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La sorpresa y el lado bueno de las cosas

La sorpresa es considerada como una de las emociones más básicas, la más breve de todas, está muy relacionada con la adaptación y la evolución. Se produce de forma súbita ante una situación novedosa o extraña y es bueno saber que desaparece con la misma rapidez con la que aparece. Desde el punto de vista político, fundamentalmente es una reacción a un suceso que se aparta del plan establecido.

Pues miren, exactamente eso, una gran sorpresa, es lo que generó el Navarrómetro en la sociedad navarra el viernes pasado ante la noticia que augura un vuelco histórico en las elecciones forales de 2015, con Podemos como primera fuerza política, seguida de EH Bildu, y con una UPN que se desploma y pierde más de la mitad de sus escaños. El sobresalto esperado del lunes (últimamente es muy buen día de pesca, recuerden Operación Púnica, abandono de Barcina....), con el registro de Alberto Catalán de su candidatura para encabezar la lista de UPN a las elecciones forales a última hora, no sabemos si disipó un tanto los flecos del impacto comentado o por el contrario se gestó por su culpa.

Pero no pendulemos, volvamos a nuestra encuesta, generó pronto las primeras declaraciones políticas, aunque la verdad, para lo que fue el notición, poca cosa. Los agraviados aludieron falta de cocción de la encuesta, simplicidad de la misma, incredulidad y otros argumentos digamos que adaptativos e incluso peregrinos. La actitud más nítida observada entre nuestros políticos ha sido precisa y curiosamente la propia represión de las emociones, han entendido que era social y políticamente necesaria cierta inhibición de las mismas para no afectar a la estructura y funcionamiento de sus grupos en este delicado momento.

Desde el punto de vista más psicológico, entiendo que los resultados de la encuesta tienen un tanto de conformidad, de influencia. Podemos es la moda política y supongo que siempre se traslada cierta tendencia a ajustarnos a la mayoría, a contar con lo que se mira alrededor, a tomar prestada la información. Desde el punto de vista sociológico, el valor de la encuesta no reside en tanto en los resultados sino en las tendencias que pone de relieve. De cualquier manera, desde ambos matices, se muestra abiertamente un claro hartazgo con la situación actual que se canaliza hacia fuerzas políticas que buscan un cambio, no sabemos si radical o no, pero que si modifican significativamente el panorama político hasta ahora conocido.

La Orquesta Platería ayudó a popularizar en España un tema del panameño Ruben Blades que decía “cogió el revólver, el puñal, los pesos y se marchó y tropezando se fue cantando desafinao, el coro que aquí les traje y del mensaje de mi canción, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”.

Sabiendo que es la insatisfacción la que habitualmente permite el progreso y el avance en todos los campos, tanto científicos como artísticos, en el político se había vuelto crónica, habituada, manida, aceptada. Parecía increíble, a pesar del aumento de noticias referidas a indicios de corrupción, mala gestión y escándalos de todo tipo que no se avanzara en una revelación como la recibida. Además sorprendía mucho más cuando sabemos que nuestra propia forma de vida siempre está fundamentada en el cambio y que incluso en muchas ocasiones valoramos la estabilidad de forma negativa aún incluso sin conocer la alternativa. Pues nada, en esta ocasión nos la apuntan, por si nos va, o para que no nos sorprenda.

Los políticos más afectados por los resultados negativos desearán seguramente que las cosas sean distintas a como se han ofrecido, es muy humano, pero al margen de quien salga mejor en la foto y de quien apunte más o menos maneras, lo que mejor podrían hacer sería aceptar lo que les toca vivir. Sería bueno para todos porque lo que hagan, lo tienen que hacer por un camino marcado, después de mucho tiempo, en política se va a avanzar de forma diferente, por vez primera no tendremos que asumir que hay situaciones y personas que no cambiarán. Cambiarán y tendrán que buscar el lado bueno de las cosas. Ya era hora.

Y es que el verdadero valor de este navarrómetro, al margen de resultados finales, es que parece finaliza un estado de insatisfacción permanente, cronificado, es que marca una gran distancia entre la ilusión y la realidad política actual de la Comunidad Foral, y que apunta un cambio. Incluso va más allá, indica que no se puede aplazar más lo que ya se debería haberse hecho mucho antes.

