De todos es sabido que la escuela pública de la Región está en punto crítico. La devastación presupuestaria de las últimas décadas, en favor del sector privado, y después el abandono ante la pandemia, la han colocado más allá del límite. Los docentes hemos perdido la paciencia. Ya no podemos trabajar. Ahora además se implementan más recortes de personal, dado el rumbo de López Miras y del PP, con la “guerra fiscal” al Gobierno de España: gastar la millonada que va entrando del Estado en pagar deuda pública, y en compensar el hachazo fiscal unilateral a las cuentas de la CARM.
¿Fin de la partida? ¿Vamos a abrazar el modelo trumpista de Ayuso, y el fin de los servicios públicos? Habrá elecciones regionales este curso. Ayuso ganó las suyas posicionándose abiertamente contra los servicios públicos. Contra el concepto, y contra las personas. Hay miedo. Toda la ingeniería social privatizante, también de décadas, ha logrado que una mayoría electoral suficiente legitime allí el fin de los servicios públicos generalistas.
¿Está la Región de Murcia preparada para eso? ¿Hay suficientes familias en la órbita social, cultural y económica de la educación privada concertada? ¿Puede impedirse la quiebra de la red pública? En los hogares en los que no pueden ni soñar con un colegio privado votan menos. Otros, que van justos de renta, sí que sueñan. Pero con esa 'imagen aspiracional' de poder pagarse un privado, demostrando a los vecinos que son menos pobres que ellos, aunque en realidad los estén desplumando y empobreciendo.
El personal docente de la pública solo se tiene a sí mismo en esta hora oscura. La última hora de clase. Pero no ha de haber silencio. Nadie acudirá en nuestra ayuda si vamos en fila y en silencio al matadero. Más de 4.000 bajas por motivos psiquiátricos entre docentes en 2021 en la Región. El personal destrozado, con las tasas de consumo de ansiolíticos y antidepresivos más altas de España entre docentes. Nadie quiere ver que son enfermedades profesionales. Pero los docentes sabemos que sí. La mitad de los centros públicos se caen a pedazos. Han dejado tirados a los claustros ante la epidemia brutal de salud mental del alumnado. Incluso ante un asesinato, como ocurrió el pasado curso en Totana.
Hay violencia en las aulas, apartheid, sobrecarga burocrática rayando el abuso, interinos estafados durante años y ninguneados cuando toca estabilizar, privatización de la FP, negativa a bajar ratios y boicot a la ley. Ahora toca el estallido o la nada. Ayer estaban los docentes en la puerta de la Consejería. Ánimos caldeados. Gritos. La única salida es armar huelgas, como en Cataluña u otros lugares, en los que se han conseguido acuerdos de mejora. Luchar, enfrentarse al Gobierno Regional, forzar en este año electoral el rescate de la red pública.
En este panorama brilla el trabajo de autodefensa política de miles de profesionales, aglutinados en torno a Docentes Unidos, el movimiento social de la educación en Murcia. Aparecieron en 2020 durante el “verano de la desescalada”, saltando inmediatamente a redes, rotativos, radio y televisión, y hasta compareciendo en la Asamblea Regional. Desde entonces han estado ahí, compaginando clases y vida con las campañas en defensa de la escuela pública o la ayuda mutua. Incansables, construyendo movilización de base para que los docentes, los únicos que a estas alturas pueden, salven la pública por pura rebelión.
El que escribe tuvo y tiene la suerte de seguir formando parte del movimiento social de la educación, que ayudó a fundar. Ahora también, como coportavoz de STERM-i, de llevar su manera de trabajar y comunicar desde la base a la acción sindical. Al tesón de “los miles” de Docentes Unidos se deben las protestas de camisetas verdes que están poblando los jueves de los centros, a su empeño por difundirlas y movilizar. También la concentración de ayer, pistoletazo de salida del levantamiento de la escuela pública, previo trabajo para aglutinar centrales sindicales -a todas- desde el movimiento social.
Su acción comunicativa de base va siempre encaminada a que los docentes, colectivamente, sean sujetos de su propia autodefensa, utilizando sindicatos y asociaciones como herramientas a su servicio. Unidos por las “cosas de comer del servicio público”, por la demanda de dignidad material para la educación, que es lo que tenemos en común los docentes por encima de todas las diferencias. En Docentes Unidos aprendí que los sindicatos, los movimientos o los partidos, son sólo instrumentos que deben ser asidos por los trabajadores, y nunca fines en sí mismos. Aprendí que un sindicato no es nada, no importa, si su labor no se basa en acompañar a los mismos trabajadores organizándose y actuando directamente.
La hoja de ruta de la protesta trazada por los propios docentes desde su movimiento social merece el máximo respeto. Demandan contundencia y rapidez. Quieren armar una huelga. Piden a las centrales sindicales que no se refugien en siglas ni riñas infantiles, son exigentes y probablemente el grupo amplio de docentes mejor informado de España. Nos están diciendo que busquemos formas de protesta que favorezcan la cohesión bajo símbolos de unidad, como las camisetas verdes de la escuela pública, que todos respetamos, y que ya se están promoviendo. Las fotos en verde, por favor, señores. No de banderines sindicales.
Docentes que van a tener que enfrentarse a un PP que será cada vez más despiadado con el personal educativo conforme se acerquen las elecciones. Habrá campaña de desprestigio para justificar recortes. Habrá violencia política hacia el colectivo. Vamos a hacer falta todos. Cada docente, cada sindicato y cada asociación. Cada FAPA y cada AMPA deberían estar también. Aquí ya no vale el “qué hay de lo mío”, compañeros docentes y ciudadanos, porque no habrá amanecer en las aulas si no estamos juntos.
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