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“Fuera el estigma puta de los tribunales de justicia”
En el municipio de Murcia la “ordenanza municipal para la lucha contra la prostitución”, condena a las mujeres a la marginalidad y a una mayor situación de indefensión y vulnerabilidad
¿A alguien le cabe en la cabeza que las trabajadoras sexuales feministas sigan teniendo que explicar, justificar y pelear el participar en las reivindicaciones del 8M?
Mañana domingo 2 de junio es un día emblemático para el movimiento de las trabajadoras del sexo; es el día en el que nace lo que hoy conocemos como LA LUCHA DE LAS PUTAS
El 2 de junio de 1975 en la iglesia de Saint-Nizier en Lyon (Francia) se encerraron 100 prostitutas con el lema “Mujeres de vida alegre en la casa del Señor” para denunciar la represión policial, la pérdida de derechos sobre la guarda y custodia de sus hijes, la extorsión, la violencia y el asesinato de trabajadoras sexuales en las calles.
Casi medio siglo después de aquel acto reivindicativo, la represión sigue estando muy presente en las vidas de las mujeres que ejercen la prostitución: en el municipio de Murcia la “ordenanza municipal para la lucha contra la prostitución”, de aplicación directa en el barrio del Carmen, publicada el 8 de octubre de 2013 y que entró en vigor el 9 de noviembre de ese mismo año, condena a las mujeres a la marginalidad y a una mayor situación de indefensión y vulnerabilidad al imponer sanciones económicas (las leves de 750 euros pudiendo llegar hasta las 3.000 euros las más graves), tanto a las prostitutas como a los clientes por ofrecer, negociar, aceptar y mantener relaciones sexuales en la calle.
En España, el gobierno central liderado por el PSOE criminaliza el trabajo sexual y persiste en la fantasía de abolir la prostitución, una práctica política que ya ha demostrado tener nefastas consecuencias para la seguridad y las vidas de las trabajadoras sexuales en aquellos países donde la prostitución es ilegal o está prohibida.
También aquí en Murcia hace poco más de un año, el Juzgado de Instrucción número 7 en funciones de guardia dejaba en libertad y con la única imposición de una orden de alejamiento a los que se dieron a conocer en la prensa como 'La Manada de Murcia', tres hombres que drogaron y violaron a una chica en el municipio de Beniaján. Tampoco aquí los jueces, la manada que viola dos veces a través de sus sentencias judiciales, consideraron que se hubiera producido una violación, a pesar de los partes médicos y a pesar de que la chica afirmara haber sido drogada. Los tres violadores, hijos sanos del patriarcado y educados en la normalización de la violencia contra las mujeres, negaron la acusación alegando que no hubo violación porque la joven era prostituta.
Estos son los juicios a los que se exponen las trabajadoras sexuales, esta es la justicia que pueden esperar las putas, esta es la triste realidad de las mujeres que ejercen la prostitución. ¿Y todavía hay personas a las que no les parece legítimo que las putas se estén empoderando, creando frentes sindicales y trabajando en la organización de espacios políticos de denuncia, protesta y resistencia? ¿A alguien le cabe en la cabeza que las trabajadoras sexuales feministas sigan teniendo que explicar, justificar y pelear el participar en las reivindicaciones del 8M?
Pero no sólo se juzga en los juzgados: desde el “feminismo” hegemónico -que no pisa la calle pero sí los despachos que reciben las subvenciones- tanto putas como aliadas asistimos con vergüenza a una posmoderna caza de putas, donde se persigue, censura y cuestiona políticamente la necesaria lucha que las putas están liderando por la consecución de un marco legal que las ampare en derechos laborales y las equipare a cualquier otro trabajador o trabajadora. Mientras algunas repiten letanías como en trance alrededor de sus hogueras morales cavilando sobre qué fue antes si la prostitución o el patriarcado, las trabajadoras sexuales siguen soportando unas violencias que ninguna mujer feminista querría para nadie.
Mañana domingo 2 de junio es un día emblemático para el movimiento de las trabajadoras del sexo; es el día en el que nace lo que hoy conocemos como LA LUCHA DE LAS PUTAS dentro y fuera de nuestro país, dentro y fuera de las fronteras racistas de Europa con sus injustas e inhumanas políticas migratorias y su criminal Ley de Extranjería.
No se puede obviar que desde el gobierno y desde las instituciones, la pretenciosa lucha por la abolición de la prostitución va de la mano con fuertes políticas racistas y xenófobas, de tintes clasistas y aporófobos: ahí tenemos la Ley de Extranjería, los CIES, el negocio redondo de las cárceles y las sanciones administrativas a prostitutas y clientes. Hablar de trabajadoras sexuales es hablar también de madres señaladas y perseguidas en el ejercicio de su maternidad; también de mujeres racializadas, migrantes y extranjeras, que se encuentran con CERO alternativas laborales reales, por mucho que los grandes lobbies paternalistas de la industria del rescate se empeñen en decir lo contrario.
El estigma puta, de fuerte arraigo histórico y con todas sus connotaciones machistas y patriarcales, nunca se alzará por encima de la voz puta. No ahora que las putas han asumido agencia y se han organizado e identificado como sujeto político.
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