El ideario de la extrema derecha se escucha cada vez más en los pasillos y aulas de los centros educativos murcianos. Estudiantes que niegan la existencia de la pandemia, rechazan el feminismo o entonan cánticos franquistas empiezan a ser una constante a la que se enfrentan docentes, padres y alumnos. La última demoscópica del Centro de Estudios Murcianos de Opinión Pública (CEMOP) advierte de la afinidad de los jóvenes con el discurso de Vox: el sumatorio entre la intención de voto y la simpatía hacia los partidos políticos arroja un 20,3 por ciento de apoyos a la formación de extrema derecha provenientes de votantes de 18 a 31 años. Una cifra que solo supera el Partido Popular, con un 20,9 por ciento en la misma franja de edad. Los datos contrastan con el recuerdo de voto de las últimas elecciones en 2019: un 12,8 por ciento de murcianos entre 18 y 31 años metió la papeleta de Vox en las urnas.
No es un misterio que la Región es el núcleo duro de votos de Vox a nivel nacional: en las elecciones generales del 10 de noviembre de 2019 fue primera fuerza en la comunidad con 199.440 votos, es decir, el 28 por ciento del total de sufragios emitidos. Un año y medio después, la comunidad educativa da la voz de alarma por cómo ha calado la retórica extremista entre las nuevas generaciones.
La moción de censura fallida impulsada por PSOE y Ciudadanos contra el Partido Popular propició que una de los tres diputados díscolos de Vox, Mabel Campuzano, asumiera las competencias de la Consejería de Educación y Cultura a cambio de su apoyo para tumbar dicha moción. Una decisión plagada de críticas desde el sector cultural y educativo murciano. Docentes de la Región llegaron a calificar el documento con las “líneas maestras” de Campuzano: “sentimos comunicarle que no aprueba”. Aun fuera de Vox, la consejera se ha mostrado abiertamente favorable al discurso de la extrema derecha: se ha autoproclamado 'preguntacionista' –ha asegurado que no se vacunará contra la COVID-19– y es defensora del veto parental y de las teorías conspirativas del 11M. Su inclusión dentro del Gobierno de Murcia ayuda a legitimar los postulados de Vox.
“O estás con ellos o contra ellos”
El hijo de Sergio (nombre cambiado), de trece años, llegó un día a casa y le contó a su padre que sus compañeros solían cantar de pie el himno falangista 'Cara al sol' en la clase de historia. “Había enfrentamiento entre los críos, y la profesora no hacía nada por pararlos”, indica el progenitor. Chistes homófobos o cánticos franquistas eran situaciones habituales que la docente no intentaba acallar. Varios padres decidieron hablar con el jefe de estudios del centro educativo, que aseguró no saber nada de lo que sucedía, aunque reconoció que había escuchado por los pasillos del colegio gritos de “¡Viva España!” o “¡Viva Franco!”: “Lo cortó de cuajo y no volvimos a tener problemas”, asegura el padre.
Esther (nombre cambiado), docente de un centro concertado de Cartagena, lleva más de quince años dando clases y ha percibido en los últimos tres un cambio de comportamiento entre los adolescentes, algunos con “actitudes totalmente franquistas”. “Defienden de forma agresiva los ideales de Vox: antiinmigración, antimujer, antipolíticas de igualdad”, lamenta la profesora. No solo es el discurso en donde percibe el cambio entre el alumnado desde segundo de la ESO, sino en la forma de defenderlo: “No entienden que en democracia hay diversidad de opiniones. O estás con ellos o contra ellos”. La docente asegura que en segundo de Bachillerato hay estudiantes que se identifican abiertamente con el ideario franquista. En un proyecto que se hizo en el centro sobre personajes de la historia, varios alumnos optaron por interpretar al dictador Francisco Franco o a Primo de Rivera por afinidad ideológica. “Desde que comencé como profesora he visto un cambio en la forma de debatir: antes los estudiantes eran de izquierdas o de derechas, pero eran más dialogantes”.
