Están a la vuelta de la esquina. Nueve días de fiesta, 496 actividades para todas las edades y un presupuesto de 1,36 millones. Los Sanfermines son el escaparate más internacional para Pamplona, y el alcalde, Enrique Maya, no ha querido alterar de forma significativa el programa diseñado por el equipo de su antecesor, Joseba Asiron. Coinciden en querer unos Sanfermines que mantengan su esencia pegada a la calle, pero todos, de la coalición de derechas Navarra Suma a la izquierda abertzale de EH Bildu, coinciden por una vez en algo: en querer unas fiestas seguras, especialmente para chicas y mujeres: “El no es no es igual en todos los idiomas”, subrayó el alcalde en la presentación del programa festivo el pasado viernes.
“Nos quedamos mucho más tranquilos”, aseguró también el propio Maya tras conocer que el Tribunal Supremo decidió condenar por agresión sexual y no por abuso a la manada. La rápida decisión del Supremo supone un alivio para las miles de personas que hacen posible nuestra fiesta más internacional, al alinearse con lo que la abrumadora mayoría de la ciudadanía y las instituciones -personadas como acusación tanto el Ayuntamiento de Pamplona como el Gobierno de Navarra- reclamaban desde un principio.
Pamplona se reivindica como un ejemplo para el mundo de cómo se trabaja contra las agresiones sexistas: la rápida actuación policial, la asistencia prestada a la víctima, el apoyo sin fisuras de instituciones y de la ciudadanía… desde luego en Pamplona, pero también en el resto del Estado y más allá, hay un antes y un después de aquel 7 de julio de 2016. Por eso el Ayuntamiento hace un llamamiento a los medios de comunicación nacionales e internacionales para que, también desde su posición, contribuyan a generar un espacio de confianza y seguridad durante las fiestas.
Aunque pueda resultar paradójico, el caso de la manada ha servido finalmente para situar a los Sanfermines como una fiesta comprometida contra las agresiones sexistas. Lo corroboran los análisis de redes sociales que realizan desde la Oficina Internacional de Prensa de San Fermín (OIP), que escanea mediante robots la reputación de la fiesta a lo largo y ancho del planeta.
“El pico más alto de actividad de este año coincide con la sentencia de la manada, pero el enfoque es la diferencia: en 2017 la identidad de marca e imagen de marca no coincidían. La mayoría de comentarios iban en la línea de normal que pasen esas cosas, se representaba una fiesta de excesos y a Pamplona como una ciudad sin ley en la que todo vale entre el 6 y el 14 de julio”, explican desde la Oficina.
Tras dos años de movilizaciones y trabajo junto con los colectivos populares que hacen realidad la fiesta -Federación de Peñas, el movimiento feminista…- “este año los sentimientos son más neutrales, la gente comparte el recorrido judicial de la manada, pero sin relacionarla con las fiestas; la movilización social ha dado resultado, ha salvado la marca, y sobre todo ha elevado enormemente la conciencia social con el no es no”, remarcan desde la Oficina Internacional de Prensa.
Pese a la movilización general, algunos touroperadores extranjeros siguen vendiendo ese todo vale que “tantos esfuerzos cuesta reorientar”. Es el caso de la agencia australiana Stoketravel, que promete a sus clientes algo así como una orgía de sexo, drogas y toros en Pamplona. “Lamentablemente no son los únicos, pero es algo que va a menos gracias a la atención que prestan a la fiesta medios internacionales de referencia, como The New York Times y otros”, explican desde la Oficina.
El lunes, los colectivos feministas recordarán en Pamplona el 11 aniversario del asesinato de Nagore Laffage en un acto en el palacio Condestable de Pamplona. Un año más, volverán a pedir unas fiestas “igualitarias y libres de agresiones sexistas”.
En otro orden de cosas, la cuestión animalista es también una realidad pegada a los Sanfermines. Aunque los locales consideran en chupinazo del 6 de julio a mediodía el arranque oficial de las fiestas -y así es-, la atención mediática se dispara el día anterior, con la ya tradicional movilización de los colectivos animalistas y antitaurinos, especialmente PETA y Anima Naturalis, que tampoco fallarán este año. La imagen de decenas de jóvenes desnudos en la plaza del Ayuntamiento cubiertos de sangre da la vuelta al mundo. Es uno de los momentos álgidos de la lucha contra la tauromaquia a escala internacional.
“Los colectivos animalistas están muy bien organizados en redes sociales, y tienen cada vez más fuerza”, confirman desde la Oficina Internacional de Prensa. “Hasta el año pasado hacían una distinción entre el encierro de la mañana y la corrida de la tarde, pero este año no, catalogan todo bajo la misma etiqueta”, explican desde la OIP.
El actor Dani Rovira a escala doméstica y el exmarido de la también muy activista Pamela Anderson, el músico Tommy Lee, se han referido públicamente contra los Sanfermines por su utilización de los toros. Es cierto que la etiqueta de running on the bulls, el encierro, donde los toros no sufren más daño que el estrés que les provoca verse rodeados de una multitud, cuenta con más defensores que las corridas con muerte, pero es uno de los puntos débiles de su reputación on line.
Para calentar motores de cara al viernes, este mismo sábado colectivos animalistas se han manifestado por las calles de Pamplona para reivindicar “unas fiestas libres de sufrimiento animal” y reclamar el fin de los encierros y las corridas de toros en los Sanfermines. En la marcha han participado unas 200 personas, y ha contado con el apoyo de distintas organizaciones animalistas como Animanaturalis, Huesca Antitaurina o el colectivo Iruña Antitaurina.
Desde Libertad Animal Navarra han lamentado que “dentro de pocos días Pamplona se volverá a teñir de sangre”. “Las calles se llenarán de bullicio, la comparsa, las peñas, gigantes y cabezudos amenizarán las calles de nuestra ciudad, pero no olvidemos lo que sucederá cada mañana en el encierro y más tarde en la plaza, 60 víctimas serán torturadas y asesinadas en estas fiestas”, han remarcado.
Han criticado que la tauromaquia “siga considerándose bien de interés cultural”, que “se subvenciona y promociona con dinero público y es una excepción al maltrato en las leyes de protección animal”.