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Vox se desangra en la Región de Murcia, su principal granero de votos

Javier Ortega Smith junto al líder de Vox en Murcia, José Ángel Antelo.

Elisa Reche / Erena Calvo

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Sonaba 'Que viva España' de Manolo Escobar y los tres diputados de Vox por Murcia recién elegidos para el Congreso de los Diputados –Lourdes Méndez, Joaquín Robles y Luis Gestoso– brindaban con vasos de plástico en la entonces sede del partido ante medio centenar de simpatizantes. “En Murcia comienza la reconquista”, dijo Méndez para celebrar que la Región era la única comunidad en la que Vox había quedado como primera fuerza con el 28% de los votos en las elecciones generales de noviembre de 2019. A los pocos días Santiago Abascal cortaba la cabeza de toda la dirección provincial y ponía al frente de una gestora al exjugador de baloncesto y portavoz en el Ayuntamiento de la capital murciana, José Ángel Antelo, que terminaría siendo elegido presidente y quien, a día de hoy, continúa siendo la única figura reconocida de un partido sin cimientos en Murcia.

A pesar de que con este movimiento Abascal quiso acabar con las acusaciones de presuntas irregularidades y designaciones a dedo, no cesaron los problemas en la comunidad que es el principal granero de votos de la extrema derecha. Todavía el pasado jueves el juzgado número cuatro de Cartagena decidió seguir adelante, aunque sin imponer medidas cautelares, con el pleito que mantienen los diputados regionales 'díscolos de Vox' –Juan José Liarte, Francisco Carrera y Mabel Campuzano, actual consejera de Educación y Cultura–. Todos piden que se les devuelva su condición de afiliados tras ser apartados por denunciar presuntas irregularidades en la financiación del grupo parlamentario.

El asunto está muy enconado con denuncias cruzadas en los tribunales y los medios de comunicación. El diputado Liarte descarta que finalmente le “llegue la querella por calumnias” con la que Antelo le amenazó tras celebrarse el pasado abril el acto de conciliación en el que el 'parlamentario díscolo' reiteró sus acusaciones de “financiación ilegal del partido”. “Estoy convencido de que no pasará nada porque tengo documentos que lo acreditan y, en ese caso, sería una oportunidad perfecta para poder demostrarlo”, explicó a este periódico Liarte, quien también se quejó de que la denuncia que puso en mayo de 2020 por estos hechos siga languideciendo en el juzgado número 1 de Cartagena. “Van a dejarla prescribir”, apunta.

“Vox no quería barones regionales y por eso prácticamente desaparece esa primera generación con más valía”, apunta una fuente inmersa en el conflicto. “No se puede comparar la solvencia de esas personas con los actuales miembros del Comité Ejecutivo Regional, quienes, a excepción de Rubén Martínez Alpañez, yerno de José Luis Mendoza, presidente de la UCAM [la Universidad Católica de Murcia, una poderosa institución en la comunidad], no tienen mucha solvencia: ahí está Carmen Menduiña, relacionada laboralmente con el ideólogo de la trama Gürtel, según publicó ABC, o Antelo, que es un gran jugador de baloncesto [disputó varias temporadas en el equipo que patrocina la UCAM] y que también está a sueldo de Mendoza, pero no tiene formación política. Lourdes Méndez parece ser que no ha venido a ninguna reunión”, apunta.

Las razones del choque, en todo caso, no son ideológicas, sino más bien una batalla por el poder. Esta semana Vox saltó a los telediarios por tratar de imponer que suene el himno español en los colegios, donde también se volverán a colgar las fotografías del rey de España, Felipe VI.

“El resultado del asunto del himno que han vendido como un éxito es que PP y Cs lo han limitado a que suene cuando haya un acto solemne cuando lo solicite el centro en lugar de todas las mañanas como pretendían. Con todos los problemas que hay en los centros de la Región, como el amiantado de los edificios, esta propuesta solo busca dividir. Más allá de este momento de crispación política a raíz de lo sucedido en Ceuta y el tema de los indultos, no creo que sean capaces de generar ilusión”, añade.

