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No me vengas con historias. Toda la vida se ha hecho así

Con demasiada frecuencia, se recurre a la historia como argumento de autoridad. Es un recurso dialéctico de doble filo. Por un lado, sirve para reafirmar la importancia de las tradiciones. La traición a la tradición es un delito de lesa patria. Pero por otro, la experiencia supone un lastre a soltar. Así, la innovación, el emprendimiento, son adornos mágicos que todo lo embellecen. En fin, la historia como peso o como liberación.

La realidad es distinta; las cosas son más habituales que extraordinarias. Lo cotidiano se impone a lo exótico. La historia es una imagen fabricada en el presente. En Navarra, estamos ante un contexto de búsqueda de acuerdos para un futuro gobierno. Algunos se empeñan en definir la situación como extraordinaria, inédita. Pero si hacemos uso de la memoria política nos daremos cuenta de lo cíclico de los hechos.

Los acuerdos entre socialistas y nacionalistas no son nada insólitos. Así en 1987, Urralburu pactó con EA un programa de gobierno, dando responsabilidades de gestión política, direcciones generales, a ese partido. En el 91, se volvió a repetir el formato de acuerdo programático, pero sin resultado práctico dado que gobernó Juan Cruz Alli (UPN). En el 95, se repitió el acuerdo programático entre socialistas y nacionalistas. Se llegó a un gobierno de coalición; sin que el nacionalismo hiciera falta en términos de mayoría parlamentaria. En el 2007, se llegó a otro acuerdo programático entre socialistas y nacionalistas; frustrado por la dirección federal del PSOE. Así pues, si se produce el acuerdo entre el PSN y Geroa Bai, nada nuevo bajo el sol se habrá producido. Hasta cierto punto, lo más habitual.

Para las mentes más arriesgadas, cabe recordar que el nacionalismo vasco realizó acuerdos de gobierno con UPN. De tal modo, en el 83, el Euskadi Buru Batzar de Arzalluz acordó con UPN el Gobierno de Navarra. El PNV se abstendría ante la investidura del candidato de UPN; quitando la presidencia al PSN. Finalmente, los parlamentarios navarros del PNV no acataron las directrices nacionales de Bilbao y gobernó Urralburu. Pensar, hoy en día, en un acuerdo entre regionalistas y nacionalistas es algo propio de herejes, pero ya se produjo. También, como es conocido, ha habido gobiernos de coalición entre socialistas y regionalistas como el del 2011.

En definitiva, en la reciente historia política de Navarra ha habido de todo. Acuerdos entre socialistas y nacionalistas, acuerdos entre socialistas y regionalistas; incluso acuerdos entre nacionalistas y regionalistas. Por otro lado, han intervenido tanto las direcciones de Madrid, como las de Bilbao, en la determinación de los gobiernos forales.

Sintiéndolo mucho para aquellos que pretenden hacer historia y tiran del adanismo, lo que ocurra en estos momentos con el Gobierno de Navarra no será ninguna novedad. Ni supondrá la ruptura de los usos y costumbres de los navarros y navarras. Será una repetición del pasado, del ciclo de la historia. Con sus elementos novedosos, pero con la permanencia de lo tradicional.

La imaginación sociológica, la nueva percepción de lo ya vivido, recreará otro escenario. Otro relato, otros capítulos. Pero, en muchos aspectos, otras generaciones de políticos ya lo vivieron.

Eso sí, lo que todavía no se ha producido en la historia política de Navarra es la repetición electoral. Pero todo puede llegar porque siempre habrá un inicio.

Con demasiada frecuencia, se recurre a la historia como argumento de autoridad. Es un recurso dialéctico de doble filo. Por un lado, sirve para reafirmar la importancia de las tradiciones. La traición a la tradición es un delito de lesa patria. Pero por otro, la experiencia supone un lastre a soltar. Así, la innovación, el emprendimiento, son adornos mágicos que todo lo embellecen. En fin, la historia como peso o como liberación.

La realidad es distinta; las cosas son más habituales que extraordinarias. Lo cotidiano se impone a lo exótico. La historia es una imagen fabricada en el presente. En Navarra, estamos ante un contexto de búsqueda de acuerdos para un futuro gobierno. Algunos se empeñan en definir la situación como extraordinaria, inédita. Pero si hacemos uso de la memoria política nos daremos cuenta de lo cíclico de los hechos.