“Amigas, ¿hacemos cena de San Valentín en plan vamos a morir solas y fantasía? JAJJAJAJAJJAA”
Recibo este 'whatsapp' un miércoles 6 de febrero de parte de mi amiga Sara.
Y así comienzan los Sushi Drama. Pero, ¿qué es un Sushi Drama?
Para los no versados, un Sushi Drama constituye una ABRO COMILLAS reunión o encuentro entre amigos/as para aglutinar alimentos japoneses y analizar las miserias que componen nuestro marco vital CIERRO COMILLAS. O dicho de otro modo, una cena en la que cuatro SOLTERONAS nos ponemos hasta arriba de arroz y salmón para llenar el agujero negro que tenemos por corazón.
Que SOLTERONAS esté en mayúsculas no es algo casual: para disfrutar de un Sushi Drama en condiciones debes ajustarte a los códigos de la soltería. Si no, solamente eres una mujer de bien cenando sushi. Y eso no nos gusta. Si quieres ser digna de un Sushi Drama debes ser capaz de trabajar y perrear cuando toque.
Mi círculo de amigas dramáticas lo compone un grupo de mujeres con edades comprendidas entre los 25 y 29 años. La de 29, por cierto, soy yo. Como buenas dramáticas que somos, entremezclamos la tempura y el sashimi con historias pasionales de fracaso y amoríos que harían sonrojarse a la mismísima Corín Tellado. A medida que el arroz se enfría, la confianza termina por eliminar cualquier atisbo de pudor y a nuestras historias de decepciones amorosas se suman las de fracasos sexuales. Y ahí es donde entra la fantasía.
Historias donde lo único picante es el wasabi: mareos, vómitos, desmayos, pies, yonkis, borracheras, boas de colores, machirulos…
Hay quien dirá: “Pues no es para tanto, yo y mis amiguis nos contamos lo mismo de cerves”.
¡Pero ahí radica la magia! Los Sushi Drama no son conversaciones que broten gracias a la catarsis alcohólica y al ambiente desenfadado de un bar. Los Sushi Drama son sinceros y desinhibidos gracias a la confianza propia de la amistad.
En los Sushi Drama te sientes a salvo. Segura.
Un espacio libre de prejuicios. Y si hay comida, ¡mejor!
Entre maki y maki, te ríes de tus fracasos y de tu soltería. De esa soledad que te libera, que permite ser dueña de ti misma y que, desgraciadamente, sigue estando mal vista por gran parte de la sociedad. De esa soltería que es falsamente celebrada porque, cuando te expones al mundo, todos parecen recordarte lo sola que estás.
Y tal vez sea porque con la salsa de soja todo entra mejor, pero durante un Sushi Drama comprendes que soltería no es lo mismo que soledad. En un Sushi Drama estás soltera, pero acompañada. Aprendes que no estás sola.
Que mientras culturalmente la sociedad te apremia si encuentras pareja, la estructura económica y social actual apuesta por todo lo contrario: horarios de trabajo abusivos, sueldos precarios, alquileres carísimos, expectativas imposibles… ¿Quién puede equilibrar una relación con la libertad individual de una forma sana?
¿Por qué tenemos que vernos forzados a mantener la estructura familiar clásica ahora que estamos empezando a apreciar la libertad individual?
Yo no quiero ser padre a los 29 años. Y no porque reniegue de la paternidad, sino porque no estoy en posición de quererla: no tengo un trabajo, no tengo una casa, no tengo una estabilidad y no quiero sacrificar todo lo que me espera por una obligación social. De mis amistades cercanas (25-35 años), no conozco a nadie que haya podido permitirse su propia casa con o sin préstamos mediante. No conozco a nadie que esté completamente cómodo con su trabajo. A día de hoy, la mayoría ni siquiera llegan a los mil euros mensuales. Y hablo de gente de humanidades, ciencias y artes. Y encima, dirigentes políticos como Pablo Casado ven urgente derogar la actual ley del aborto a favor de recuperar la legislación anterior a 1980. ¿Qué quiere decir eso? Que el aborto solo se contemplaría en casos excepcionales como que la salud de la madre o del feto se viesen afectadas, por violaciones o en caso de que el feto presentase taras síquicas o físicas.
Independientemente de la moralidad en si misma, la percepción general que tiene el PP de la maternidad es de algo que “debe ser”. No importa que no estés preparada, que no puedas económicamente o que no quieras: el futuro bebé se convierte en una obligación. Incluso el clásico “pues no haberlo hecho” deja entrever que el embarazo, en estos casos, se contempla más como un castigo impuesto, una respuesta ineludible a lo que has hecho. Estés preparada o no. Puedas garantizarle un futuro al bebé o no.
Yo no estoy preparado. No puedo asumirla económicamente y no quiero sacrificar todo lo que estoy intentando construir a mi alrededor por una imposición social. Tampoco tengo tiempo para una relación: aún no he descubierto todo mi potencial y si yo no lo conozco, ¿cómo me va a conocer plenamente alguien más?
Lo que sí quiero es más Sushi Dramas. Y risas. Y tartar. Y amigas. Y solteronas. Y fracasos en una lista interminable. Y makis de atún. Y sexo bochornoso. Y lágrimas.
Porque en un Sushi Drama aprendes que estás soltera. Pero no estás sola. Estás a salvo.