Un crecimiento ralentizado

Vox está perdiendo parte del terreno ganado en la Región de Murcia en los últimos tiempos. “Su crecimiento no se ha frenado, pero sí que se ha visto ralentizado”, explica a elDiario.es el politólogo Francisco Javier López Carvajal, quien destaca que les puede penalizar el no tener un mensaje en clave regional “ni un liderazgo consolidado; tanto como carecer de bases, porque es un partido muy vertical”. Esa ausencia de unos cuadros sólidos que les sustenten lo repiten algunos exmiembros del partido: “Solo tienen eslogan y discurso, la sensación es que juegan todas las cartas a la imagen de José Ángel Antelo”. En la Región de Murcia –reconocen– “había un fuerte caldo de cultivo de votantes del PP descontentos que fueron a parar a Vox”, tratan de explicar el aluvión de votos que aupó a esta formación hasta conseguir cuatro diputados regionales, cifra que duplicarían actualmente según el reciente sondeo demoscópico publicado por la propia UCAM.

“No éramos políticos expertos, pero sí gente preparada; ahora hay menos nivel, no hay mentes pensantes, su única forma de hacer política es pedir dimisiones”, que en la Región de Murcia se ha traducido en estos últimos meses en el abandono de nueve concejales y la expulsión del portavoz del grupo municipal en el Ayuntamiento de Cartagena, Gonzalo Abad. El mediático Alfonso Galdón –conocido por ser uno de los principales impulsores del veto parental– también se desmarcó de los de Santiago Abascal tras impugnar la lista de José Ángel Antelo en las primarias del partido y terminó fundando su propia formación, Valores. Pocos quedan de los que conformaron el originario Vox en la Región de Murcia.

“Es cierto que en Murcia obtuvieron muy buenos resultados, pero la clave del discurso es muy nacional, no hay que olvidar que abogan por la supresión de las autonomías”, explica López Carvajal. En la Región, enumera, “está el tema del trasvase o del Mar Menor, pero la mayoría adquieren un cariz nacional, como el veto parental, que al final lo que hace es ir en contra de la Ley Celaá”.

Coincide en el análisis Juan José García Escribano, profesor de Sociología en la Universidad de Murcia (UMU) y codirector del Centro de Estudios Murcianos de Opinión Pública (CEMOP): “El votante de Vox no mira a Murcia, sino a Madrid. El voto a Vox es, por una parte, muy ideológico y este es fijo, y hay otra parte volátil que puede proceder hasta de la izquierda y que vota a este partido por sentimiento de cabreo o rechazo”. En cualquier caso, continúa, “el liderazgo que cuenta es el nacional y más en estos partidos con una estructura partidista tan centralizada y piramidal, como también ha pasado con Ciudadanos”.

“Tienes que estar todos los días en televisión para que te conozcan, a poco que dejes de salir, te olvidan”, asegura Escribano. “No creo ni que los murcianos distingan que son los 'díscolos' de Vox quienes apoyan al Gobierno regional en lugar de los originales”.

Claves en la aritmética parlamentaria

El fortín de la extrema derecha en la Región de Murcia se ha ido desarmando en los últimos meses, aunque en las elecciones autonómicas del 26 de mayo de 2019 irrumpieron con fuerza y se quedaron con un 9,39 por ciento de apoyos y cuatro escaños. En la capital entraron al Ayuntamiento con el 10,12% de votos y tres concejales.

Fueron pieza clave tras los comicios autonómicos, para que el ya fallecido gobierno en coalición de PP y Ciudadanos sacara adelante sus propuestas parlamentarias. Los presupuestos regionales de 2020 se aprobaron gracias a Vox. A cambio, PP y Cs abrazaron el veto parental, que caería en desgracia tras un recurso del Ministerio de Educación y su consecuente suspensión. Sus díscolos también han sido una de las llaves necesarias para apoyar junto a los tránsfugas de Cs al Gobierno de Fernando López Miras, amenazado por la moción de censura.

Todo apunta a que no va a haber elecciones anticipadas en la Región: el Gobierno del PP tiene atados los apoyos necesarios con los ex de Vox y los tránsfugas de Ciudadanos. Con ese mapa político, cabe la posibilidad de que los díscolos de estos partidos puedan terminar en las listas del PP cuando se agote la legislatura. El único problema del Gobierno actual es que precisa de un diputado fuera de los díscolos para la mayoría absoluta, pero ese diputado es Alberto Castillo, quien se puso de perfil en la moción de censura con su abstención, pero que ya ha votado en contra de iniciativas que sus compañeros, afines a Arrimadas, han apoyado. Incluso ha anticipado ya su voto a favor de los presupuestos regionales.

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