“Son mensajes llenos de machismo, racismo o antiinmigración”
Javier es un estudiante de 17 años que va a un colegio de Murcia. Por las tardes, al volver de las clases es habitual que prepare información con sus padres para contrarrestar el argumentario de extrema derecha que sus compañeros y amigos le predican. “A veces los convenzo”, reconoce Javier, que admite que a algunos los argumentos se les quedan “cortos” y se niegan a rectificar. “Por ejemplo, muchos creían que el número de vacunaciones dependía del Gobierno central, y les hice ver que no, que era una competencia de la comunidad”, narra el alumno.
Su madre percibe, a través de las experiencias de su hijo, la importancia que tienen las redes sociales a la hora de calar el discurso de partidos como Vox en las nuevas generaciones: “Son mensajes muy simplistas, llenos de machismo, racismo o antiinmigración”. La progenitora ve que en su adolescencia lo que se entendía por ser “revolucionario” se asociaba a pensamientos de izquierda, mientras que ahora la rebeldía juvenil se está identificando en la extrema derecha.
Otra profesora de un instituto de Archena, Elena (nombre cambiado), que da clases a un grupo de FP Básica, cuenta que un grupo de unos doce alumnos no distingue entre los términos machismo, hembrismo y feminismo. “Usan la expresión 'feminazi', típico de la extrema derecha, critican las manifestaciones feministas y niegan cualquier tipo de explicación”, lamenta. A su aula acuden jóvenes de entre 15 y 18 años, señala que los estudiantes conflictivos suelen venir de familias desestructuradas y que las discusiones surgen a raíz de comentarios machistas que profieren algunos de sus alumnos. Elena es profesora desde 2005 y ha percibido un cambio fuerte en la actitud de los estudiantes a raíz de la pandemia, que reclaman su libertad individual frente a la salud pública. Una situación que ha “crispado” el debate político, y señala a Vox como uno de los precursores de la polarización. “Incluso tuve un grupo de estudiantes de cuarto de la ESO negacionistas de la COVID”, cuenta resignada la profesora, aunque señala que consiguió hacerlos “recapacitar”.
Banderas de España y cantos legionarios
Los alumnos de Silvia (nombre cambiado), otra profesora de primero y segundo de la ESO, se registran en una app educativa con nombres como 'Vox' o 'Santiago Abascal', o se ponen la bandera de España. “Lo hacen de forma inocente, pero es bastante curioso: ¿qué los lleva a hacer algo así?”, se pregunta la docente. También recuerda que el año pasado, antes del comienzo del estado de alarma, fueron a pie a una excursión y por el camino sus estudiantes decidieron cantar el 'Cara al sol' para pasar el rato. “Les llamamos la atención y les explicamos que lo que hacían estaba fuera de lugar, pero lo que nos sorprendió es que sabían la letra mejor que nosotras”, narra Silvia.
La última situación que recuerda la docente fue a principios de año, cuando propusieron a sus alumnos decorar un espacio de estudio. Un grupo de cuarto de la ESO apareció con una bandera gigante de España y la “colgaron en la pared”. Más tarde, se encontraron con varios de esos estudiantes sacando pecho y con una mano en el corazón mientras cantaban 'El novio de la muerte', himno oficioso de la Legión Española. En ese momento una compañera de Silvia sugirió a los estudiantes que debían informarse por el origen de la canción antes de cantarla.
El toque de atención valió para que al día siguiente el grupo de alumnos apareciera con enseñas de España atadas a los hombros a modo de protesta. “No teníamos problema con la bandera colgada en la pared. De hecho, sigue ahí a día de hoy”, indica la docente, que asegura que ni siquiera los padres veían “problema alguno” en lo que habían hecho sus hijos. La solución pasó por que la profesora de Historia les profundizara en una clase sobre la dictadura franquista. “Parece que lo entendieron porque desde entonces no ha habido problemas”. Silvia se muestra preocupada por cómo las nuevas generaciones asumen la retórica de la extrema derecha: “La interiorizan y la naturalizan desde la inocencia”.