Como en la mayoría de las historias reales, en la política de Cartagena no hay ni buenos ni malos, sino una amplia gama de intereses personales, ambición política, ideologías contrapuestas -o, todo lo contrario, falta de ideas- y traiciones. Si Shakespeare fuera testigo de lo que allí pasa lo mismo escribiría un drama existencial, pero en los tiempos que corren parece que da más para una temporada de Gran Hermano.
Si no podemos hablar en términos de buenos o malos por lo general, sí que existen -o deberían exisitir- en política dos referentes, cada vez más desdibujados en la actualidad: el respeto al oponente y los números que dan o quitan la victoria, elementos que, justamente, están en juego en la ciudad portuaria.
Es como si Cartagena se hubiera convertido en un laboratorio experimental de las tendencias políticas del momento: la agresividad que se gastan cada día más los políticos -empezando por Trump y siguiendo por muchos de los líderes de las principales formaciones en España- y las alianzas de los partidos perdedores que se hacen con el poder: véase las comunidades de Andalucía, Madrid, la propia Región de Murcia o la ciudad de Cartagena con el acuerdo de gobierno entre PSOE, PP y Ciudadanos tras las recientes elecciones.
Con respecto a la primero, José López, líder del localista Movimiento Ciudadano (MC) Cartagena, ha dado suficientes muestras de que no está a la altura de las circunstancias. El que fuera alcalde en la ciudad portuaria entre 2015 y 2017 tiene una larga lista de ataques pasados de rosca que van de lo verbal a lo físico. López ha proferido insultos como los machistas que dirigió a la política del PP y futura alcaldesa de Cartagena Noelia Arroyo, al llamarla en una ocasión “peluca rubia con los labios pintados” , o más recientemente durante el discurso que dio en la puerta del Ayuntamiento de la localidad, claramente indignado y agresivo hasta el punto de llegar a decir “puta Murcia”. También le dio con la puerta en las narices a a Ana Belén Castejón, con quien había llegado a un pacto de gobierno por el que se repartieron la alcaldía dos años cada uno durante la legislatura anterior, en la Sala de Plenos del Ayuntamiento. López también tendrá que ir a juicio por haberle propinado presuntamente una patada a un excargo de la Comunidad.
Toda esta retahíla de ataques y faltas de respeto de López son los argumentos esgrimidos por los partidos que perdieron en Cartagena para establecer alianzas inéditas, sobre todo en lo que respecta a PP-PSOE. Primera expulsión de Gran Hermano. Ahora viene la segunda: ¿es suficiente este argumento para que la exsocialista Ana Belén Castejón cerrara un acuerdo secreto con el PP de Noelia Arroyo y Cs de Manuel Padín por el cual ellas serían regidoras de la ciudad portuaria dos años cada una, mientras que el último será teniente de alcalde durante toda la legislatura? Según el PSOE regional de Diego Conesa, no, y tras la expulsión de Castejón del partido, el federal, tampoco.
Tras las grabaciones filtradas a La Verdad y publicadas este viernes por la mañana, sabemos que Conesa le puso los números a Castejón sobre la mesa: no había obtenido los ocho concejales que el partido esperaba allí, sino que en su lugar los había conseguido López, la lista más votada. Detrás de él vendrían los siete del PP, los seis del PSOE y los dos de Cs.
El líder socialista regional parece ser que intentó convencer a Castejón de que aceptara el expediente que le había abierto el partido que tenía una duración máxima de dos años, tras los cuales podría pasar de nuevo a la oposición como PSOE de cara a 2023. La alcaldesa de Cartagena, susanista y cuyo trabajo previo era el de administrativa del grupo parlamentario del PSOE en la Asamblea, prefirió seguir con el bastón de mando.
Esto es la segunda expulsión. Todo muy dramático: la socialista Castejón, fuera del partido y el PSOE, sin representación en Cartagena. ¿Ha merecido la pena llegar hasta este extremo? Diría que, aunque el acuerdo en su día fuera más o menos convincente -para mí no lo era-, alcanzar esta situación en estos momentos es del todo irracional y, sobre todo, puede que lleve a Noelia Arroyo a erigirse como la vencedora de la temporada y quedarse en la casa/Ayuntamiento a este paso. De hecho, a López Miras no se le ha escuchado respirar sobre el tema. En este Gran Hermano, quien calla, gana.
