Crece el número de positivos del brote de las zonas de ocio en Murcia: “A medida que avanza la noche, la seguridad se relaja”

Wendy Dávila

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“Mi amigo y yo bebimos de la misma copa, por lo que tuve que pillar el coronavirus ahí”, afirma Hugo, una de las 48 personas afectadas por COVID-19 en el brote que ha tenido lugar en la zona de ocio de las Atalayas en Murcia capital y que ha obligado a la Consejería de Salud a limitar el aforo a 15 personas como máximo tanto en reuniones familiares como sociales y a cerrar el ocio nocturno en el interior de los locales, permitiendo solo el uso de las terraza.

Hugo acudió el 11 de julio a una de las cuatro discotecas que el fin de semana pasado Sanidad cerró por detectar casos de COVID-19 relacionados con el vuelo de Bolivia. El joven estuvo en el emplazamiento junto a su grupo de amigos, y unos días después empezó a tener dolor de garganta y fiebre. “En un primer momento no pensé en hacerme la prueba, pero un amigo mío me llamó y me dijo que me la hiciese porque él había dado positivo”, relata. Hugo y su amigo bebieron de la misma copa, por lo que tras hacerse la prueba, dio positivo inmediatamente.

“Mi amigo asegura que pilló el coronavirus en la discoteca a la que fuimos ese fin de semana”, asegura Hugo y añade que “tengo otras muchas amistades que también han dado positivo porque han estado ese mismo fin de semana en la discoteca”. Por otro lado, Hugo afirma que en la discoteca había muy pocas medidas de seguridad: “Podías moverte sin restricciones y sin mascarilla, todo el mundo estaba pegado. Había margen entre las mesas, pero les daba un poco igual todo”. 

Otras dos jóvenes que acudieron el 10 de julio a la misma discoteca que Hugo han asegurado a este diario que las medidas de seguridad “se fueron relajando conforme pasó la noche”. Gabriela y Elena (el segundo nombre cambiado a petición de la entrevistada), salieron en el mismo grupo junto a otras seis personas. “Al entrar tomaban la temperatura y no te dejaban estar en la barra”, dice Gabriela, pero Elena afirma que cuando ella llegó a la discoteca no controlaban que la gente llevase mascarilla: “Les daba igual que la gente entrara con mascarilla, con que pagaran era suficiente”.

Respecto a las medidas de seguridad dentro de la discoteca, Elena asegura que “te permitían bailar dentro de tu grupo y al lado de tu mesa”, a lo que Gabriela añade “no había control del personal respecto a si te movías de tu mesa o no, pero tampoco ví mucho movimiento”. Las dos relatan que una vez dentro, la gente no se ponía mascarilla y que los geles hidroalcohólicos que habían a la salida del baño apenas se usaban. Pese a todo ello, recalcan que el personal de la discoteca si usaba debidamente la mascarilla y seguía el protocolo de seguridad.

“En general, no vi nada preocupante, pero sí que es verdad que había gente que se encontraba con amigos y se saludaban o bailaban juntos aunque no estuviesen en la misma mesa. Al final, no se controlaba muy bien todo eso y cuando la gente va borracha no hace caso de las medidas de seguridad”, asegura Elena.

Por otro lado, Gabriela cuenta que al jueves siguiente de lo sucedido ese fin de semana, salió a otro bar de la zona de las tascas, en el centro de la capital murciana, donde la camarera les permitió fumar cachimba a ella y a una amiga pese a que desde el 13 de julio está prohibido compartirlas en cualquier espacio público. “En un primer momento no nos dejó, pero al ver que solo éramos dos, nos hizo firmar un papel de que la responsabilidad era nuestra por si venía la policía. Aún así, luego llegó un grupo más numeroso y les dijo lo mismo”, recalca.

Problemas a la hora de pedir la cita para la PCR

Tanto Elena como Gabriela aseguran que les ha costado mucho conseguir cita para hacer la prueba de la COVID-19. “Yo tuve que llamar y pedir cita de urgencia porque por vía telemática no me daban cita hasta el 8 de agosto”, asevera Elena.

Hasta el momento, Elena no tiene respuesta pese a que se hizo el PCR el domingo pasado. Gabriela, después de probar durante varios días, ha conseguido cita para la prueba de la COVID-19 a finales de esta semana.

“No sé qué problema hay con los servidores del sistema de salud murciano, pero me salía todo el momento que no había cita con el médico. Tras llamar varias veces a mi centro de salud, conseguí que me cogieran el teléfono. Me dió la cita pero con malas ganas”, relata Elena. Su hermana, que estuvo con ella también de fiesta por la zona de Atalayas, sigue esperando a que le llamen del Hospital Reina Sofía para que le hagan la prueba. Las dos jóvenes se encuentran en su casa haciendo cuarentena a la espera de que desde Salud se les de una respuesta a su situación.