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Happycracia

Así se titula el libro de los profesores Cabanas e Illouz que denuncian la actual presión social por ser feliz. Ponen el dedo en la llaga en esa obsesión por anhelar la felicidad que crea hipocondríacos emocionales. Lo vemos en nuestras carnes. Casi nadie confiesa, a la vuelta de sus vacaciones, que le ha hecho mal tiempo; que su vuelo ha sido un horror; que ha reñido con su pareja o que les han engañado con el hotel. Siempre se relata, y se multiplica en las redes, unas idílicas y felices vacaciones porque ésa es la obligación.

Por otro lado, existe una tendencia a conducir el estado de la felicidad a un asunto personal; de itinerario meramente individual y no trasferible, más allá de para provocar la envidia. Sin embargo, esa corriente individualista de la felicidad no es la que pauta Naciones Unidas De hecho, el Día Internacional de la Felicidad, establecido por Naciones Unidas trata de reconocer la relevancia de la felicidad como aspiración para las políticas de gobierno.  No se puede reducir la felicidad a un afán individual; también es un afán colectivo.

Por eso tiene mucho interés el estudio realizado por Co.CiudadaNa sobre los Factores Sociales de la Felicidad. Se puede acceder a esta publicación en la página Web de dicha asociación. Construye un relato de la felicidad a nivel comunitario. Un informe que ha utilizado a Navarra como estudio de caso. Navarra se presenta como una región europea muy feliz. De hecho, en relación con otras Comunidades Autónomas presenta el nivel más alto. En la explicación de este comportamiento hay que tener en cuenta el elevado nivel de desarrollo económico de Navarra, su elevado nivel de Salud Pública junto con un alto comunitarismo social. Navarra es una región donde su ciudadanía da mucho valor a las relaciones sociales, amigos y familia.  Es decir, los factores sociales bonancibles de Navarra condicionan la felicidad.

Del estudio empírico realizado se pueden significar algunas pautas explicativas de los factores que redundan en el estado de la felicidad. Por zonas, nos encontramos ante el hecho de que la ciudadanía que vive en el Sur de Navarra es más feliz a pesar de tener menos renta por habitante. La interpretación que se da a ello es que en esa zona la ciudadanía es más comunitaria. Más confiada en sus relaciones sociales; cree de manera más relevante en la ayuda vecinal y se siente más identificada con la comunidad local donde vive.  Del mismo modo, las personas jóvenes tienen unas condiciones sociales más precarias, pero no les impide ser más felices.

Pese a los profundos cambios sociales que se están produciendo en el trabajo, disponer de un empleo sigue siendo un elemento central; su ausencia o fragilidad influye directamente sobre la felicidad. Al igual que el empleo, la salud tiene una relación de causalidad directa con la felicidad. Por otro lado, el grado de felicidad crece conforme crece el grado de identificación con su entorno más próximo. Las personas que confían más en la gente son las que tienen unos niveles más altos de felicidad. En definitiva, muchos factores sociales influyen en la felicidad. Podemos agruparlos en tres ejes. El primero el que concierne a la salud física y mental. El segundo el que afecta a las condiciones materiales y a su acceso a las mismas. El tercero el que se enmarca en el comunitarismo. A mayor creencia en la comunidad, en el otro, en el vecino, mayor felicidad.

Por todo ello, es importante que las políticas públicas desarrollen la Prosperidad. Ahora que estamos en tiempo electoral, estaría bien que algún partido incluyera en su programa electoral el Instituto de la Felicidad como observatorio y prescriptor de medidas para tal fin.

 

Así se titula el libro de los profesores Cabanas e Illouz que denuncian la actual presión social por ser feliz. Ponen el dedo en la llaga en esa obsesión por anhelar la felicidad que crea hipocondríacos emocionales. Lo vemos en nuestras carnes. Casi nadie confiesa, a la vuelta de sus vacaciones, que le ha hecho mal tiempo; que su vuelo ha sido un horror; que ha reñido con su pareja o que les han engañado con el hotel. Siempre se relata, y se multiplica en las redes, unas idílicas y felices vacaciones porque ésa es la obligación.

Por otro lado, existe una tendencia a conducir el estado de la felicidad a un asunto personal; de itinerario meramente individual y no trasferible, más allá de para provocar la envidia. Sin embargo, esa corriente individualista de la felicidad no es la que pauta Naciones Unidas De hecho, el Día Internacional de la Felicidad, establecido por Naciones Unidas trata de reconocer la relevancia de la felicidad como aspiración para las políticas de gobierno.  No se puede reducir la felicidad a un afán individual; también es un afán colectivo.