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Te cuento un motivo de mal olor en un gato que no te imaginas

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Te cuento.

Hace un tiempo una compañera veterinaria que colabora con nosotros remitiendo algún caso de medicina felina, me contó una historia alucinante que le había ocurrido con un cliente y un gato.

La historia es real, como todo lo que te cuento en estas líneas, tienes mi palabra.

El caso es que dicho cliente llamó a esta compañera, le dijo que el gato olía mal desde hacía tres días y cogió cita para acudir a la clínica de esta compañera.

La compañera empezó a hacerse en su cabeza el listado de cosas que podía tener el gato: mal aliento por un problema oral/dental o digestivo o incluso renal, una infección en piel, etc…

Nada más lejos de la realidad.

Te resumo la historia porque es breve de por sí.

El pobre gato estaba muerto.

Desde hacía al menos esos tres días.

Y el dueño no se había dado cuenta.

Desconozco si el pobre hombre estaba en su sano juicio la verdad.

Imagínate la cara de la veterinaria.

Bueno, esto es una simple anécdota de las cosas que nos pasan a los veterinarios en nuestro día a día.

Ya te iré contando más en otros artículos, tengo para escribir un libro.

El caso es que es sencillo para casi cualquier persona comprobar si nuestro gato está vivo o no.

Lo difícil a veces es darse cuenta durante los días, semanas o incluso meses/años previos al trágico e inesperado momento, de aquellos cambios que nos indican que nuestro gato no está bien.

Los gatos esconden sus signos de enfermedad y es importante saber en qué debe fijarse su cuidador.

De esto puede depender que lleguemos (cuidador + veterinario) a tiempo o no para salvar la vida a al gato.

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Te cuento.

Hace un tiempo una compañera veterinaria que colabora con nosotros remitiendo algún caso de medicina felina, me contó una historia alucinante que le había ocurrido con un cliente y un gato.