La guerra de los símbolos se ha extendido al Día de Navarra. El Gobierno y el principal partido de la oposición, UPN, pugnan por aparecer ante la opinión pública como los “verdaderos defensores” de la bandera de Navarra. La presidenta del Gobierno, Uxue Barkos, ha querido dar un golpe de efecto para desconcertar al rival político y ha organizado una celebración del Día de Navarra que le permita hacerse la foto más foralista posible: una gran bandera roja de fondo, con su escudo y sus cadenas, en el día del navarrismo por antonomasia, y en la ceremonia institucional más solemne y protocolaria de las que organiza el Gobierno de Navarra. Encabezando el acto, una presidenta a la que la oposición acusa de nacionalista vasca, pero que no duda en identificarse pública y comprometidamente con el símbolo que, dice, une a todos los navarros: la bandera foral.
Para hacer factible esta imagen, y dado que el máximo reconocimiento institucional que concede Navarra no puede otorgarse a su propia bandera, el Gobierno de Barkos ha decidido conceder la Medalla de Oro a sus diseñadores, los historiadores Hermilio de Olóriz, Julio Atadill y Arturo Campión. Los tres recibieron el encargo de diseñar la bandera de Navarra a principios del siglo XX, a través de la Diputación foral, y en su calidad de miembros de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra.
La Medalla de Oro de Navarra es la máxima distinción que concede el Gobierno foral y está destinada a premiar a las personas, instituciones, entidades o colectivos cuyos méritos en la defensa, promoción o fomento de los intereses de Navarra resulten estimados por el conjunto de la sociedad. Se concede anualmente desde su creación en 1973, se suele entregar coincidiendo con el día de la autonomía y han sido reconocidos con ella personajes tan variopintos como el papa Juan Pablo II, el ciclista Miguel Induráin, el Orfeón Pamplonés, las asociaciones de amigos del Camino de Santiago o la factoría de la multinacional Volkswagen en Navarra. En esta ocasión, se reconocerá con ella, a título póstumo, a los tres diseñadores de la bandera foral.
Por si su trabajo al diseñar el símbolo oficial de Navarra por encargo de la Diputación no fuera suficiente mérito, el Gobierno ha destacado en su decreto foral otras razones por las que Olóriz, Altadill y Campión merecen el máximo reconocimiento que se otorga en Navarra. Se trata, aclara el Gobierno, de reconocerles “su aportación a la historia, la cultura y la identidad de la Comunidad foral”. En cualquier caso, el Gobierno ha centrado el tiro en alabar su trabajo como creadores de la bandera, una labor “decisiva a la hora de definir para Navarra un símbolo permanente de su identidad, del que carecía hasta entonces”. “A pesar de las dificultades históricas que ha vivido la bandera a lo largo del siglo XX, hoy es un símbolo querido y respetado por la ciudadanía navarra, un símbolo de la pluralidad que caracteriza nuestra historia y nuestra tierra”, resume el Gobierno para explicar esta Medalla de Oro.
‘Suspenso en historia’
Pero la apuesta de Barkos por envolverse en la bandera foral para presidir la ceremonia central del Día de Navarra no le está saliendo redonda, ni mucho menos. Para empezar, UPN le acusa de “cometer un error histórico” de grandes dimensiones, puesto que Olóriz, Altadill y Campión “no son los verdaderos creadores” de la bandera foral. Los regionalistas han tirado de hemeroteca a la antigua y han recurrido al ‘Libro de Consultas del Regimiento de Pamplona como cabeza del Reyno de Navarra’ para recordar que “el primer acto oficial donde se exhibe la actual bandera es la proclamación de Felipe II como rey de Navarra”.
Tras este descubrimiento, UPN no ha tardado en asestar un golpe a las pretensiones de Barkos de erigirse como defensora de la bandera foral: “El nacionalismo vasco manipula y desprecia la historia de Navarra y la reinventa a su conveniencia”, acusan los regionalistas a la presidenta. “Si de verdad quiere homenajear a la bandera, lo mejor que puede hacer es no permitir la ikurriña en las instituciones”, remata.
Siguiendo este hilo argumental, el PP ha ido aún más allá en las críticas a Barkos para calificar de “hipócrita” la concesión de esta Medalla de Oro. “Quienes dieron carácter oficial a nuestra bandera, recogiendo símbolos y tradiciones de siglos, merecen la distinción que se les va a conceder. Pero esta decisión pretende ser un lavado de cara del Gobierno de Navarra, después de arrastrar por el suelo la bandera de Navarra al derogar la ley de Símbolos”, ha censurado la portavoz del PP, Ana Beltrán.
La sombra del franquismo
Que los partidos de derechas acusen el golpe de la decisión de Barkos de esgrimir la bandera foral entraba dentro de lo previsible para el Gobierno. La sorpresa, en cambio, le ha llegado de mano de sus aliados. Tanto Izquierda Unida como Podemos, socios del cuatripartito, se han quejado por la concesión de la Medalla de Oro a los tres citados historiadores. También se ha unido a las quejas el PSN, de forma que a la presidenta sólo le queda en estos momentos el apoyo, por omisión, de EH Bildu.
Izquierda Unida ha exigido al Gobierno que dé marcha atrás en su decisión y no otorgue la Medalla de Oro a Campión. Los valores que debe reconocer esta distinción foral, recuerda IU, “son incompatibles con discursos racistas o con apoyo a golpes de Estado”. El PSN se ha sumado a la iniciativa de la coalición de izquierdas y advierte que, si el Gobierno mantiene la concesión del galardón, los socialistas no acudirán a la ceremonia de entrega el Día de Navarra, 3 de diciembre. Para los socialistas, la posición y discursos políticos de Campión “están próximos al sectarismo y la xenofobia”.
