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Debate sobre el Estado de la Región (I): López Miras pide más dinero al Gobierno central y un debate sobre el Mar Menor “sin ideologías”

López Miras en el debate del Estado de la Región/ CARM

Julio López Guillén

Murcia —

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Abría el presidente regional, Fernando López Miras, el turno de intervenciones para exponer su visión acerca de lo que nos ha tocado desde su nombramiento el año pasado. Diez meses han pasado desde el café de cinco horas que sirvió para que la ultraderecha tomara los mandos de la agenda política del Gobierno autonómico y en la intervención de López Miras se plasmó la parálisis que viven nuestras instituciones resumida en un discurso de noventa minutos.

La primera en la frente. El presidente comenzó reivindicando comandar un Ejecutivo “fuerte y cohesionado” como si no hubiéramos asistido a los innumerables desplantes sufridos por los socios naranjas de Gobierno, opacados siempre por el gabinete de comunicación de San Esteban y orillados en numerosas ocasiones por las decisiones de un PP que sigue actuando como si gobernara en solitario (nombramientos importantes, contratos públicos o la televisión) porque ya se cuidaron de adjuntar la consejería de Hacienda a la Presidencia, convirtiendo a Javier Celdrán el vicepresidente de facto.

Ni una palabra tampoco de las continuas llamadas de atención de la que se supone que es la vicepresidenta, Isabel Franco, y las cartas que hace públicas. Franco, que hace solo siete días publicaba un vídeo en redes justo antes de la celebración del Día de la Región, en el Palacio de San Esteban, atorada en la puerta de un parking público, reclamando espacio propio y que fue nombrada en el discurso del presidente de forma sucinta al final del mismo. En los noventa minutos no hubo nada más para Ciudadanos, un partido sumido en la disolución y que amenaza revuelta en el ayuntamiento de la capital.

Guerra de cifras con el Gobierno central

Dos puntos conformaron la exposición de López Miras, uno de ellos la gestión de la pandemia, a cuyo respecto destacó el ejercicio de insolidaridad por parte del Gobierno central. Se refería el mandatario regional al reparto de fondos que desde Moncloa han autorizado esta misma semana y que veremos cómo se materializa en los próximos meses, con su consiguiente guerra de cifras, donde López Miras ve apenas 200 millones de euros, los socialistas estiman que llegarán más del doble. Cierto es que la actuación durante la pandemia del consejero Manuel Villegas ha salvado la cara de la coalición conservadora, pero no es menos cierto que la incidencia en la Región de Murcia ha sido mucho menor que en otros territorios, sin que esto se deba a que no tenemos AVE, aunque esa sea la opinión de la portavoz Ana Martínez Vidal. La vuelta a la normalidad será como en el resto del Estado y contará con mecanismos similares de comisiones y estudios, aunque la mayor parte de los sectores afectados clamen, como en toda España y aquí también, para no volver nunca a esa normalidad de la que hablan nuestros dirigentes.

Casado, sin bañarse en el Mar Menor

La segunda cuestión de peso fue el Mar Menor. No escuchamos por parte del presidente regional ni una palabra acerca de cumplir con sus propias competencias. No estuvo en su ánimo hablar de la necesaria barrera verde que aísle a la laguna de las explotaciones industriales, ni de terminar con los puertos deportivos en el interior, ni de las moratorias urbanísticas, ni de la reconversión agrícola. Y, por supuesto, ni una palabra de la carrera al banquillo judicial de numerosos cargos públicos del PP y empresarios cercanos a su partido. Sí tuvo Fernando López un momento para exigir al presidente Pedro Sánchez una reunión monográfica sobre el Mar Menor “dejando a un lado la ideología”, como si en democracia el cumplimiento de la ley fuese una cuestión ideológica. Habiendo pasado por el baño de Casado, que nunca se produjo, y por la caza de brujas que practicó durante más de un año el PP a través de medios, redes sociales, tertulianos y periodistas afines, señalando como maléficos hijos de satán que odian a su tierra a todos los que hablaran de los problemas del Mar Menor, Fernando López exigía una reunión para que el desastre ambiental que ha llevado a la ruina a todo el campo de Cartagena no sirva como “arma electoral”. La carcajada entre los compañeros de la prensa fue monumental.

Sobre la victoria histórica de la izquierda en la aprobación del Ingreso Mínimo Vital, el presidente solo acertó a decir con una sorna displicente que estaba “bien, muy bien”. Absolutamente nada de la repercusión que tendrá en las familias de la Región de Murcia, donde un 30% de la población vive en riesgo de exclusión y pobreza, más aún cuando su proyecto de renta garantizada (el subsidio autonómico) se ha desvelado como un completo fracaso por inaccesible.

Metido en el capítulo económico, desgranó los logros del mercado de trabajo al tiempo que olvidaba mencionar precariedad del mismo por inestable y de baja cualificación. El despropósito del líder popular llegó a su clímax cuando relató los dos únicos logros del ejecutivo conservador, la compra de terrenos para la ZAL de Cartagena (con dinero de la Autoridad Portuaria de Cartagena, o sea, del Estado) y la creación de una Oficina especial para analizar la viabilidad de más hoteles en la Región (esto es, derivar un funcionario a otra ventanilla). No se vengan arriba, ninguno de estas dos acciones se ha concretado.

Más deuda, menos impuestos

El resto del discurso fue un conjunto de lloros y quejas de un presidente que, a tenor de sus palabras, se siente atado de manos para cumplir con las obligaciones que le impone el Estatuto de Autonomía, cuando acusaba al Ministerio de Haciendo por no poder endeudarse más al tiempo que anuncia más bajadas de impuestos… y vamos por los diez mil millones de deuda. Los mismos millones que su socia de Gobierno, Isabel Franco, le dijo hace diez meses en su sesión de investidura, eran fruto de la nula planificación y el “despilfarro” del PP. O también cuando lamentaba haber perdido 4.600 empleos que hubieran llegado con el AVE, que deberán ser parecidos a los 3.700 que Valle Miguelez pensaba para la barbaridad que quieren hacer en la playa de El Gorguel, y que en ninguno de los dos casos han podido explicar con exactitud dónde y cuándo hubieran sido creados esos empleos.

No esperábamos del presidente grandes anuncios, cierto, pero entre los mortales siempre queda un halo de esperanza. La esperanza de no volver a la normalidad anterior a la pandemia, la normalidad anterior a los ancianos vilmente abandonados en las residencias, la normalidad anterior a una sanidad pública vaciada de recursos, la normalidad donde se nos mentía sin disimulo y se retorcían los datos hasta que dijeran lo que el gabinete de prensa de San Esteban quería que dijeran. Pues a eso mismo es a donde vamos a volver.

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