un bolígrafo en la mano (sujetado por la punta que no pinta, debe ser la falta de costumbre). Ballesta propone 200 cosas para la capital del Segura, todas las cuales (oh) implican a alguna empresa de construcción.