Falta de participación
Las quejas de Podemos hacia esta decisión del Gobierno de conceder la Medalla de Oro a los tres historiadores citados no entran a analizar ni el simbolismo de la decisión, ni su acierto o error histórico, ni siquiera el perfil político de los galardonados. “Esta Medalla permite actualmente la utilización del Gobierno de turno para otorgarla de manera discrecional, sin ninguna motivación y obedeciendo a intereses partidistas”, lamenta Podemos. Anuncia por ello que presentará una iniciativa para modificar la normativa que regula la entrega del premio. Además, Podemos lamenta la “notable ausencia de mujeres premiadas”.
El próximo Día de Navarra, en el Salón del Trono del Palacio Foral, delante de las máximas autoridades y con la bandera foral como telón de fondo a su discurso oficial, la presidenta Barkos no contará con el apoyo ni de dos de sus socios, ni de la oposición al completo. Y queda por ver si EH Bildu estará presente en un acto al que, tradicionalmente, sus dirigentes no se han mostrado como asiduos asistentes. Con todo, no sería esta la única ocasión en que un Gobierno foral defiende en solitario una concesión de la Medalla de Oro.
Ya hay precedentes
Ocurrió durante el último mandato de la presidenta regionalista, Yolanda Barcina. Su gabinete aprobó otorgar la mayor distinción que conceden las instituciones forales al empresario y político Félix Huarte y al financiero y ex alcalde de Pamplona Miguel Urmeneta. El Gobierno de Barcina ensalzó sus méritos “decisivos para el desarrollo industrial y económico de Navarra”, pero obvió el pasado franquista de ambos.
Huarte apoyó sin fisuras el golpe de Estado y puso su próspera empresa al servicio de la causa franquista. Llegó a participar en la construcción del Valle de los Caídos y, según recogió Falange de Navarra, “sus aportaciones fueron cuantiosas en metálico y la prestación desinteresada de trabajos al ejército”. Urmeneta, por su parte, se alistó voluntario en la División Azul, con la que Franco colaboró con los nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Pero, para el Gobierno de Barcina, esta ‘militancia’ franquista en el currículum de los homenajeados carecía de importancia, sobre todo frente al resto de los méritos que ambos habían demostrado “como impulsores de la industrialización de Navarra”. Las primeras en poner el grito en el cielo fueron las asociaciones memorialistas, pero Barcina las ignoró. A continuación, todos los partidos políticos con representación en el Parlamento, excepto el PP, pidieron al Ejecutivo regionalista la retirada de la Medalla de Oro. Barcina hizo caso omiso. Finalmente, en la solemne ceremonia de entrega del galardón del 3 de diciembre de 2014, la presidenta tuvo que reconocer en su discurso que “probablemente nunca antes la concesión de la Medalla de Oro de Navarra haya generado un debate social tan intenso como el provocado por la irreflexiva reacción de algunos”. Los aludidos, sin embargo, no habían acudido a la ceremonia para hacer visible su rechazo.
Barcina, además, se equivocaba. Porque sí existió otra Medalla de Oro que provocó un “debate social tan intenso” que desembocó en la decisión de retirar el reconocimiento al galardonado. El acuerdo se adoptó en el Parlamento en 2005, pero todavía hubo que esperar una década para que, en 2015, el Gobierno retirase al propio Francisco Franco la Medalla de Oro y el título de Hijo Adoptivo de Navarra. El dictador fue, de hecho, el primero en recibir la Medalla de Oro dos años más tarde de que la Diputación crease, en 1973, esta distinción. También ha sido el único galardonado a quien posteriormente se le ha privado de su reconocimiento.
“San Sebastián, 14 de septiembre 1936. Tengo el gusto de hacer constar que, liberada esta ciudad de la tiranía roja, quiero manifestar, a la vez que mi protesta más enérgica por el incalificable proceder del nacionalismo vasco, mi adhesión inquebrantable a la Junta Nacional de Burgos”. Firmado, Arturo Campión. La portada del diario centenario de la Comunidad foral del 15 de septiembre de 1936 recoge, bajo el expresivo título “¡CAMPIÓN CON ESPAÑA!”, en capitular y negrita, la misiva que se atribuye al galardonado. Hay historiadores, como Bernardo Estornés, que cuestionan la voluntariedad de Campión para escribir y firmar aquel documento, pero la carta quedó inmortalizada con su firma en los papeles públicos.
Además de la controversia sobre su adhesión o no al franquismo, en el currículum de Arturo Campión existen otras aristas, documentadas, que el Gobierno de Barkos ha preferido pasar por alto. Por ejemplo, este fragmento del artículo publicado por Campión en la revista ‘La Avalancha’ en diciembre de 1901 en contra de los obreros navarros que se organizaban en entidades de corte socialista: “Entre el genio vasco y el socialismo media repulsión absoluta e irreductible. Así que explica que los propagandistas, los fautores y los secuaces de esas ideas, oprobio de Bizcaya, sean los advenedizos, los nómadas de la inmigración servil. Esta es la última invasión del extranjero que padecemos. Y de igual suerte que atentan a la pureza de nuestra raza y la integridad de nuestra fisonomía castiza con sus oleadas de detritus étnico, masa híbrida de Celtas bastardeados, de Latinos decadentes y de Moros corrompidos, todavía pretenden, señores, causarnos un daño mayor envenenándonos las almas, con un grosero ideal, propio de envidiosos esclavos”. Una década antes, Campión firmaba en ‘La Unión Vasco-Navarra’ un artículo inspirado en la primera celebración del 1 de mayo titulado “Las pequeñas patrias y el socialismo”, en el que proponía erradicar este movimiento social mediante la restauración de la religión en las leyes y en las costumbres.