La nueva realidad va a poner a prueba a nuestros grupos, y muchos en esta ocasión están expuestos a circunstancias indeseadas. En lugar de lamentar su suerte, lo mejor que pueden preguntarse es mirar a ver qué les queda y cómo pueden hacer para mejorar su situación. Deben aceptar lo que no pueden cambiar de todo lo conocido y ponerse inmediatamente a trabajar para cambiar lo que sí pueden, reconociendo la diferencia de ambas cuestiones con sabiduría.

Seguramente alguno de ustedes pensarán que esto es muy difícil de poner en práctica y que solo son ideas y consejos que solo sirven para quien los da, como precisó certeramente Sigmund Freud “proyectar es perseguir deseos propios en otros”. Pero miren, sin dejar de mirar nuestra comunidad, pero saliendo de la arena foral, este mismo fin de semana veía un ejemplo palpable de lo que digo, escuchaba a Alberto Garzón, con motivo de su presentación a las primarias por la coalición Izquierda Unida, y me sorprendió su discurso.

El ínclito político solventó con facilidad la acusación de no separarse de Podemos, sabiendo que ello además, le perjudica. Pues vean, cuestionó los puntos débiles de su oponente y el mensaje de ambigüedad en temas relevantes para la izquierda, asimismo concretó y ofreció a los ciudadanos sus propuestas constituyentes con seguridad, amabilidad, cercanía, sencillez y credibilidad. Trasladó el objetivo de estar con los ciudadanos desde abajo y es el primer político que he visto posicionarse con solvencia con respecto a lo que el mismo tildó de “mercantilización de la política” o de “vender un producto con estrategias comunicativas”, sin estridencias ni ofensas. Tuvo el coraje de huir de las modas y no renegó de los suyos, por el contrario se enorgulleció de compañeros y actuaciones. Enorme.

Y por ahí van las cosas. Como nos indica la famosa frase del destilador de whiskey escocés Thomas Dewar, fundador junto a su hermano de la marca Dewars “La mente es como un paracaídas, solo funciona cuando está abierta”. No es necesario atacar a nadie porque aquí nadie amenaza. No es necesario reaccionar de forma exagerada sino mostrar que las cosas pueden ser diferentes a como se perciben, no es necesario realizar defensas a ultranza que puedan parecer un ataque. Eso sí, tampoco parece de recibo, tal y como he escuchado a Joan Josep Bosch, que si tuviera el gobierno se lo daría a Uxue Barcos porque ella conoce la realidad navarra mucho mejor que nosotros, qué tierno...

La sorpresa prepara al individuo para afrontar de forma efectiva los cambios inesperados y sus consecuencias. En un parlamento como el foral, plural, diverso, va a ser necesario buscar el lado bueno de las cosas, los resultados obligarán a analizar los paralelismos que al igual que en la película de David O. Rusell precisamente con el título El lado bueno de las cosas le ocurren al protagonista, Pat (Bradley Cooper).

Tras pasar ocho meses en un centro de salud mental por agredir al amante de su mujer, regresa a casa de sus padres (Robert De Niro y Jacki Weaver). Y, aunque está decidido a hacer todo lo posible para recuperar a su exmujer, la situación cambia cuando conoce a Tiffany (Jennifer Lawrence), una chica con problemas y mala reputación. A pesar de la mutua desconfianza inicial, pronto surge entre ellos un estrecho vínculo que les ayudará a encontrar lo dicho, sorpresa... El lado bueno de las cosas, ojalá.

La sorpresa es considerada como una de las emociones más básicas, la más breve de todas, está muy relacionada con la adaptación y la evolución. Se produce de forma súbita ante una situación novedosa o extraña y es bueno saber que desaparece con la misma rapidez con la que aparece. Desde el punto de vista político, fundamentalmente es una reacción a un suceso que se aparta del plan establecido.

Pues miren, exactamente eso, una gran sorpresa, es lo que generó el Navarrómetro en la sociedad navarra el viernes pasado ante la noticia que augura un vuelco histórico en las elecciones forales de 2015, con Podemos como primera fuerza política, seguida de EH Bildu, y con una UPN que se desploma y pierde más de la mitad de sus escaños. El sobresalto esperado del lunes (últimamente es muy buen día de pesca, recuerden Operación Púnica, abandono de Barcina....), con el registro de Alberto Catalán de su candidatura para encabezar la lista de UPN a las elecciones forales a última hora, no sabemos si disipó un tanto los flecos del impacto comentado o por el contrario se gestó por su culpa.