Era mi intención expresar en esta sección asuntos sin inquietud práctica alguna, cosas de paso, hablar por hablar. Estas palabras hoy, si bien perfilan una opinión sobre la institución municipal que abandono en breve, lo mismo solo añaden simples ocurrencias. Ustedes me dirán.
Existen, en mi opinión, algunos retos políticos ineludibles en el medio plazo. Quizá el más acuciante sea dotar a la institución de un equipo técnico suficiente dedicado al control económico-financiero y de contratación de las empresas de participación municipal (EMUASA y URBAMUSA) y de las concesionarias de las grandes contratas (Ferrovial, STV, Electromur, Tribugest). Estas empresas gestionan muchos millones de euros al año sin que el control público haya dispuesto nunca de medios propios capacitados para realizar auténticas auditoría sobre el cumplimiento de la legalidad en la gestión y de los pliegos de condiciones. Ninguna gran empresa elude ni delega este control.
De auténtica necesidad es incrementar y mejorar la coordinación de nuestras políticas y de nuestra gestión con la administración regional, teniendo en cuenta la cantidad de competencias impropias que este Ayuntamiento viene asumiendo desde hace años, muchas veces a costa de incumplimientos injustificables de la Comunidad autónoma. Por citar un ejemplo, alguna vez no han llegado a nuestro municipio fondos del Plan estatal para rehabilitación de viviendas sencillamente porque los responsables regionales (únicos autorizados para recibirlos y gestionarlos) ni siquiera los habían solicitado.
Urge una revisión profunda de la estructura de los distintos servicios municipales y los recursos que se les otorgan. ¿Por qué hemos perdido la plantilla municipal de Parques y Jardines? ¿Es más económico pagarle 50 millones de euros a STV de aquí a noviembre de 2022? ¿Cómo desarrollar verdaderos proyectos culturales con vocación estable y de futuro desde el Ayuntamiento sin estructura funcional del servicio, sin responsables de museos o del archivo municipal, sin apenas plantilla propia y estable? Y unos cuantos ejemplos más de provisionalidad y precariedad laboral inaceptables.
En la misma línea, la plantilla municipal gozaría de procesos de formación continua, de reconocimiento a su labor, de estabilización. ¿Cómo puede haber trabajadoras y trabajadores en régimen de interinidad o contratados hasta fin de servicio (es decir, despedidos en verano) desde hace más de veinte años?
Por no ahondar más, las Juntas municipales deben ser objeto de una remodelación rigurosa en cuanto a sus competencias, su autonomía de gestión y sus recursos financieros y de personal. No se gestiona igual ni con idénticos recursos humanos, Barqueros o El Palmar; Lobosillo o Puente Tocinos. De ninguna manera. Los responsables de ciertas juntas necesitan un determinado apoyo administrativo, porque atender en una localidad los requerimientos de ocho centros educativos no es comparable a hacerlo con dos, ni acudir a las inquietudes de 16. 000 o 3.000 habitantes.
Del mismo modo, puestos a repasar cosas, me parece importante afrontar de una vez por todas proyectos de municipio de carácter estructural.
Murcia debe decidir qué proyecto cultural necesita desarrollar en los próximos diez años. No me refiero a oferta de eventos, ni a productos estrella. Quiero aludir al perfil y el modelo de cultura que necesitamos para nuestros jóvenes, para nuestros menores, principalmente. Ante los modelos del consumismo y la comercialización, ¿tenemos algo que ofrecerles? ¿Creemos que la Cultura puede alimentar una sociedad más libre, más consciente, más adulta? Y no dejar de lado la más que imprescindible promoción de la industria y de las infraestructuras culturales. Sin ese marco no es posible el desarrollo cultural más allá de lo institucional. Todo el mundo conviene que no faltan en nuestro municipio un buen número de artistas, creadores, profesionales. Sin proyecto definido, sin estructura que promueva el trabajo poco podremos ayudarles a dar lo mejor de su talento.
Un municipio del siglo XXI sin Plan de Movilidad no tiene futuro. La movilidad debe diseñar la ciudad y no al revés. Y la ciudad debe dejarse hacer, plegarse a la accesibilidad para todos, a la cercanía de los servicios, a los barrios dedicados a sus habitantes. El transporte público colectivo es el gran proyecto de aquí a diciembre. Pero hay más aspectos, con el horizonte de la sostenibilidad y la eficiencia energética como imperativo de futuro.
El Plan de Vivienda puede ser una inversión eficaz y generadora de empleo si entendemos como vital todo esfuerzo posible por la rehabilitación de edificios, frente a la política de especulación del suelo y, de nuevo, la prioridad a la eficiencia energética. También, el fomento del alquiler en un municipio con miles de viviendas nuevas sin ocupar.
La política de los cuidados se impone en nuestra sociedad. Referida tanto a menores como a mayores, el sector debe desprenderse de las condiciones laborales precarias que vienen asfixiando a sus trabajadoras y trabajadores. Un plan municipal sobre este ámbito facilitaría la vida a muchas familias (no olvidemos que facilitar la vida, así, tan simple, es una obligación de las administraciones) y supondría crear un buen número de puestos de trabajo.
Para terminar, porque les veo ya aburridos, la planificación de actuaciones sobre centros docentes públicos sería un completo acierto. Se trata de una necesidad y de una oportunidad muy evidente. Creo que solo se puede llevar a cabo con garantías mediante la colaboración con la Administración regional. Ya saben, la tan razonable cooperación entre quienes manejan nuestros impuestos para un fin común.
Perdonen el peñazo.
Era mi intención expresar en esta sección asuntos sin inquietud práctica alguna, cosas de paso, hablar por hablar. Estas palabras hoy, si bien perfilan una opinión sobre la institución municipal que abandono en breve, lo mismo solo añaden simples ocurrencias. Ustedes me dirán.
Existen, en mi opinión, algunos retos políticos ineludibles en el medio plazo. Quizá el más acuciante sea dotar a la institución de un equipo técnico suficiente dedicado al control económico-financiero y de contratación de las empresas de participación municipal (EMUASA y URBAMUSA) y de las concesionarias de las grandes contratas (Ferrovial, STV, Electromur, Tribugest). Estas empresas gestionan muchos millones de euros al año sin que el control público haya dispuesto nunca de medios propios capacitados para realizar auténticas auditoría sobre el cumplimiento de la legalidad en la gestión y de los pliegos de condiciones. Ninguna gran empresa elude ni delega este control.