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Tranvía

6 de octubre de 2024 10:04 h

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En los dos años que Serrano gobernó la ciudad de Murcia, comenzó a dar los primeros pasos hacia el cambio. El plan de movilidad, heredado y elaborado por los mismos jefes de servicio que tenía Ballesta, fue mejorado por Serrano, a sabiendas de que le podría costar la alcaldía, como así fue.

Al mismo tiempo, la corporación anterior, con buen oído, recogió el guante lanzado por Ginés Ruiz Maciá sobre la necesidad de planificar el tranvía y ponerlo en marcha. Junto con Pepe Vélez, lograron arrancar del Ministerio un acuerdo para desarrollarlo, que debía formalizarse en un convenio. Sin embargo, les faltó un último paso: organizar una rueda de prensa frente al ayuntamiento, junto con los diez alcaldes socialistas del área metropolitana de Murcia, para señalar a los responsables de no haber trabajado en el transporte público desde la supresión de la entidad de transporte: los gobiernos del PP, especialmente los últimos de López Miras.

Esa falta de visión, con el Partido Popular de Ballesta presentando proyectos irrealizables, mientras articulaba la oposición al plan de movilidad desde un barrio del Carmen, de donde ha salido algún concejal, les costó las elecciones. El Partido Popular, con su oposición al plan de movilidad, de manera tan cínica como inteligente, recogió el voto de los descontentos sin aportar nada a la construcción de la ciudad. Pero recordemos, como han demostrado los investigadores recientemente, que ir de fiesta en fiesta, organizándolas sin construir ciudad, da más votos que pensar y articular el futuro del área metropolitana.

Mientras tanto, el ministerio de Óscar Puente parece querer hacer más por el área metropolitana de Murcia que el propio Gobierno regional, que no quiere saber nada del convenio que debe firmarse posteriormente para distribuir los costes de la construcción del metro ligero. Este debería, con la colaboración de la consejería, llegar hasta Molina, El Palmar y Alcantarilla, sin que la primera alcaldía y la última hayan abierto la boca.

Parece claro que este plan no está en la agenda de la Comunidad y su consejería de Fomento que ha pasado de Vox al PP con la misma ausencia de ideas. A pesar de que todos sabemos que la negociación con Cataluña —enmarcada en el “café para todos” obligatorio— implica un aumento de los techos de gasto, una reducción de la deuda y, a largo plazo, un incremento en la capacidad financiera de una comunidad autónoma asfixiada. Esta realidad, oculta tras alharacas, enfurece a más de un socialista fuera de Murcia, que ve las próximas elecciones perdidas en algunas comunidades ante la inversión que se avecina si se aprueban los Presupuestos Generales del Estado (PGE), todo efecto tiene su rebote.

Sin embargo, algunos dudamos de que el Gobierno regional de Murcia, el mismo que mantiene una constante queja con el lema “el Estado español o Pedro Sánchez nos roba”, sea capaz de invertir esa ingente cantidad de dinero, producto de la mejora de la economía, más allá de sus chiringuitos varios. Por eso, me temo que tendremos que organizarnos, esta vez no para soterrar vías, sino para que las instalen, porque la mayoría de los habitantes del área metropolitana queremos un metro ligero que conecte Molina con El Palmar como punto de partida y llegue a Alcantarilla, mientras se organiza el transporte por autobús. Algún día hablaremos del desastre que supone para quienes venimos de fuera de Murcia el cambio en la avenida Teniente Flomesta, para que los del centro puedan seguir usando sus coches y los demás tuviéramos que levantarnos más temprano o llegar tarde a nuestros trabajos. Cuando decimos que gobiernan para el centro de la ciudad es esto, no otra cosa.

A nadie se le escapa que la llegada del tren soterrado a la Estación Joaquín Contreras, junto con su estación de autobuses intermodal Plataforma Pro-Soterramiento, necesita urgentemente una parada de tranvía que no termine allí, sino que continúe hasta El Palmar para resolver los problemas de transporte. Y esa es otra: la construcción del tren soterrado y del bulevar peatonal, al que ahora se le están ampliando las calzadas para que circulen coches en algunas zonas, en contra de lo acordado con la anterior corporación, es el resultado del trabajo vecinal que ahora intentan ocultar cambiándole de nombre. Es curioso que el mayor cambio en el urbanismo de la ciudad de Murcia haya sido realizado contra los gobiernos de mayoría absoluta del PP, y parece que estamos repitiendo la historia con el metro ligero, tiene su guasa.

No hagan caso a quienes dicen —y es curioso ver al PP y a Podemos en el mismo barco— que lo que hace falta son los Presupuestos Generales del Estado. Lo que realmente se necesita es un convenio en el que participe el gobierno de López Miras. Una vez firmado, al igual que con el Estado, hay varias formas de aportar el dinero. Para quienes no lo recuerden, la Comunidad puede hacerlo mediante préstamos participativos, ya que la Plataforma Pro-Soterramiento se encargó de que se cambiara la ley de Hacienda para estas cuestiones. Algunos no daban puntada sin hilo y jugaban a futuro, porque, como decía mi abuelo, “la cabeza está para algo más que llevar el pelo, el sombrero y los cuernos”.

En los dos años que Serrano gobernó la ciudad de Murcia, comenzó a dar los primeros pasos hacia el cambio. El plan de movilidad, heredado y elaborado por los mismos jefes de servicio que tenía Ballesta, fue mejorado por Serrano, a sabiendas de que le podría costar la alcaldía, como así fue.

Al mismo tiempo, la corporación anterior, con buen oído, recogió el guante lanzado por Ginés Ruiz Maciá sobre la necesidad de planificar el tranvía y ponerlo en marcha. Junto con Pepe Vélez, lograron arrancar del Ministerio un acuerdo para desarrollarlo, que debía formalizarse en un convenio. Sin embargo, les faltó un último paso: organizar una rueda de prensa frente al ayuntamiento, junto con los diez alcaldes socialistas del área metropolitana de Murcia, para señalar a los responsables de no haber trabajado en el transporte público desde la supresión de la entidad de transporte: los gobiernos del PP, especialmente los últimos de López Miras.