'Patrulla Animal' es un espacio coordinado por Elisa Reche en el eldiario.es Murcia, para defender los derechos de los animales como seres sintientes.
Los animales como recursos
En octubre de 2015 se producía por primera vez en nuestro país la entrada en prisión de una persona considerada culpable única y exclusivamente de un delito de maltrato animal (reflejado en el artículo 337 del Código Penal), por haber apaleado hasta la muerte a “Sorky das Pont”, un caballo, como son habitualmente llamados, “de carreras” descalificado en una “carrera de Trot” por iniciar el galope.
Esto no supuso un gran cambio en las actitudes hacia los animales. Tras pasar casi dos meses en la cárcel, a esta persona, se le concedía la sustitución de la pena privativa de libertad, reconociendo no obstante la sección 2ª de dicha Audiencia “el rechazo social que genera esta conducta”. Lo cierto, es que esta sensibilidad a que se hace referencia no ha dejado de aumentar hasta el punto de dictarse el pasado diciembre una sentencia sin precedentes en nuestro país. En este caso el juez consideró un delito por cada uno de los animales víctimas del encausado, dictaminando en lo que a su ingreso en prisión se refiere, un total de cinco años y seis meses. “Cada vida cuenta” serían las palabras utilizadas por “El Refugio del Burrito” para referirse a esta sentencia.
El párrafo anterior muestra lo que constituye una tendencia creciente en nuestra sociedad. A día de hoy mucha gente manifiesta un claro rechazo frente a situaciones de maltrato o crueldad hacia aquellos animales con los que mantenemos una relación más estrecha.
Este es el caso, en muchos países de Occidente, de aquellos utilizados como compañía, como puedan ser los perros y los gatos. Ello ha sido puesto de manifiesto en innumerables ocasiones, a juzgar por las movilizaciones existentes ante las barbaridades cometidas contra los mismos. Desde asaltos a protectoras, ahorcamientos de perros utilizados para la caza, animales tirados vivos a contenedores, abusos diarios a gatos ferales, zoofilia, y un largo etcétera. Actos de maltrato como éstos suelen desencadenar un gran revuelo social cuando trascienden a la arena de la res pública.
Este rechazo puede apreciarse también cuando se trata de la explotación y/o muerte de aquellos por los que sentimos mayor empatía o tenemos una especial predilección, produciéndose de igual modo contra las matanzas de focas, delfines, ballenas, elefantes... La reprobación es unánime tras aparecer noticias relacionadas con su muerte, como consecuencia del afán de ciertas personas por hacerse selfies junto a ellos o hacer fotos utilizándolos.
Sin embargo, la realidad padecida a diario por miles de millones de animales no humanos se muestra como desconocida cuando éstos han sido elegidos para ser utilizados como recursos de consumo, en ámbitos tan diversos como el entretenimiento, la experimentación, la vestimenta o, muy especialmente, la alimentación.
Los daños que padecen los animales empleados como recursos en estas áreas son mucho más considerables que los que tienen lugar en casos como los mencionados anteriormente. Los mismos son recluidos durante toda su vida en lugares minúsculos y finalmente matados en cantidades astronómicas. Se estima que unos 70.000 millones de animales terrestres y unos dos billones de animales marinos son matados cada año con estos fines. Hay una diferencia muy notable, así, entre el modo en el que son considerados animales como perros, gatos o caballos y el modo en el que lo son otros tales como pollos, cerdos o peces. Parece por tanto que no todas las vidas `cuentan´ de igual forma.
A este respecto habría que llamar la atención sobre el hecho de esta diferente actitud ante distintos animales depende de la sociedad a que nos estemos refiriendo. La concepción que se tiene de animales pertenecientes a una misma especie puede incluso ubicarse en polos opuestos en función de la sociedad de referencia. Un perro o un gato pueden ser considerados en distintas partes de países como China, Vietnam, Corea o Suiza del mismo modo a como aquí se puede considerar a una vaca, esto es, como algo susceptible de ser utilizado como comida. Es más, incluso tratándose de una misma zona y de un mismo tipo de animal es posible que se discrimine también entre ellos en base a otro tipo de consideraciones igualmente arbitrarias. Por ejemplo, en nuestro país hay quienes `poseen´ un conejo como `mascota´, a la vez que estos animales son comunmente consumidos como un producto alimentario.
Lo que sucede es que los animales (o más bien deberíamos decir los demás animales, o los animales no humanos, puesto que los seres humanos también somos animales) son valorados como medios para la consecución de nuestros propios fines. Y nuestros fines pueden variar según el caso. Sin embargo, lo que permanece en todos ellos es el hecho de que los animales no humanos, al igual que los miembros de nuestra especie, son capaces de sentir, es decir, de sufrir y disfrutar. Y como consecuencia todos intentan evitar aquellas situaciones que les provocan lo primero, y les permiten lo segundo. Si ello no es motivo suficiente para que sus intereses sean considerados de una forma justa, cabe preguntarse: ¿cuál es el prejuicio que sustenta su discriminación?