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¿Son necesarios los partidos políticos?

El comercio, y los comerciantes, ha sido uno de los oficios más antiguos de la humanidad. Hoy, en su forma clásica, están a punto de desaparecer. Una de las claves sociales más señeras que ha aportado la tecnología de información y comunicación (TIC) es la reducción de las intermediaciones. De tal forma, que en estos momentos, el consumidor, la ciudadana, el contribuyente puede realizar múltiples gestiones directa y virtualmente. Sin intermediaciones de personas, establecimientos, organizaciones o entes. Si me apuran mucho diré que es posible vivir sin salir a la calle.

Todo ello, está suponiendo una profunda transformación en el ámbito organizacional. Algo que no escapa a las organizaciones políticas. Si la ciudadanía tiene al alcance de su móvil toda la información; contrasta su opinión en redes sociales; escucha a sus líderes e incluso puede preguntarles directamente... ¿Para qué estructuras políticas obsoletas donde en cada municipio de importancia existe una sede?

Desde mi punto de vista, los partidos, como organizaciones políticas, son necesarios. Tan necesarios como su radical renovación. Por un lado, sirven para conformar y estructurar el pensamiento político de manera representativa y colectiva; conformar ideología. Por otro, permiten establecer cauces de diálogo y negociación en el sistema político. Los partidos representan una función de canalización de las demandas ciudadanas a las instituciones que es básica. No tener partidos representaría una menor capacidad de participación política por parte de la ciudadanía. Sin partidos, abundaría el riesgo del populismo y de la demagogia. A la vez que mayor opacidad, porque los partidos también son mecanismos de control.

Sobre manera, los partidos son necesarios como formas organizadas de la ciudadanía en el ámbito público, no limitados al institucional. Los partidos deben volver a su viejo origen y habitar el espacio público. El espacio público es el encuentro con la sociedad; con los diferentes y contrapuestos intereses. Deben actuar en él como agentes políticos de cambio social. Y máxime cuando existe un claro riesgo de aislamiento social donde el tejido social de convivencia cada día es más débil. Es preciso reivindicar el debate, el contraste, el diálogo, la negociación, la representación política. Y en este ejercicio de ciudadanía, el agruparse de manera colectiva las personas en torno a ideas y modelos es una virtud. Somos humanos y necesitamos del contacto personal.

Pero los dirigentes políticos deben entender que la llamada partitocracia pasó a mejor vida. No son la expresión del poder; son un espacio más donde se juega el poder. Deben aprender a convivir con otros espacios de poder, no sólo con los económicos.

En definitiva, los partidos como actores políticos son cruciales en un sistema democrático. Pero el sistema democrático está cambiando en sus formas. No estamos ni en la democracia ateniense, ni en la democracia postindustrial. Estamos ante una nueva democracia donde la tecnología permite una mayor densidad social, una mayor comunicación, un mejor empoderamiento ciudadano. Algunos lo han intuido y han dado más poder a las bases. Así, las personas que están inscritas en ellos se han empoderado y van tomando decisiones de interés general. Tal como está ocurriendo con el refrendo en el SPD alemán con respecto al Gobierno de Coalición.

Por ello, las actuales organizaciones políticas deben superar el anquilosamiento y la institucionalización; deben dejar de ser viejunas. Abrir sus puertas y ventanas. De ello dependerá su supervivencia; de que sean útiles socialmente no fines en sí mismo.

El comercio, y los comerciantes, ha sido uno de los oficios más antiguos de la humanidad. Hoy, en su forma clásica, están a punto de desaparecer. Una de las claves sociales más señeras que ha aportado la tecnología de información y comunicación (TIC) es la reducción de las intermediaciones. De tal forma, que en estos momentos, el consumidor, la ciudadana, el contribuyente puede realizar múltiples gestiones directa y virtualmente. Sin intermediaciones de personas, establecimientos, organizaciones o entes. Si me apuran mucho diré que es posible vivir sin salir a la calle.

Todo ello, está suponiendo una profunda transformación en el ámbito organizacional. Algo que no escapa a las organizaciones políticas. Si la ciudadanía tiene al alcance de su móvil toda la información; contrasta su opinión en redes sociales; escucha a sus líderes e incluso puede preguntarles directamente... ¿Para qué estructuras políticas obsoletas donde en cada municipio de importancia existe una sede?