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Un socialista toma la palabra

Es cuando ocurren acontecimientos, que podríamos denominar impuros, cuando parece que todo está ya escrito, cuando se han pronunciado las penúltimas palabras. Es especialmente ahora en este golpe palaciego de barones, baronesa y comités federales. Es como digo ahora,   cuando un socialista me dice que se ve obligado a tomar la palabra. Un militante, algo cansado sí, pero con la mirada transparente y el paso firme, que aun recuerda como suya y amiga su propia juventud y que me hizo llegar esta carta una tarde de domingo.

“Estimado Secretario General,

Como tuve ocasión de anticiparte, tras una profunda reflexión, quiero transmitirte mi decisión de abandonar el PSOE, tras como sabes, muchos años  de militancia.

No solo los lamentables hechos acaecidos en el Comité federal del pasado sábado, unido a todos los momentos y declaraciones previas que, en mi opinión y de manera absolutamente ilegítima,  ha desarrollado una buena parte de de los dirigentes territoriales de nuestra organización contra la Dirección nacional, me conducen a ello.

La lucha titánica de Pedro Sánchez en una contienda electoral tras otra solo ha merecido gestos de desprecio, de cuestionamiento, de rendición de cuentas…¡cuánto calor, cuánta fraternidad, habrá echado en falta por parte de los y las lideres territoriales, quién sabe si mas interesados en un descalabro electoral que en la mejora de las posiciones electorales de nuestro Partido!

Desde el mismo momento en que Pedro Sánchez ocupó la Secretaría General del Partido, las deslealtades y avisos hacia  él mismo han sido permanentes por parte de diversos líderes nacionales y regionales, con la connivencia, el silencio y la complicidad de ex dirigentes relevantes de nuestra organización, hoy en muchos casos dedicados a la alta participación (que no gestión) en empresas privadas, por cuyos intereses económicos velan a diario.

La actividad desplegada por parte de todos ellos en el acoso y derribo del líder que la militancia en un libre, concurrido y disputado proceso de primarias, fue elegido, pone al descubierto el desprecio continuado a esa misma militancia por una parte significativa de sus élites, cuando no la evidencia de oscuros intereses personales inconfesables.

Entiendo que estas maniobras palaciegas, desconectadas de la realidad social, persiguen en última instancia la abstención ante una hipotética investidura del Sr. Rajoy Brey. Objetivo que yo  bien pudiera estar dispuesto a compartir por muchas razones en las que no voy a entrar, pero discrepo radicalmente de los modos y procedimientos empleados, plagados de traiciones, intoxicaciones y espurias excusas, como todos sabemos. Así no.

Por tradición familiar, por coherencia y por sentido de la decencia me declaro radicalmente incompatible con estas actuaciones, con las personas que las han mantenido o auspiciado, con aquellos y aquellas otras que, cargadas de ignominia por razón de la responsabilidad que ostentan, su único papel ha consistido en ejecutar órdenes dadas desde Sevilla, Badajoz o, por decir algo, Toledo o Valencia.

Por todas estas razones y muchas más, doy por concluida mi pertenencia al Partido Socialista Obrero Español. No tengo ninguna esperanza, ni la más remota, de que sucesos tan vergonzosos como los vividos no vayan a repetirse en el futuro, teniendo en cuenta sus protagonistas, las posiciones de poder que están tomando en el Partido y, sobretodo, los poderosos a los que sirven, a los que les deben todo o casi todo a la vista de su escandaloso vacío intelectual y profesional.

Recibe un fuerte abrazo y mi amistad más sincera“.

Es cuando ocurren acontecimientos, que podríamos denominar impuros, cuando parece que todo está ya escrito, cuando se han pronunciado las penúltimas palabras. Es especialmente ahora en este golpe palaciego de barones, baronesa y comités federales. Es como digo ahora,   cuando un socialista me dice que se ve obligado a tomar la palabra. Un militante, algo cansado sí, pero con la mirada transparente y el paso firme, que aun recuerda como suya y amiga su propia juventud y que me hizo llegar esta carta una tarde de domingo.

“Estimado Secretario General,