Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
Pasteles
“No te apures, que luego se van a comer pasteles juntos”. Es quizás el recuerdo más nítido que tengo de mi bisabuela. Los domingos íbamos a comer a su casa y mientras los mayores comían en la mesa, los pequeños veíamos las películas del Oeste que daban después del telediario sentados en el suelo del salón. Aterrorizados por la ensalada de tiros y flechazos en cada enfrentamiento entre los sioux y el 7º de Caballería, la bisabuela nos tranquilizaba con esa frase desde su sofá. Y, sin duda, la visión de Sitting Bull y el general Custer comiendo pasteles de crema al acabar la película nos sosegaba. Quizás escenificaban aquellos enfrentamientos encarnizados sólo para entretener a la infancia mientras los adultos hablaban de cosas serias en la mesa.
El PP y el hijo de Fernando Múgica han puesto el grito en el cielo porque la secretaria general del PSE, Idoia Mendía, aparece en la portada del Diario Vasco del pasado 24 de diciembre cocinando en una sociedad donostiarra junto al líder del PNV, el de Podemos Euskadi y el de EH Bildu, Arnaldo Otegi. Es la coincidencia con este último la que ha encendido al PP y ha llevado a Múgica a pedir la baja como militante del PSE. Cuando ETA ha matado a tu padre, una reacción de este tipo es absolutamente comprensible. Sobre todo cuando Múgica y el resto de víctimas aún no han escuchado la petición de perdón que se merecen y que están en su derecho, cuando la reciban, de aceptar o no.
Sin embargo, la política necesita de este tipo de imágenes. El rugby, un deporte conocido por su dureza física, cuenta con una tradición que se practica desde los partidos de menores de 8 años hasta el mítico VI Naciones; el tercer tiempo. Con unos refrescos en el caso de los pequeños o con cervezas en el de los mayores, los dos equipos y quienes arbitran hablan del partido, del deporte y de la vida. A la política, en momentos en los que nos preocupa el enconamiento y la crispación, también le conviene un tercer tiempo.
Y realmente lo tiene. Nuestros representantes conviven a diario entre ellos y, como es lógico entre personas que trabajan en el mismo sitio, acaban teniendo relación personal. Ha sido una de los vídeos más vistos de las últimas semanas; el diputado de Podemos, Alberto Rodríguez, despide desde la tribuna del Congreso a otro del PP, Alfonso Candón. “Le voy a decir algo, que creo que es de las cosas más bonitas que se le pueden decir a alguien y es que es usted una buena persona”, le dijo Rodríguez a Candón. Que alguien piense diferente no le convierte en mala persona, es algo obvio.
En un parlamento pequeño como el navarro, con 50 escaños, el roce personal es inevitable. La pasada legislatura dos parlamentarias murieron víctimas de cáncer; María Victoria Arraiza, socialista, y Aitziber Sarasola, de Bildu. En ambos casos estuvieron trabajando en la cámara hasta el final y su pérdida fue sentida sinceramente por todos los grupos. Quienes trabajamos allá comprobamos a diario que la rivalidad política no supone deshumanizar esa actividad y que la discrepancia en el hemiciclo no impide compartir un café fuera de él.
Ha sido el propio Otegi quien ha respondido a las críticas del PP a Mendía recuperando una imagen de 1986 de Jaime Mayor Oreja sentado en la misma mesa que Txomin Ziluaga, dirigente de Herri Batasuna. Luego dirigentes socialistas han recuperado otras imágenes de personas del PP junto a otras de la izquierda abertzale en similares circunstancias.
Quizás sea algo ingenuo, pero la Historia nos cuenta que es mirándose a los ojos y hablando en la cercanía donde más problemas se han solucionado. Las palabras sinceras dichas frente a frente hacen pensar mucho más que los lemas políticos dichos desde un escaño a otro.
“No te apures, que luego se van a comer pasteles juntos”. Es quizás el recuerdo más nítido que tengo de mi bisabuela. Los domingos íbamos a comer a su casa y mientras los mayores comían en la mesa, los pequeños veíamos las películas del Oeste que daban después del telediario sentados en el suelo del salón. Aterrorizados por la ensalada de tiros y flechazos en cada enfrentamiento entre los sioux y el 7º de Caballería, la bisabuela nos tranquilizaba con esa frase desde su sofá. Y, sin duda, la visión de Sitting Bull y el general Custer comiendo pasteles de crema al acabar la película nos sosegaba. Quizás escenificaban aquellos enfrentamientos encarnizados sólo para entretener a la infancia mientras los adultos hablaban de cosas serias en la mesa.
El PP y el hijo de Fernando Múgica han puesto el grito en el cielo porque la secretaria general del PSE, Idoia Mendía, aparece en la portada del Diario Vasco del pasado 24 de diciembre cocinando en una sociedad donostiarra junto al líder del PNV, el de Podemos Euskadi y el de EH Bildu, Arnaldo Otegi. Es la coincidencia con este último la que ha encendido al PP y ha llevado a Múgica a pedir la baja como militante del PSE. Cuando ETA ha matado a tu padre, una reacción de este tipo es absolutamente comprensible. Sobre todo cuando Múgica y el resto de víctimas aún no han escuchado la petición de perdón que se merecen y que están en su derecho, cuando la reciban, de aceptar o no.