“No me vengas con estadísticas, que la realidad de los números es la que vivo en mi casa”. Elisa (nombre ficticio) acaba de cumplir los cuarenta, está casada, tiene dos hijas y un larguísimo historial laboral en el que la palabra “auxiliar” se repite como un mantra: ha sido auxiliar en una consulta de nutricionista, auxiliar de higiénico dental, auxiliar de administrativo y, ahora, auxiliar de limpieza.
Elisa no quiere identificarse con su nombre y apellidos por varias razones. Entre ellas, porque miente en su currículum: posee una diplomatura universitaria y otras titulaciones profesionales, pero siempre rebaja su nivel académico y señala la casilla de estudios básicos. Aprobó las oposiciones para auxiliar de limpieza de un organismo autónomo de la Administración y lleva siete meses cubriendo una baja de tres horas y cuarto al día. Cobra algo menos de 400 euros mensuales.
“¿Qué si voy a hacer huelga el día 8? Por supuesto. Estoy hasta los ovarios de todo esto”. Elisa tuvo a su primera hija muy joven. “Ahora dice que quiere estudiar para ser repostera. Y yo le veo tatuado en la frente un cartel que dice ‘auxiliar de cocina’. No puedo quedarme de brazos cruzados, no puede ser que mis hijas terminen como yo”, se queja. Le da la risa floja cuando se le pregunta por la efectividad de una huelga feminista para combatir la brecha de género. “Mira, parar no va a servir de nada, pero ir a trabajar va a servir todavía de menos. Así que le busco el puntillo optimista y digo, oye, hacer huelga me va a salir más barato que a mi marido”.
Brecha salarial del 28,4%
Los últimos estudios de UGT y CCOO de Navarra sobre la brecha de género contienen datos que ponen los pelos de punta. Por ejemplo, en tres años, la brecha entre el paro femenino y el masculino ha crecido de forma exponencial hasta ser la más alta de los últimos diez años. Según el informe de UGT “Luces y sombras del empleo en Navarra”, las mujeres cobran de media 8.164,2 euros menos que los hombres. La brecha salarial alcanza el 28,4% en Navarra.
Hablando en plata, es como si, frente a los hombres, las mujeres tuvieran que trabajar gratis 65 días al año. Las causas de esta desigualdad radican, entre otras razones, en la contratación. Mientras que más de la mitad de los contratos indefinidos que se firman los logran hombres, el 81% de los contratos con jornadas a tiempo parcial recaen en mujeres. El año pasado, el 96,6% de los permisos de maternidad/paternidad fueron solicitados por mujeres, el 93,7% de las excedencias solicitadas para el cuidado de los hijos se concedió a mujeres y el 85,1% de las excedencias para cuidar a familiares fue pedida también por mujeres.
“Claro que sí”, explica María Pilar Díaz de Cerio, administrativa en una empresa en la que trabaja con jornada reducida para cuidar a sus tres hijos. “No se trata de que los hombres no sean solidarios con la crianza, se trata de que, cuando haces cuentas, pierdes mucho más dinero si es el padre el que se ocupa de los hijos”, advierte. María Pilar y su marido son economistas, él trabaja en la división de Seguros de una entidad bancaria y gana mucho más que ella. “No voy a dar las cifras, porque ahora con mi jornada reducida me queda un sueldo bastante ridículo, pero sí te digo que antes de tener a los hijos mi marido ya ganaba por lo menos un 25% más que yo”, señala María Pilar.
Mira con interés un informe que detalla cómo las mujeres cobran en Navarra una pensión un 40% inferior a la de los hombres. “Pues sí, esto es lo que me espera, porque voy a pegarme los mejores años de mi vida laboral sin cotizar en condiciones”, lamenta. “¿Qué si voy a hacer huelga? No, no me lo he planteado. Ni siquiera lo hemos hablado entre las compañeras de la oficina”, reconoce. Y añade: “La huelga quedará muy bonita y muy solidaria en las noticias, miles de mujeres protestando contra la desigualdad. Pero, al día siguiente, todo seguirá igual. Si queremos revertir la situación necesitamos que se aprueben medidas estructurales, medidas que no sigan penalizando al empresario que contrata mujeres, medidas que de verdad compensen que una persona, me da igual si soy yo o mi marido, dedique su tiempo laboral a la crianza. Esto no se soluciona con una huelga”, concluye.