Lolita Versache se fue de Sevilla a Madrid para encontrar tacones del número 45 y una peluca buena en una época en la que no había internet y había que desplazarse para hacer estas compras. Estuvo 15 años viviendo en Madrid de los cuales cinco transcurrieron en la sala ‘A noite’, que le dio la oportunidad de nacer como artista. Compartir espacio con transformistas de las antiguas, auténticas copleras, propició que Lolita cogiera tablas en el escenario. Después de pasar dos años en El Molino de Benidorm, La Versache aterrizó en Murcia, donde lleva seis años trabajando en el mítico local de ambiente ‘Piscis’. Aquí está en casa. Fuentes muy cercanas a la artista informan de que se la ha visto vaciar una bolsa de patatas fritas con olivas en un plato y rociarlas con un buen chorro de limón y pimienta. Murcia se le ha metido dentro y no hay exorcismo que la saque. Larga vida a Lolita Versache en nuestra tierra.
¿Cómo fueron tus comienzos?
Empecé en Sevilla en el único bar de ambiente y transformismo que había, que ya no existe, hace 21 años. Por eso digo que la Lolita cumple 21 el 18 de noviembre de este año, porque fue el primer día que me subí a un escenario. La cosa empezó porque a un amigo de mi grupo le gustaba mucho este espectáculo y siempre iba a ver los shows y un día me dijo, ¿por qué no haces tú esto? Un día abrieron una especie de convocatoria para que participáramos varias travestis, buscaban gente nueva. Para el ganador se abría la posibilidad de hacer más actuaciones allí, de empezar a trabajar. Éramos once en total. Gané yo por aclamación popular. Hice tres temas, uno de Merche, otro de Lara Fabian y otro de Helena Paparizou. Estaba nerviosa y como era mi primera vez, llamé a mucha gente y vinieron muchos amigos, me sentí muy arropada por toda esa gente que me quería. Me ayudaron a vestirme, a maquillarme, a todo. Yo era frutero y tenía trabajo, pero con las cosillas que me iban saliendo me fui metiendo en ese mundo y al final mira, llevo ya 20 años en esto.
¿Y cómo fue que viniste a Murcia?
En Madrid llegó un punto que quise dejar la noche, iba todos los días de Lolita y no quería eso. Me apetecía tener un cambio, tener más vida personal y dejar a Lolita un poco aparcada, así que me fui a Benidorm y fue un descubrimiento. Allí viví tres años, sumergida en la vida del pueblo y trabajé en el Molino. Era la primera vez que yo veía un espectáculo así: plumas, cabaret, toda la cultura parisina… Me dijeron que ahí tenía que actuar Jonathan con la cara maquillada como mujer, pero no Lolita Versache. Querían que actuara de chico, así que estuve aprendiendo coreografía, movimientos, me refiné muchísimo como artista. Querían un artista versátil, al principio salíamos acompañando a la vedette principal y luego hacíamos números individuales de musical, el Fantasma de la Ópera y esas cosas. Aprendí muchísimo. Allí conocí a gente de Murcia y después me surgió venir a Murcia y me vine. Para mí fue otro descubrimiento. Murcia se parece bastante a Sevilla; los andaluces y los murcianos tenemos personalidades muy parecidas. Lolita se siente querida en Murcia y Jonathan también.
Déjame preguntarte en este baile de identidades por el trasvase Jonathan-Lolita. ¿Qué se transforma cuando te subes a los tacones, te maquillas y te colocas una peluca?
Cuando empiezo a maquillarme ya empiezo a darme cuenta de que me cambian los gestos; la manera de coger los pinceles es más femenina, también me cambia la voz. Cuando ya me he hecho las cejas, me pongo las pestañas, me coloco la peluca, me pinto los labios, cruzo las piernas de una manera que Jonathan nunca lo haría y ya sé que Lolita está aquí. También hay cambios según las actuaciones, la ropa, incluso las pelucas… Son como versiones de Lolita diferentes. Lolita tiene una personalidad muy fuerte, muy marcada. Es un mujerón. Depende del look seré más señora, más loca, más sofisticada o más de barrio. Siempre tengo que salir bien, ya sea de señora o de putón, busco la perfección. En mi proceso de transformación, yo no hago parodia de la mujer, yo la alabo, la homenajeo.
¿Tuviste referentes en el proceso de creación de Lolita Versache?
Al principio en realidad no. Después sí, en Madrid empiezo a conocer artistas como Andoneghy o la Ricky, que fueron las que me ayudaron en mis comienzos. Pero enseguida destaqué porque yo hacía algo diferente. Yo interpretaba a Merche, Thalia y Mónica Naranjo. Las artistas con las que actuaba eran más folklóricas, más clásicas. Ellas cantaban a Paloma San Basilio e iban tapadas hasta el cuello. Yo salía en bragas y sujetador y me tiraba por el suelo cantando a Paulina Rubio.
