Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
¿Qué es un niño (y una niña) pornográfico?
Internet ha transformado nuestras vidas, nuestras relaciones y nuestro tiempo libre. Ha sido uno de los más importantes y maravillosos avances de la humanidad. Sin embargo, también va a ser la matriz en donde se inician y mantienen no pocas adicciones: al móvil, al juego de apuestas on-line, videojuegos, al consumo patológico o a la pornografía y que van a dar trabajo a un batallón de psicólogos en los próximos años. De eso no tengo ninguna duda. Como suele acontecer, las familias más desfavorecidas, serán las que mayor sufrimiento tengan que soportar.
Cualquier niño con un móvil en su mano puede acceder, sin ninguna dificultad ni control, a todo tipo de películas porno las 24 horas del día, los 365 días al año de manera gratuita. Barra libre. La mayoría de las películas porno tienen dosis de violencia. Algunas claramente muestras violaciones y torturas a chicas jóvenes aniñadas. Todo ello en un entorno de sociedad hipersexualizada que instrumentaliza los cuerpos de mujeres y niñas con fines de consumo.
Sabemos que el porno es una de las principales fuentes de información sexual de nuestros chicos y jóvenes, transmisor no solo de cierto tipo de conocimientos sesgados, embustes y decenas de mitos; sino también de un modelo de comportamiento sexual que cabría esperar de un chico y una chica en esas circunstancias. Muchos chavales antes de haber dado un beso ya han visto escenas de esa naturaleza y, algunos otros, alardean de ser expertos en conductas sexuales pornográficas.
Una nueva propuesta
En los últimos dos años he venido sugiriendo en algunos artículos, en nuestros blogs y en redes sociales un nuevo concepto que he denominado “niños pornográficos” y “niños (y niñas) pornográficos” incorporando dos hashtags (#niñosyniñaspornograficos y #educacionsexualprofesional) como alternativa a su prevención, que han tenido una gran acogida.
Merece la pena, por tanto, una breve explicación acerca de lo que yo entiendo por generación de niños pornográficos y que lo planteo a modo de hipótesis, para su futuro y en un futuro no muy lejano, si no estamos ya inmersos en él. Un niño pornográfico será un adulto con importantes destrozos emocionales, afectivos y sexuales. Este planteamiento hipotético, se hace en base a los conocimientos disponibles hasta el momento, nuestra experiencia profesional y una cierta reflexión sobre la realidad actual.
Hay investigaciones muy serias y documentadas acerca de los graves efectos en la salud del consumo abusivo de porno desde corta edad. Por otra parte, los datos oficiales de la fiscalía sobre el aumento de delitos sexuales, la implicación de menores en los mismos, las agresiones sexuales, los consumos de alcohol y sustancias, entre otros muchos aspectos, confieren a esta hipótesis un cierto fundamento empírico.
Se trata, pues, de un problema de salud y me gustaría circunscribirlo a ese ámbito, ya que es esa área en la que vengo desarrollando toda mi vida profesional.
Internet ha transformado nuestras vidas, nuestras relaciones y nuestro tiempo libre. Ha sido uno de los más importantes y maravillosos avances de la humanidad. Sin embargo, también va a ser la matriz en donde se inician y mantienen no pocas adicciones: al móvil, al juego de apuestas on-line, videojuegos, al consumo patológico o a la pornografía y que van a dar trabajo a un batallón de psicólogos en los próximos años. De eso no tengo ninguna duda. Como suele acontecer, las familias más desfavorecidas, serán las que mayor sufrimiento tengan que soportar.
Cualquier niño con un móvil en su mano puede acceder, sin ninguna dificultad ni control, a todo tipo de películas porno las 24 horas del día, los 365 días al año de manera gratuita. Barra libre. La mayoría de las películas porno tienen dosis de violencia. Algunas claramente muestras violaciones y torturas a chicas jóvenes aniñadas. Todo ello en un entorno de sociedad hipersexualizada que instrumentaliza los cuerpos de mujeres y niñas con fines de consumo.