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Si no podemos salvar el Mar Menor, lo vengaremos

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El pasado domingo día 5 de junio fue el Día Mundial del Medio Ambiente. Como todos los Días Mundiales es una ocasión excelente para los lavados de cara y la limpieza de conciencias de grandes empresas y corporaciones, y también de muchas instituciones. En la Región de Murcia este día debería tener un significado especial; no en vano, somos la Comunidad Autónoma que más amenazas discierne en el medio y largo plazo con el cambio climático. No obstante, nuestra condición no nos ha impedido carecer de una legislación climática específica como sí la tienen Andalucía, Catalunya y Baleares.

Podríamos desgranar aquí una a una todas las razones por las cuales deberíamos haber hecho del pasado domingo nuestra toma de la Bastilla particular y depurar todas las responsabilidades oportunas en lo que al ecosistema regional se refiere, pero para esos asuntos ya tenemos al CSIC y la Universidad de Murcia.

Tenemos un mar muerto a las orillas de Los Alcázares, desde Mar de Cristal a San Pedro del Pinatar. Y aún no se ha hecho nada. Los sucesivos gobiernos del Partido Popular se han encargado de dar la puntilla a un Mar Menor que venía advirtiendo su colapso desde los años ochenta, y posan en fotografías y publican mensajes en redes sociales muy preocupados por la situación… mientras culpan al Gobierno central.

Una de las desventajas de vivir en un Estado descentralizado como lo es el Estado Español es que el reparto de competencias no está claro si no se revisa la Constitución y los Estatutos de Autonomía, por lo que el público general es fácil de engañar. Y no se engañen, aquí el Gobierno central tiene una responsabilidad, y es no haber aplicado el artículo 155 para tomar las medidas necesarias para afrontar esta crisis que se viene y haber apartado a los ultras anticiencia y negacionistas del cambio climático del Gobierno Regional. El resto se lo debemos a una buena parte del lobby agroalimentario y a la inacción desde San Esteban, amén de la laxa regulación de embarcaciones y vehículos a motor en la laguna y un sinfín de despropósitos que rozan el esperpento.

Hay que volver a avivar los fuegos de las manifestaciones de años anteriores. Hay que extinguir los debates estériles sobre el reparto de culpas y dar un golpe definitivo sobre la mesa. El Mar Menor está prácticamente perdido; muy poco puede hacerse ya para devolverlo a un estado de conservación mínimamente decente, se avecina otra anoxia. Se avecinan más episodios de gota fría. Y nada, repito, nada, ha sido suficiente. Es la hora de tomar partido, de acabar con el ecocidio y los terroristas medioambientales que nos han llevado a este punto. Hay que expropiar tierras. Hay que llevarlos ante la justicia. Porque si no podemos salvar el Mar Menor, lo vengaremos.

El pasado domingo día 5 de junio fue el Día Mundial del Medio Ambiente. Como todos los Días Mundiales es una ocasión excelente para los lavados de cara y la limpieza de conciencias de grandes empresas y corporaciones, y también de muchas instituciones. En la Región de Murcia este día debería tener un significado especial; no en vano, somos la Comunidad Autónoma que más amenazas discierne en el medio y largo plazo con el cambio climático. No obstante, nuestra condición no nos ha impedido carecer de una legislación climática específica como sí la tienen Andalucía, Catalunya y Baleares.

Podríamos desgranar aquí una a una todas las razones por las cuales deberíamos haber hecho del pasado domingo nuestra toma de la Bastilla particular y depurar todas las responsabilidades oportunas en lo que al ecosistema regional se refiere, pero para esos asuntos ya tenemos al CSIC y la Universidad de Murcia.