Entre Jonathan y Lolita, ¿se mueve la sexualidad en un eje diferente?
Pues mira, Jonathan es gay y Lolita no es sexual. Lolita es objeto de deseo (ojete de deseo, JA-JA) pero no sujeto de deseo. Lolita crea mucho morbo, mucha tensión sexual, hay mucho fetiche. Cuando anuncio mi espectáculo en Wallapop y por Instagram me llegan un montón de mensajes sexuales por parte de gays y mujeres lesbianas. Lolita despierta también mucho deseo sexual en las lesbianas y en las mujeres y hombres bi.
¿Consideras que hay algún tipo de riesgo en el alter ego? ¿Cómo crees que interactúa la creación del personaje con la salud mental?
Cuando estás todos los días vestida de mujer, como en mi época de Madrid, es una lucha dura. Nunca hay que dejar que el personaje te coma. Gracias a Lolita conozco gente, Jonathan es más complicado para conocer gente, más reservado, tímido, desconfiado. Lolita tiene más manga ancha con la gente y es más simpática. Creo que en el momento en el que no sabes distinguir, puede ser un problema de salud mental, porque es como si te estuviera poseyendo alguien que no existe, te desinhibes en una personalidad que te has inventado pero que no es real. Te puede aportar, te puede ayudar de determinada manera, por ejemplo, a mí Lolita me quita los problemas, me alegra, pero creo que sería un problema para la salud mental de Jonathan. Yo trato a Lolita en tercera persona, como otra persona diferente. Desde el primer día. Lolita sirve de terapia, pero no soy yo. No hay nada de mí en Lolita, ella es otra persona completamente diferente, con su vida, con su mundo. Jonathan se anula totalmente. Jonathan no está ahí. Cuando se va la Lolita me da siempre un bajón de energía brutal, me deja K.O un rato, y es el cambio de personalidad, no tanto el show o el bailar o el trabajo físico, es realmente el cambio de personalidad, es agotador. Es como el trabajo que hacen los actores y las actrices. Por eso, yo sé que mis espectáculos funcionan. Lolita es muy buena y se encarga de eso. Cuando en el escenario no hay mucha diferencia entre la persona y el personaje, hay carencias en el show.
Háblame de lo cotidiano en el mundo de la noche en un espacio seguro como es el Bar Piscis ¿Qué es lo más fácil y lo más difícil de ser Lolita?
Lo más fácil es que te quieran. Lolita ofrece risas, humor, locura, es muy fácil quererla y eso es muy gratificante. Lo más difícil es hacer el show para personas que no sabes realmente quiénes son, quiénes van a venir, si están bebidos, si tienen algún problema, si son infelices sexualmente, etc. Aunque no lo parezca hay que tener mucha sensibilidad y un tacto increíble a la hora de hacer este show, saber calar a la gente.
Te sirves del humor de una manera muy talentosa para, a mi modo de verlo, hacer pedagogía. Háblame de eso. ¿Qué análisis haces tú del uso del humor para combatir los discursos de odio o la discriminación?
Tener un micrófono en la mano y un público delante para mí es un poder. Y a mí me gusta aprovecharlo. Hay mucha psicología dependiendo del público que tienes delante. Como el local es de ambiente, hay que poner la alfombra roja a quien no está en las siglas, por decirlo de alguna manera. Una persona hetero tiene que saber que se puede reír (yo siempre digo ríete porque no vas a ligar jajaja) y estar ahí a gusto, pasándoselo bien y encima con una travesti en el escenario. Es muy potente. Es hacer un poco lo contrario que hacen con nosotros en otros sitios, que nos hacen sentir incómodos o que sobramos. Ese es el poder de las personas que tenemos el micrófono y yo lo siento como una responsabilidad. Es mi deber hacer eso. Es hacer activismo desde el escenario. Y no sólo la semana del Orgullo; es todos los días.
Este año en Murcia hay una manifestación* convocada por el Orgullo Crítico el miércoles 28 con motivo del Día del Orgullo, ¿Lolita va a asistir? ¿Y qué hay de la tradicional cabalgata de todos los años? ¿Qué ha pasado?
No se sabe realmente el motivo por el que No te Prives, colectivo que tradicionalmente organiza, no ha dicho nada en redes ni en ningún sitio al respecto, no se ha pronunciado. Dos días antes de las elecciones me enteré de que no había desfile y empecé a publicarlo en mis redes y a decirlo en mi show. La gente preguntaba por qué, pero no tenemos razones. Creo que, mínimo, se debería haber anunciado que no había desfile y es una pena porque cada año salía bien y esto me parece dar un paso atrás. En Murcia hace falta una unión de colectivos. Es obvio que falta trabajo en equipo en esta ciudad. A la manifestación del 28 por supuesto que irá Lolita, que es para eso es activista.
*La manifestación convocada por el Orgullo Crítico de Murcia saldrá el miércoles 28 a las 19.30 de la Plaza de la Universidad.