Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
A propósito de la guerra de Ucrania
El pasado 11 de octubre nos reunimos un pequeño grupo de personas, respondiendo a la convocatoria de una iniciativa que el Foro Gogoa está poniendo en marcha por primera vez este año, llamada Espacios de Encuentro Post-Conferencia. Se creó rápidamente un clima de diálogo abierto, de profundización y de respeto de todas las opiniones, en torno al tema que nos reunía, “A propósito de la Guerra de Ucrania”, título de la conferencia impartida por Miguel Izu unos días antes.
La riqueza del diálogo se mostró muy provechosa, no sólo abriendo nuevas perspectivas y lecturas de la situación que estamos viviendo con esta guerra, sino también esa sensación de que algo está en nuestras manos y queremos aportarlo para construir esa paz que tan necesaria se hace en este clima belicista actual.
De esas nuevas perspectivas nos atrevemos a entresacar algunas que a nosotros nos han llamado especialmente la atención. En primer lugar, tal vez se trata de recuperar la cultura del antimilitarismo, del pacifismo, el “no a la guerra”, que muchas personas compartimos en la calle con la guerra de Irak. Claro que esto no puede ser más que una opción personal, consciente e informada... Pero nos da la impresión de que ahora no tenemos tiempo ni ganas para estas profundidades. En general, nuestras cosas del día a día nos ocupan demasiado como para tomar conciencia de la trascendencia de este tema. Además, disponer de una buena información hoy cuesta un gran esfuerzo eligiendo fuentes de fiar y diversas.
A mucha gente se nos ha planteado el dilema moral del derecho de un pueblo a defenderse de un ataque extranjero. Si la respuesta es sí, la guerra, el envío de armas, etc. queda justificada: ¿Cómo puede la respuesta ser no? Algo hemos hecho mal cuando llegamos a tener que elegir entre capitulación o guerra, como ya planteaba Camus en 1946. Se trata de evitar llegar a ese escenario con todos los medios, la diplomacia, la política, etc., porque cualquiera de las dos opciones está envenenada y no lleva más que al desastre.
Los firmantes de este artículo queremos expresar públicamente nuestro deseo de querer ser ciudadanos de un mundo solidario capaz de superar los conflictos territoriales y los nacionalismos a través de una cultura del diálogo y de la escucha. Creemos que va siendo el momento de aprender a integrar lo territorial en lo global, con una mirada nueva que nos abra horizontes. Este puede ser un buen momento para apostar por un derecho internacional que, si bien todavía está en mantillas, está llamado a ser el marco más apropiado de convivencia y resolución de conflictos. La ONU actual, con el derecho de veto, tiene que evolucionar.
Sentimos la necesidad de reaccionar ante la cultura de bloques a la que parecen llevarnos las instituciones actuales como la OTAN. Tenemos la seguridad de que podemos aprender a mirar más allá de esa imagen infantil del bloque bueno (Occidente, Estados Unidos, Europa) frente al malo (el ejército ruso ahora mismo) que justifica al nuestro y demoniza al otro. Es verdad que tampoco queremos pecar de ingenuidad; no ignoramos los intereses que soportan las guerras: la industria armamentística, la batalla energética y por los recursos... Tenemos la seguridad de que una cultura de paz será sin duda capaz de encontrar alternativas a la confrontación actual en la cooperación y el diálogo.
Por otra parte, nos gustaría resaltar que hay un rostro de la guerra al que merece la pena mirar de cara, es el rostro de quienes más están sufriendo: la juventud de uno y otro bando que se ve obligada a estar en el frente, sus familias, las personas mayores, las exiliadas que tienen que abandonar sus casas, las obligadas al alistamiento, la ciudadanía que en muchos países sufre la crisis energética y económica... Todas estas son personas como las demás, como nuestros hijos e hijas y merecen nuestra comprensión, cercanía y solidaridad. Este es para nuestro grupo el otro gran motivo para apostar por una Cultura de Paz que excluya completamente la guerra como opción.
Y entonces, nos preguntamos: ¿qué podemos hacer la ciudadanía de a pie por la paz? Y la primera apuesta que compartimos en ese diálogo de grupo consistió, precisamente, en dialogar más, debatir en nuestros pequeños grupos sobre la guerra y la Cultura de Paz. También podemos acudir a eventos que se organizan en Pamplona con este tema. “Palabras contra la guerra” en la Feria del Libro puede ser un ejemplo, pues seguro que ampliarán el horizonte de nuestra mirada. Cartas al director, como esta, pueden ser otro medio para compartir estas cosas importantes. Por supuesto, apoyar a quienes más sufren las consecuencias de la guerra, solidaridad con todas las personas refugiadas, no sólo las ucranianas.
Todo esto es lo que nos ha aportado este espacio de encuentro del Foro Gogoa, cuya riqueza sin duda no es fácil de trasmitir a quienes no han estado. Esperamos que al menos estas líneas sirvan para animar a otras personas a dialogar, a encontrar esos grupos donde compartir nuestras inquietudes personales, en este caso sobre la guerra y la cultura de paz. Paz y Bien a todas y a todos.
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