Decenas de vecinos han recorrido el paseo marítimo de Santiago de la Ribera para protestar contra los últimos vertidos a la laguna salada bajo el lema “Pasión y calvario del Mar Menor”. Los manifestantes han hecho una ruta simbolizando las múltiples agresiones que ha sufrido la albufera a lo largo de la historia. El colapso ecológico que ha padecido el Mar Menor ha sido causado, especialmente, por la explotación agrícola y ganadera intensivas a su alrededor. El vertido de fertilizantes para los regadíos y los desechos de las granjas porcinas han acabado en las aguas de la laguna filtradas a través del suelo y por el acuífero colindante. También las extracciones ilegales de agua y la desalación sin permiso –cuyo desecho de salmuera ha sido vertido al medio– han puesto clavos en el ataúd ambiental de este hábitat.
El último episodio de contaminación sufrido por el Mar Menor ha sido los vertidos de la balsa Jenny, que desde hace tres semanas lleva expulsando agua con metales pesados al Mar Menor. En 2017, el Comité de asesoramiento científico del Mar Menor advirtió que unos 25 millones de toneladas de sedimentos mineros han entrado al Mar Menor procedentes de la escorrentía y el lixiviado de los residuos de contenido de metales pesados procedentes de la Sierra Minera, principalmente a través de la Rambla del Beal.
Desde la protesta exigen un cambio en el modelo agrícola de la huerta de Cartagena y el finde los vertidos a la laguna. Solicitan que los ayuntamientos acepten las ayudas del ministerio de Transición Ecológica, cuyo fin es la ampliación de la red de colectores pluviales, nuevas estaciones de bombeo de aguas residuales o construcción de zonas de almacenamiento o retención de avenidas.