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Profesionalidad y compromiso

El UCAM Murcia cerró la temporada con una brillante victoria en la Fonteta del siempre temible Valencia Basket, y al final logró que aquellos que en enero querían -queríamos- que terminase la tortura cuanto antes, suspirasen -suspirásemos- de pena por no poder disfrutar más de este equipo, aunque sólo sea durante una jornada.

Los de Katsikaris ganaron como venían haciéndolo últimamente, con un juego donde prima lo colectivo tanto en defensa como en ataque, castigando los puntos débiles del rival -y mira que es difícil encontrárselos a Valencia-, teniendo paciencia, dominando el ritmo del partido, leyendo perfectamente cada momento del choque y haciendo gala de una concentración, un compromiso y una profesionalidad doble o triplemente valiosa, por cuanto la salvación ya estaba lograda.

Nada había que reprocharles si se perdía en la pista de uno de los mejores equipos de la liga, como nada se les reprochó por caer ante Gran Canaria y Unicaja en las dos jornadas anteriores, porque hicieron todo lo que pudieron y aun así no fue bastante. Pero eso a los jugadores del CB Murcia no les importó: unas horas antes Bilbao había perdido su partido, y por si este grupo necesita alguna motivación aparte de la que le ha inoculado el técnico griego, si es que le hace falta más hambre deportiva de la que ya tiene, echó el resto y se vació en la pista para doblegar a los valencianos, para dibujarles la cara de pócker con la que terminaron el encuentro y para alcanzar el 9º puesto en la clasificación final.

En esos términos clasificatorios, la que acaba de terminar es la segunda mejor posición histórica del CB Murcia en ACB, y ha llegado en la temporada de su ansiado debut europeo y de la mano del mismo entrenador que logró firmar el mejor año del club hace tan sólo unos meses: Fotis Katsikaris.

Ya hemos comentado muchas veces las mejoras que ha experimentado el CB Murcia desde que Katsikaris se hizo cargo del banquillo; hemos mirado y calculado los números sin salir de nuestro asombro. Las cuentas son sencillas y el resultado es espectacular, tanto que parece imposible que haya sucedido realmente. Con la brocha gorda y de manera muy general, nos quedamos con que en la jornada 18ª el CB Murcia ocupaba la 14ª posición, con 5 victorias y 12 derrotas -sólo un triunfo sobre los puestos de descenso-, y con 1.361 puntos a favor y 1.417 en contra, y que desde entonces ha sumado un balance de 9 victorias y 6 derrotas, con 1.197 puntos a favor y 1.148 en contra. Son números de 'equipo top' de la liga.

Los numeros cantan tan alegremente como una cavernera, pero su traslación a la pista es tan sencilla y tan difícil al mismo tiempo como llevar a cabo un correcto reparto de papeles, un buen trabajo técnico-táctico y de 'scouting', y un lote de ingredientes psicológicos que se resumen en la profesionalidad y la ambición de unos jugadores plenamente comprometidos. Sobre eso se construye un equipo competitivo que ha derrochado confianza y buena química donde antes sólo había inseguridad e individualismo. Lo que sucedió el domingo pasado -el partido y el contexto del partido-, fue una síntesis perfecta y un ejemplo inmejorable para señalar todas las virtudes que atesora el CB Murcia de Fotis Katsikaris. Un epílogo en letras de oro.

Hasta qué punto llega el hambre del grupo que, minutos después de cerrar de manera tan brillante el año, el propio entrenador reconoció su sensación “agridulce” por el hecho de no haber podido entrar en los playoffs; por tener que irse a casa y verlos por la tele. Lo mismo le he oído a Facundo Campazzo. Querían más, porque cuando se han dado cuenta de lo que son capaces de hacer, ya no les quedaba liga para hacerlo. Yo, que para algunas cosas tengo buena memoria, de pronto he recordado aquel CB Murcia de la temporada 2007/2008, aquella gran plantilla en la que se tiró de talonario como en ninguna otra, con la empresa Polaris a los mandos, y que levantó el pie del acelerador en cuanto vio de cerca la permanencia.

Ese equipo se dejó llevar claramente firmando un pobre 4-10 en las últimas 14 jornadas de liga, y no quiso o no supo aspirar a nada más. Faltó la profesionalidad que se demuestra cuando hay compromiso: compromiso con tu profesión pero también con tus compañeros, con tu club, con tus colores, con la afición y con la ciudad que te acoge, y cuyo nombre llevas en la camiseta a la vista de todo el mundo. Qué diferencia la de aquel CB Murcia y el que acaba de terminar la liga en 9ª posición, que cuando lo más fácil era dejarse llevar, quiso enseñar que ser un buen profesional del baloncesto es también y sobre todo una cuestión de compromiso (otro CB Murcia ejemplo de compromiso que me viene a la mente ahora: el que remotó un 2-0 en contra en el playoff por la permanencia, en la temporada 1993/94)

Para terminar este artículo, y a falta de opinar sobre cuestiones no estrictamente deportivas del pasado reciente y del futuro inmediato -cosa que haré en este mismo medio dentro de unos días-, debo aplaudir que el club haya sido capaz de reflexionar y de corregir errores a mitad de una termporada en la que también se vio obligado a cambiar sus objetivos iniciales -lo que debe ser tenido muy en cuenta-. Debutar en EuroCup tras el maravilloso año que hizo el CB Murcia la temporada anterior, fijarse la meta de disputar Copa y Playoffs y que las cosas se torcieran como se torcieron, resultó muy angustioso para todos: jugadores, cuerpo técnico, gestores, propietarios y afición. Sin embargo, los dirigentes tomaron la decisión de destituir a Quintana -se podrá debatir si pronto, tarde o justo en el momento preciso-, trajeron de nuevo a Fotis Katsikaris y, con ello, redimieron aunque sea parcialmente una gestión que merece unos cuantos asteriscos y comentarios al margen. Tiempo habrá para hacerlos.