Las fiestas de pueblo son un evento sociológicamente maravilloso. Y los políticos tradicionales saben que en ellas se juegan mucho: un ambiente positivo, cultura popular y cercanía con la gente, pero sin que medie ninguna situación tensa, todo muy distendido, con churros y feria, cero pancartas.
Diego Conesa y Fernando López Miras han competido por ver quién pisaba más procesiones o actos folclóricos. Al segundo parece no terminar de gustarle que Conesa tenga sitio justificado y visibilidad en toda la geografía murciana gracias al cargo de Delegado del Gobierno, porque los populares saben que ocupar el espacio ya es una victoria y, ahora, lo tienen que compartir con el que será su principal rival electoral en 2019. La posición institucional de Conesa tampoco viene nada bien a Podemos, Ciudadanos y Somos Región, que quedan en segunda línea en este fomentado dueto pimpinélico.
Conesa jugará contra su propio partido durante estos meses. Una mala declaración sobre agua o un desliz sobre financiación o infraestructuras podría facilitarle el discurso al PP y a los regionalistas, mientras que Podemos ahora solo puede jugar con el PSRM a “yo doy más” o “yo soy más auténtico”.
La foto de Conesa con la abuela del Soterramiento es un claro ejemplo de la tensión estratégica que mantendrán los socialistas con la formación morada, porque hay una fina línea entre la colaboración virtuosa que suma y la insignificancia a la que se puede ver sometido el partido por el voto útil a favor de los socialistas ahora que parece cerca el final del ciclo popular en la Región de Murcia.
Por otra parte, el verano termina sin el baño de Casado en el Mar Menor, y no será por falta de plazas hoteleras para alojarse este año. El cupo de imágenes desagradables dejado desierto por Casado lo cubrirán las idas y venidas de Zapatero con la UCAM, un suceso que ha puesto en duda la firmeza de los socialistas murcianos en defensa de la igualdad, la universidad pública y la excelencia.
Mientras que nos recuperamos de todo esto el otoño nos traerá una escalada de promesas de última hora por parte del Gobierno regional, como la reactivación del proyecto de puerto en El Gorguel. Parece que en San Esteban están preocupados por la falta de logros visibles desde 2015 y van a poner en marcha la máquina de hacer titulares, aunque deben advertir los electores murcianos que detrás de esos anuncios no hay más que humo tóxico de precampaña. A un partido que lleva más de 23 años con tareas de gobierno hay que exigirle resultados, no promesas, no proyectos.
A ocho meses de las elecciones todo lo que había que hacer está hecho y todo lo que había que demostrar está demostrado. Ahora a los partidos les toca hacer un profundo proceso de diseño de sus campañas y recapitular sus contribuciones en estos años.
Si se pudiera pedir un deseo para esas campañas sería que todas ellas fueran en clave regional, olvidando grandes debates ideológicos nacionales y centrándose en la gestión más cercana a los ciudadanos. La coincidencia de unas elecciones europeas no le pondrá fácil a los equipos de campaña la tarea de superar los ejes nacionales, pero, especialmente la oposición, debería coaligarse en esto.
Cuanto más se hable de la Región de Murcia y de los candidatos regionales (mejor Urralburu contra López Miras que Pablo Iglesias contra Casado), peor le irá al Partido Popular que, por su parte, volverá a intentar hacer de Pedro Sánchez un Zapatero puchimbol al que culpar de todo lo malo, haciendo de paso gala de un repentino patriotismo chico, virtud que pretenden arrebatar al veterano Garre.
Las fiestas de pueblo son un evento sociológicamente maravilloso. Y los políticos tradicionales saben que en ellas se juegan mucho: un ambiente positivo, cultura popular y cercanía con la gente, pero sin que medie ninguna situación tensa, todo muy distendido, con churros y feria, cero pancartas.
Diego Conesa y Fernando López Miras han competido por ver quién pisaba más procesiones o actos folclóricos. Al segundo parece no terminar de gustarle que Conesa tenga sitio justificado y visibilidad en toda la geografía murciana gracias al cargo de Delegado del Gobierno, porque los populares saben que ocupar el espacio ya es una victoria y, ahora, lo tienen que compartir con el que será su principal rival electoral en 2019. La posición institucional de Conesa tampoco viene nada bien a Podemos, Ciudadanos y Somos Región, que quedan en segunda línea en este fomentado dueto pimpinélico.