Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
Casandra
Casandra
Casandra forma parte de la mitología griega. En este caso, la moza tenía el don de la profecía, de acertar el porvenir, pero la maldición de que no era creída por nadie. Algo así pasa con las encuestas sobre opinión pública; expresan datos que se repiten una y otra vez pero nadie les hace caso.
El barómetro encargado por el Parlamento al Departamento de Sociología de la UPNA nos describe aspectos estructurales, de interés, sobre Navarra pero la atención se ha fijado en la previsión electoral. Y predecir resultados cuando quedan más de dos años y medio para que se produzcan las elecciones es un ejercicio de mero divertimento.
Me voy a detener en algunos de los aspectos que considero más notorios. Por un lado, la ciudadanía navarra se muestra optimista ante la economía. Hay que tener en cuenta que llevamos dos años creciendo, el paro disminuye y el consumo aumenta. Sin embargo, la diferencia entre el optimista y el pesimista es que éste es un optimista bien informado. Por ello, aunque la ciudadanía navarra confía en el devenir económico los expertos nos previenen de una ralentización.
A pesar de la valoración positiva de la economía sigue la desconfianza ciudadana hacia la política. La situación política en Navarra está mal valorada. La crisis de legitimidad institucional no escapa a los nuevos dirigentes navarros. Como era de prever, un cambio de gobierno no arregla por sí solo este mal. No nos engañemos; no hay ni viejo ni nuevo Régimen; lo que existe es una crisis profunda de institucionalidad. El resultado de esa desconfianza hacia la política y por ende, a las instituciones, se traduce en una baja valoración del Gobierno de Navarra, del Parlamento y de todos los partidos.
En términos de identidades, sin sorpresas. Alrededor de un tercio se considera vasco en alguna de sus formas y dos tercios, navarro. Ésta es la pauta de los últimos 30 años por lo que podemos decir que nuestra pluralidad no es flor de un día. Esa identidad navarra hace que el desarrollo del autogobierno se valore muy positivamente y que un 75% rechace la anexión a la Comunidad Autónoma Vasca. La identidad de España se muestra diluida en nuestra ciudadanía y la identidad europea ni está, ni se les espera.
En resumen, el barómetro sobre opinión pública de Navarra nos avisa de un serio problema de legitimidad institucional y de una pluralidad en torno a nuestra identidad. Por ello, las instituciones se deben esforzar en medidas de ejemplaridad, transparencia, de cercanía social pero también en el ejercicio del consenso político. El consenso político permite el refuerzo de lo institucional frente a lo partidario. Uno de los grandes valores que siempre han tenido las instituciones es que representaban a la gran mayoría de la población.
En cuanto a nuestra convivencia en términos de identidad una vez más la opinión pública nos ha dicho que somos plurales. Tenemos dos identidades autóctonas que deben abrirse entre sí procurando un diálogo intercultural. No es conveniente fomentar circuitos sociales paralelos para una y otra identidad. Ni pretender ganar unos frente a otros. Navarra es una comunidad, con minúsculas, no dos o tres.
Esto es lo que nos dicen las encuestas, una y otra vez. No sé si el mito de Casandra se romperá algún día y serán escuchadas las profecías.
Casandra