'Patrulla Animal' es un espacio coordinado por Elisa Reche en el eldiario.es Murcia, para defender los derechos de los animales como seres sintientes.
La mala suerte de ser mascota
El lenguaje a la hora de defender a los animales es muy importante. Aún recuerdo, como si fuere ayer, cuando puse en mi web DeAnimals que impartía formación a juristas sobre tenencia responsable de mascotas y su legislación aplicable y una persona me dijo, como mucho cariño, que si quería defender a los animales de compañía o domésticos no los llamara 'mascotas' porque este término cosificaba a los animales ya que no son un objeto de divertimento para las personas que los poseen, ni son un peluche ni un muñeco.
Por supuesto que a raíz de este comentario y de la reflexión que hice al respecto modifiqué el texto de mi web y nunca más volví a referirme a los animales con ese término. De hecho, cuando me refiero a 'mis animales' suelo hacerlo diciendo que son mis familiares de cuatro patas.
Además, este verano leí el libro de Gloria Steinem titulado Revolución desde Dentro. Un libro sobre la autoestima y me llamó mucho la atención la evolución sobre los derechos de los mujeres y cómo equiparaba ese proceso con el que estamos viviendo actualmente con la evolución de los derechos de los animales.
Como conclusión, tengo claro que muchas personas se refieren a sus animales u otros con muchísimo cariño, respeto y empatía como mascotas, sin ningún afán de hacerlo con ánimo de cosificarlos o con sentido peyorativo, pero si de verdad queremos protegerlos tenemos que evolucionar como sociedad, no solo con las leyes, sino también con nuestro vocabulario.
Hay una persona que me ha comentado el origen del término 'mascota'. Es mi querid@ compañer@, el jurista Daniel Romero, quién no para de formarse, y con el que he tenido la suerte de contar en algunas de las formaciones online que imparto en DeAnimals y también en el Instituto de Protección Animal (IPA) relacionados con el Derecho Animal.
A continuación te comparto lo que Daniel Romero Campoy ha escrito sobre el término mascota.
Que el lenguaje construye realidades es algo ya conocido por la mayoría de personas. Sin embargo, hablamos sin saber qué significan realmente las palabras que pronunciamos, sin conocer el contenido extensivo de las mismas. Es normal, no se trata de ser etimólogo o filóloga. La lucha por el uso consciente del idioma es un tema principal en movimientos sociales. Los feminismos o el antirracismo dan buena cuenta de ello. Por su parte, el animalismo trata de transformar el presente paradigma de dominación sobre los animales no humanos. Y, en consecuencia, la reflexión sobre el uso de las palabras también es su campo de batalla.
Una de las palabras más utilizadas para referirnos a nuestras compañeras de vida o para aludir a los miembros no humanos de la familia es mascota. Un término que conecta claramente los feminismos con el antiespecismo. Pues bien, su origen está ligado a la noción de amuleto, de objeto que atrae la suerte. La popular ópera cómica francesa de finales siglo XIX 'La Mascotte' , escrita por Henri Chivot y Alfred Duru, generó el uso actual de mascota. Lo curioso es que esta obra versa sobre la historia de una joven campesina, Bettina, que trae buena suerte. Bettina es representada como un amuleto que provee buena suerte a quien la posea, pero siempre que conserve su virginidad. La trama se desarrolla en torno a que los varones son dichosos mientras Bettina se encuentra cerca de ellos. Pippo, el otro protagonista, tiene que elegir entre el amor que siente por Bettina o la prosperidad que otorga la virginidad de la muchacha. Finalmente, el varón elige casarse con ella y perder su amuleto, pero -como no podía ser de otra forma- la “buena elección” trae consigo unas gemelas que han heredado la condición de mascotte. Final feliz para el patriarcado, el pensamiento machista y su noción de amor romántico. Dominación, posesión e instrumentalización de la mujer. Esta obra, la verdad, lo tiene todo. En concreto, lo tiene todo para explicar la ideología que se esconde detrás de las relaciones entre los varones y el resto de seres vivos. Como bien apunta Angélica Velasco, «la visión androcéntrica del mundo asociada al distanciamiento emocional, la competitividad, la violencia y la opresión se mantiene cuando no se atiende al sufrimiento de los no humanos».
Así es, tras la publicación de esta obra en 1880, la palabra mascota empezó a popularizarse y hacerse extensiva a los animales de compañía. Esta opereta no es solo una mera curiosidad cultural o histórica, es un claro reflejo de la realidad que nos ha construido como sociedad. La lógica de la dominación ha sido transversal en la actitud del hombre sobre las mujeres y los animales, como -según los primeros ilustrados- seres sin la suficiente capacidad racional, sin cumplir con los requisitos impuestos por el estereotipo ficticio de hombre blanco. Para el adrocentrismo, el papel de las mascotas (de las mujeres y los animales) es secundario, privado y circunscrito al ámbito doméstico. Es decir, a la domesticación, a la doma, a la educación recta, a la docilidad, a la represión y, finalmente, a la cosificación. Las mascotas son objetos, no sujetos. Son medios para las necesidades del hombre. Son poca cosa, a veces nada. Deben ser fieles y buenas acompañantes. Son lo que quiera el hombre, porque están bajo su dominio, bajo su lógica, atados y atadas por su lenguaje. Es hora de modificar esta realidad, de cambiar ese lenguaje de opresión, porque no es el nuestro, porque no hace justicia al trato que merecen. Las mascotas, ni mujeres ni animales.“
Sin lugar a dudas, si queremos dejar de cosificar a los animales y defenderlos como seres sintientes que son debemos de dejar de usar el término mascota, aunque se haga con buena intención ya que este término los cosifica y obvia sus derechos al identificarlos como un divertimento para las personas.
Para finalizar este post, te doy un consejo: Deja de usar el término mascota.
El lenguaje a la hora de defender a los animales es muy importante. Aún recuerdo, como si fuere ayer, cuando puse en mi web DeAnimals que impartía formación a juristas sobre tenencia responsable de mascotas y su legislación aplicable y una persona me dijo, como mucho cariño, que si quería defender a los animales de compañía o domésticos no los llamara 'mascotas' porque este término cosificaba a los animales ya que no son un objeto de divertimento para las personas que los poseen, ni son un peluche ni un muñeco.
Por supuesto que a raíz de este comentario y de la reflexión que hice al respecto modifiqué el texto de mi web y nunca más volví a referirme a los animales con ese término. De hecho, cuando me refiero a 'mis animales' suelo hacerlo diciendo que son mis familiares de cuatro patas.