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Una persona sin hogar, obligada a pasar la cuarentena en un coche tras dar positivo en COVID-19: “Ya no sé qué pinto en la vida”

Laura Yelo

28 de noviembre de 2020 06:01 h

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“Solo necesito un poco de ayuda” cuenta Antonio, de 64 años, sentado en su coche -y su hogar-. Lo tiene aparcado en la pedanía murciana de Alquerías, lugar en el que nació. Lleva tres años viviendo en el vehículo y siete trabajando en negro. La capital reabrió la hostelería hace escasos días, gracias a la baja incidencia de casos de COVID-19 en la Región, y algunas mañanas se acerca a un bar de la zona donde le ofrecen un desayuno, pero reconoce que no debería estar “dando muchas vueltas”. A mediados de octubre, Antonio dio positivo en coronavirus. A día de hoy, desconoce si ya ha superado la enfermedad.

Debido a su situación, el centro de salud de Alquerías se puso en contacto con el Ayuntamiento de Murcia para que el hombre pudiera hacer el confinamiento en algún lugar que no fuese su coche, pero fue imposible: “Me dijeron que no había casas disponibles”, cuenta Antonio. Pese a que el Gobierno de la Región de Murcia habilitó 207 plazas en cuatro establecimientos para acoger a personas sin hogar durante el estado de alarma, en esta segunda subida de casos desde el mes de octubre, la administración regional y local han descartado habilitar recursos para los sin techo.

Desde hace casi 50 años, Antonio es pintor de profesión. Hace diez perdió su empleo y desde entonces se dedicó a realizar trabajos puntuales para amigos o conocidos de la zona donde reside, lo que le permitía tener un sustento para las necesidades básicas. Debido a la pandemia hace varios meses que no está recibiendo ningún ingreso con el que subsistir. “Me separé de mi mujer hace años y desde ahí todo en mi vida fue cuesta abajo” cuenta el hombre.

Pese a que heredó la vivienda de sus padres, tuvo que venderla para hacer frente a un préstamo: “Pagué lo que me pedía el banco, pero perdí mi casa”. Antonio afirma que, tras 15 años cotizados, podrá en marzo del año que viene pedir la jubilación, “imagino que algo me darán”, y continúa diciendo que necesita “una ayuda de aquí a marzo”.

Tras no poder proporcionarle una alternativa habitacional, los servicios municipales le ofrecieron la oportunidad de una ayuda de alquiler social. Para acceder a ella, solo le falta abrir una cuenta bancaria, “no lo he hecho aún, porque no tengo ni 20 euros para activarla”, lamenta el alqueriense. “Ya no sé qué pinto en la vida” sostiene, aunque añade que se encuentra muy arropado por los vecinos de de la pedanía: “Me dan comida cuando no tengo qué echarme a la boca”. Antonio tiene dos hijos que viven fuera de Murcia y con los que actualmente no tiene contacto, sin embargo señala que “son lo que más quiero, pero no quiero ni darles problemas, ni que sepan en la situación en la que estoy”.

Su caso no es aislado: la administración está encontrando dificultades para proporcionar una residencia a personas en la misma situación. Según fuentes de estos servicios, la crisis sanitaria y social de la pandemia por la COVID-19 está dejando al descubierto las “graves carencias y falta de recursos existentes para las personas en situación de vulnerabilidad o riesgo social”.