Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
Resaca
Comienzos de septiembre. Poco a poco volvemos a la realidad. Aunque todavía quedan algunas fiestas sueltas, nuestra mente ya piensa en la nueva temporada. Estamos cerca de ese temido otoño que, según todas las predicciones económicas que estamos recibiendo, va a ser peliagudo. ¿Por qué? ¿Tan mal están las cosas? ¿Podemos prepararnos de alguna forma para evitar el desastre?
En economía se llaman “indicadores adelantados” a las estadísticas que sirven para intuir cómo van a ser los valores que mejor evalúan el bienestar de una sociedad: la creación de riqueza (medidos en términos de PIB, producto interior bruto), la inflación (a estas alturas de la película no hay mucho que añadir sobre la misma) y el desempleo. ¿Qué indicadores adelantados deberían preocuparnos?
Las inversiones en capital indican si los empresarios tienen confianza en el futuro. En caso afirmativo, se amplían las fábricas, se mejora la tecnología o añadimos máquinas al proceso productivo. Eso quiere decir que más adelante habrá más riqueza y a la vez mejorará el empleo. Los índices de confianza por parte de los consumidores también son importantes. Si creemos que las cosas van a ir a peor ahorramos para cuando lleguen los problemas, y claro, eso hace que en el presente se compren menos bienes y servicios con lo cual, de nuevo, la economía se frena. Estos indicadores son negativos. Hay un consenso generalizado en que el fin de las restricciones debidas a la pandemia (no es lo mismo que el fin de la pandemia) ha hecho que se gaste más de lo habitual debido a las ganas de hacerlo y al ahorro acumulado. Eso es ahora. ¿Mañana?
¿Cómo se están preparando los gobiernos para el comienzo del otoño? ¿Han ahorrado para cuando las cosas fuesen mal? La respuesta es no: el déficit y la deuda pública están por las nubes
Para responder a la pregunta haremos un diagnóstico de la situación actual. Lo principal: la inflación va a ser persistente en el tiempo. Eso es debido a cuatro factores. Uno, la gran entrada de dinero en el sistema económico como consecuencia de las políticas monetarias expansivas de los bancos centrales. Así, tarde o temprano los precios tienen que subir. Dos, los problemas de suministro derivados por la guerra de Ucrania y otras razones geopolíticas. Tres, disminución de oferta. Cuatro, aumento de demanda. En fin, es un escenario poco alentador. Para evitar más inflación los bancos centrales suben los tipos. Claro que si los tipos de interés suben es más caro pedir un préstamo y esto nos lleva a menos inversión. Sí, es necesario aumentar los tipos para evitar la inflación. Es la dificultad de la economía, de la medicina o de la vida misma: toda decisión conlleva un coste. Valorarlo es crucial. Con tipos muy altos la economía se ahoga. Con tipos muy bajos la inflación aumenta.
Hay más. La vuelta a los dos bloques. El primero, los países dentro de la OTAN o simpatizantes de la misma. El segundo, Rusia y su alianza implícita con China o India. En este grupo hay muchos países de África o Suramérica. Eso es debido a la política de inversiones realizada por, principalmente, China.
Es curioso: a la llamada de Zelenski a los países africanos para analizar la situación sólo contestaron cuatro presidentes. Además, esta situación se generaliza. Así, Marruecos simpatiza más con los norteamericanos, Argelia con los rusos. ¿Tiene eso algo que ver con el cambio de criterio del gobierno con el Sahara? Bueno, ya se sabe el dicho popular: “piensa mal y te quedarás corto”. Si a todo esto le añadimos problemas habituales como el cambio climático junto con una guerra de consecuencias impredecibles, el panorama es poco halagüeño.
Cuando termina una fiesta viene la resaca. Comienza la purificación, las dietas, el deporte y todas esas cosas que tanto nos gusta dejar para más adelante. Hay tres maneras de mitigar los efectos de la resaca. La primera es ponerse a dieta….antes. Es la forma “pasado”. La segunda es sobrepasarse con equilibrio. Es la forma “presente”. En otras palabras: es razonable ganar dos kilos. No ganar cinco. La tercera es arreglar los desaguisados después de la fiesta. Es la forma “futuro”. Es la más usada y la menos efectiva, ya que siempre quedan efectos secundarios en el cuerpo y además nos hace sentirnos peor con nosotros mismos.
Podemos usar esta lógica para reflexionar acerca de cómo se están preparando los gobiernos para el comienzo del otoño. ¿Han ahorrado para cuando las cosas fuesen mal? La respuesta es no: el déficit y la deuda pública están por las nubes. ¿Están tomando medidas en la actualidad? Claro que sí: impuestos a bancos y energéticas, abonos de transporte o subvenciones para el uso del combustible. Otras medidas, como subir el salario mínimo, se están valorando. El juez, el de siempre: el tiempo.
Aunque lo mejor es prevenir, estamos tan programados para disfrutar del corto plazo que cuando chocamos con la realidad nos damos un buen trompazo.
Ocurre con las personas, ocurre con los gobiernos
Comienzos de septiembre. Poco a poco volvemos a la realidad. Aunque todavía quedan algunas fiestas sueltas, nuestra mente ya piensa en la nueva temporada. Estamos cerca de ese temido otoño que, según todas las predicciones económicas que estamos recibiendo, va a ser peliagudo. ¿Por qué? ¿Tan mal están las cosas? ¿Podemos prepararnos de alguna forma para evitar el desastre?
En economía se llaman “indicadores adelantados” a las estadísticas que sirven para intuir cómo van a ser los valores que mejor evalúan el bienestar de una sociedad: la creación de riqueza (medidos en términos de PIB, producto interior bruto), la inflación (a estas alturas de la película no hay mucho que añadir sobre la misma) y el desempleo. ¿Qué indicadores adelantados deberían preocuparnos?