Francisco Griéguez Pina (Murcia, 25-10-1918), uno de los últimos supervivientes españoles de Mauthausen, ha fallecido este miércoles a los 99 años en su domicilio particular de Gardanne (Francia), ciudad que lo acogió tras ser liberado de este terrible campo de concentración nazi.
El deportado nº4.058 deja un importante legado en su lucha por la defensa de la libertad y la democracia, tanto en España, como soldado republicano, como en Europa con su oposición al nazismo. Sin embargo, este compromiso de Griéguez, como el de tantos deportados españoles, no fue nunca reconocido por nuestro país, quedando pendiente ese gran homenaje institucional que la democracia española sigue dejando en el tintero del olvido.
Paco, como le gustaba que le llamaran, “nos ha dejado, pero él estaba muy feliz, muy agradecido, porque pudo sentir en sus últimos días el cariño de su amada Murcia”, afirma Juana, su viuda, emocionada por la triste noticia de su fallecimiento.
“Murcia es mi vida y está en mi corazón”, dijo Griéguez cuando supo que el ayuntamiento de su ciudad aprobó por unanimidad el pasado verano hacer un homenaje a los murcianos de la ciudad deportados a los campos nazis y “rendir homenaje personal a D. Francisco Griéguez Pina y hacerle llegar una placa de reconocimiento”, indicaba la moción.
A partir de este momento, el superviviente murciano recibió constantes muestras de afecto: “Quiero que sepáis lo feliz que hicisteis a Paco, jamás pensó recibir este amor de su tierra después de tanto tiempo. Me pidió que os lo dijera antes de morir. Muchísimas gracias a todos de corazón”, expresa Juana.
“Sueño con Mauthausen”
“Sueño con Mauthausen”Con esta contundente afirmación recordaba Griéguez sus más de cuatro años de cautiverio en el campo nazi de Mauthausen (Austria). La vida de Paco cambió, como la de tantos hombres y mujeres, con el inicio de la Guerra Civil Española. Antes del conflicto, él era un joven que se ganaba la vida trabajando en una fábrica de juguetes de Murcia. Con apenas 17 años, vive el estallido de la guerra y Griéguez decide alistarse como voluntario para luchar contra Franco y para defender su apreciada II República.
En 1939, tras la conquista de Cataluña a manos de Franco, más de medio millón de republicanos deciden tomar el camino del exilio francés. Entre ese contingente también se encontraba Paco, y el campo de internamiento de Saint-Cyprien se convirtió en su primera parada en esta travesía. Sin agua y hambrientos, la extensa playa donde se ubicaba el campo no era el recibimiento que esperaban los republicanos españoles de la democracia francesa.
Poco después se alistó en la 27ª Compañía de Trabajadores Españoles con destino a la defensa de la Línea Maginot. Tras luchar contra Franco, ahora tocaba hacer lo mismo contra su socio Hitler. En junio de 1940 fue capturado y enviado al Stalag XII-D, un campo de prisioneros de guerra situado en Trier (Alemania) y donde fueron tratados relativamente bien, según lo estipulado en los distintos convenios internacionales.
Las excelentes relaciones entre Madrid y Berlín provocaron que el destino de 9.300 españoles fuera el de los terribles campos de exterminio del III Reich. Así pues, la Gestapo localizó a Paco en Trier y lo subió a un vagón de mercancías con rumbo a Mauthausen el 3 de abril de 1941.
Francisco Griéguez recordaba con gran precisión sus más de cuatro años de cautiverio en Mauthausen: su llegada al campo, el día de la desinfección en el que permanecieron desnudos mientras fumigaban a la multitud de piojos y pulgas y, por supuesto, el hambre, los trabajos forzados, las torturas, la muerte o el horno crematorio.
El 5 de mayo de 1945 fueron liberados por las tropas estadounidenses. Paco, como el resto de los españoles, sabía que en la España de Franco no eran bienvenidos. Esta vez sí, Francia los acogió como héroes “y nos daban muchos bocadillos y me llenaba los bolsillos de azúcar. No paraba de comer”, comentaba un Griéguez que pesaba 35 kilos cuando salió de Mauthausen. En 1946 se instaló en Gardanne, ciudad próxima a la costa azul, donde se casó con Juana. El murciano no pudo visitar su tierra natal hasta la muerte de Franco, 39 años después de que dejara su casa para defender la II República.
El próximo lunes se inaugura un monolito en su honor
El próximo lunes se inaugura un monolito en su honorLa casualidad ha hecho que el Ayuntamiento de Murcia comunicara este martes que se daría cumplimiento al pleno del pasado verano, inaugurándose un monolito para dignificar a los 85 vecinos de la ciudad que sufrieron la deportación a los campos de concentración nazis. Sin embargo, esta demora ha provocado que Francisco Griéguez no haya podido ver ese lugar de memoria que lo homenajeará a él y al resto de sus compañeros murcianos. En este sentido, su mujer Juana confirma que en próximas fechas el municipio de Gardanne hará un acto de reconocimiento en honor a su marido.
A pesar de todo, Griéguez sí pudo recibir en vida ese cariño que a tantos españoles deportados les fue negado. Él no paraba de sonreír con tantas muestras de apoyo, al mismo tiempo que recordaba la importancia de conocer su historia, más aún con la situación que vive Europa y Francia en la actualidad: “Le Pen es igual de fascista que Franco”, advertía Griéguez sobre el calado que el discurso de extrema derecha estaba teniendo en su país.
Que sirva su legado para estar prevenidos ante la barbarie.
Descansa en paz.