Una investigación de la UMU concluye que el polen genera una mayor agresividad del melanoma en peces cebra

 El polen de abeja es considerado un alimento con propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y antienvejecimiento. De hecho, en muchos países presenta una elevada tasa de consumo debido a estos supuestos beneficios. Sin embargo, existen pocos estudios en animales y ninguno en humanos que demuestren de forma inequívoca todas estas bondades.

El grupo de investigación de la UMU encabezado por Mulero Méndez ha realizado estudios en peces cebra alimentados con polen de abeja que muestran una alteración muy importante de la microbiota intestinal, un conjunto de microorganismos que habitan en el intestino y que resultan esenciales para la salud de muchos animales, incluidos los humanos. Por otro lado, empleando modelos de melanoma, el cáncer de piel más agresivo y que se origina en las células (melanocitos) que producen el pigmento que nos protege de la radiación solar, se ha comprobado que la alimentación de estos animales con polen de abeja favoreció el crecimiento de este tumor.

El cáncer necesita glucosa para crecer

Aunque el estudio es descriptivo y no aborda si existe una relación directa entre los cambios en la microbiota y el mayor crecimiento tumoral, una posible razón de este efecto nocivo sería el gran contenido en azúcares que contiene el polen. Mulero aclara que no existen evidencias categóricas de que el polen, y por tanto el azúcar, genere cáncer per se, pero limitar su ingesta en pacientes que ya han desarrollado esta enfermedad puede resultar beneficioso, pues los tumores “necesitan mucho azúcar para crecer”.

 “Acabamos de publicar un artículo cuyo contenido creo que es de interés público, ya que demuestra que el consumo de polen de abeja por los peces cebra produce un cambio importante de su microbiota intestinal y promueve mayor agresividad del melanoma”, señala Mulero.

 Por este motivo, el estudio advierte de que el consumo de polen de abeja no tiene por qué ser beneficioso. Asimismo, se constata la necesidad de abordar más estudios en animales y ensayos en humanos. 

 Este trabajo forma parte de la tesis doctoral de Isabela M. Di Chiacchio, publicada en la revista Scientific Reports. El trabajo ha sido tutelado entre la UMU y la Universidad Federal de Lavras (Brasil) y codirigida por el profesor Victoriano Mulero Méndez y Luis D. Solis Murgas. También han participado investigadores de Brasil y dos más de la UMU, la Dra. Elena Gómez Abenza y el investigador predoctoral Juan Francisco Rodríguez Vidal.