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Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.

¿Te gustaría que tu hijo fuera un putero?

Campaña contra la prostitución del Ministerio de Igualdad

José Luis García

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Ya, ya sé que la pregunta es demasiado directa, pero creo que esta cuestión hay que plantearla con valentía y, en estas líneas, trataré de justificarlo. En un artículo anterior hablábamos de que la prostitución es un tema que la sociedad se sacude de encima en cuanto puede. Está ahí, apartada y, mientras no moleste, bueno, pues que siga como está. Hombre, si está en el piso de al lado, y hay mucho trajín de personal, la cosa cambia. Con todo, mencionábamos las conexiones entre la prostitución y la pornografía y advertíamos de las mafias y de la explotación que supone obligar a estas mujeres, a hacer todos los servicios sexuales posibles a lo largo de jornadas interminables, durante el mayor número de años, hasta que ya estén inservibles -y seguramente algunas de ellas adictas a las drogas- pasen al mundo del porno en subgéneros de películas cutres.

También convendría tener en cuenta, desde el plano de la prevención, el hecho de que un importante número de jóvenes españoles sean grandes consumidores de porno y prostitución simultáneamente. Por cierto, esta cuestión es un frecuente motivo de preguntas y desconcierto en buena parte de las personas que acuden a nuestras conferencias, cuando planteamos esta cruda realidad. Les resulta muy difícil entender estos comportamientos en una sociedad permisiva y democrática, observando el fenómeno siempre desde fuera, como que la cosa no va con ellos/as. No reconociéndolo. Sin embargo, los puteros son nacionales y se cuentan por docenas de miles y seguramente alguno vive en nuestro edificio. España es el segundo país del mundo en consumo de prostitución y primero de Europa.

Seamos claros: A la inmensa mayoría de las mujeres que están atrapadas en esta telaraña, no les gusta dedicarse a estas actividades que se concretan en una venta temporal de su cuerpo, para que el putero se corra, en alguna de sus cavidades. Sin embargo, nada habría de objetarse al ejercicio de la prostitución practicada de una manera libre, sin apremios económicos y sin ningún tipo de presión.

Según los diferentes informes se estima en un 90% el número de mujeres que son reclutadas por organizaciones mafiosas, fundamentalmente migrantes, y que cada año incorporan 500.000 nuevas esclavas al circuito. Estos informes sugieren que tan solo el 5% de las prostitutas ha elegido esta actividad de manera libre y que ellas lo consideran -y defienden- como un trabajo más. En cualquier caso, es relevante destacar que, la inmensa mayoría dependen de mafias y proxenetas. 

Se estima que tan solo el 1% podrían considerarse “prostitutas privilegiadas” ejerciendo esa actividad en entornos de lujo y con cuantiosos ingresos. Las conocidas como escort, chicas con idiomas, cultas y sexys, acompañantes de empresarios y altos cargos generosos en lo monetario. 

Por tanto, la elección libre, repetimos respetable, aunque sea para sacarse un dinerillo extra, es una situación minoritaria porque, la inmensa mayoría de ellas, si tuvieran otra oportunidad no estarían en ese mundo sórdido. Ninguna abuela quiere que su nieta/o sea prostituta. O actriz porno. Ninguna madre lo quiere para su hija/o. Ni siquiera las propias mujeres, víctimas del sistema prostituyente, desearían algo así para sus hijas/as. Tampoco que fuera actriz porno. ¿Por qué? Muy sencillo: porque las relaciones sexuales son realmente maravillosas cuando se hacen con alguien que tú quieres, deseas y de mutuo acuerdo. Con consentimiento. Y una transacción comercial, asimétrica e injusta, como la que se produce en la prostitución, está en las antípodas de eso. Ella no desea al putero, aunque le pague.

Y, como los tiempos cambian, este sistema ofrece otras alternativas. Por ejemplo, las llamadas “sugar baby”. Una forma de prostitución esporádica que algunas mujeres utilizan para pagarse algunos gastos extras o porque tienen necesidad imperiosa de llevar dinero a su familia. Alto riesgo porque el cebo de ese dinero complementario, puede convertirse en el anzuelo de la prostitución. Una forma fácil de comprarse ciertos lujos, prestando la entrepierna durante un rato y mirando al techo o fingiendo placer. Hay proxenetas al acecho expertos en tejer la red. La culpa, el estigma, la baja autoestima, el chantaje y, a veces, el alcohol o las drogas hacen el resto.

Por consiguiente, la generalidad de las mujeres que ejercen la prostitución no tienen la culpa de ello, ni tampoco debieran ser castigadas por esas actividades, en razón de que son víctimas del sistema que las prostituye. Ya tienen suficiente con soportar el insufrible estigma durante y después de su actividad. 

La sociedad española, a través de sus representantes políticos, debería establecer leyes específicas para sancionar el uso de la prostitución y la violencia hacia las mujeres. Si bien el modelo nórdico -castigar a los consumidores de la prostitución, a los proxenetas y a las mafias- tiene algunos inconvenientes en un mundo globalizado, es una buena manera de comenzar porque parece que se ha demostrado efectivo en Suecia. “Sin clientes no hay prostitución”. Desde un planteamiento ético, habría que decir alto y claro que, el cuerpo de la mujer, no puede regularse bajo ningún concepto, solo como un objeto de placer para el hombre. 

En casa, el padre y la madre tienen que decirle a su hijo, cuantas veces sea preciso, que nunca vaya de putas porque legitima esa explotación. Que, si quiere tener relaciones sexuales, se lo curre: que enamore y seduzca a alguna de las personas que están a su alrededor. O que se haga pajas mientras tanto, pero que no use como objeto y falte al respeto a esa mujer y no alimente el sistema prostituyente. Y, a su hija, decirle que hay actividades profesionales mucho más gratificantes y éticas. Que no recurra al trabajo fácil para comprarse unos caprichos y no hipoteque su hermosa vida sexual y afectiva.

*José Luis García es Dr. en Psicología, especialista en Sexología, y autor del libro “Sexo, poder, religión y política” en Navarra, editado por Amazon.*José Luis García

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