María Chivite tendrá que esperar al viernes para ser presidenta de Navarra
La Ley Orgánica de Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra establece que la candidata a presidenta de la comunidad debe obtener los votos de la mayoría absoluta del Parlamento para ser elegida en primera votación. María Chivite no cuenta con los 26 votos que marcan esa supremacía en la Cámara Foral, ya que tanto la coalición de derechas Navarra Suma, con 20 parlamentarios, como EH Bildu, con 7, votarán en contra de la socialista. A mediodía pronunciará su discurso ante el Parlamento, y por la tarde, antes de que a las 20:30 horas sus señorías voten en secreto, será el turno de respuesta de los grupos, de mayor a menor representación. Será el viernes, 24 horas después, como marca la ley, cuando cinco de los siete parlamentarios de EH Bildu se abstendrán para dar a la socialista la mayoría simple que la convierta en presidenta.
Además de los 11 votos socialistas, contará a su favor con los de Geroa Bai (9), Podemos (2) y el de Izquierda-Ezkerra, que serán sus socios de gobierno, aunque la coalición de izquierdas ha declinado formar parte del gobierno, que contará con consejeros del PSN, Geroa Bai y Podemos.
En un último intento de torpedear el acuerdo desde fuera de Navarra con el argumento de la 'razón de Estado', la portavoz parlamentaria del Grupo Popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, ha instado a dos de los barones socialistas menos proclives a apoyar los planes de María Chivite, Emiliano García-Page y Guillermo Fernández Vara, a que digan públicamente si ven “decente” que los socialistas navarros lleguen “al poder” en la Comunidad Foral gracias a Bildu. Sin embargo, el apoyo de Ferraz a los planes de los socialistas navarros es firme, gracias en buena parte a la labor de Santos Cerdán, secretario ejecutivo de Coordinación Territorial y persona de confianza del presidente del Gobierno.
El intento de un nuevo agostazo no es viable a estas alturas, aunque no eran pocos los que dudaban hace un mes de la capacidad del socialismo navarro de cumplir con la línea roja de no hablar, no pactar con EH Bildu y a la vez concitar el apoyo del nacionalismo moderado de Geroa Bai.
El agostazo de 2007 no fue sino la desautorización del PSN por parte de la dirección nacional del partido -en manos de José Luis Rodríguez Zapatero y José Blanco-, quienes censuraron un acuerdo deseado por su delegación navarra con Nafarroa Bai e IU. La cuestión de Estado se reveló fundamental, y los socialistas no se atrevieron a dar entrada a las instituciones navarras al nacionalismo vasco ante la campaña de la derecha que les acusaba de “vender” la Comunidad foral. Prácticamente un calco de la situación actual. El gran beneficiado de aquel esperpento fue Miguel Sanz (UPN), que logró la presidencia de la Comunidad foral por omisión de los socialistas.
María Chivite se traía la lección aprendida, y además de convencer a su militancia en Navarra –casi un 90% de los votos le han dado luz verde–, contaba con el citado Santos Cerdán en Madrid y con Geroa Bai en Navarra. Tal y como demostraron con su labor de búsqueda de acuerdos en el logrado in extremis en la Mesa del Parlamento, los de Uxue Barkos no solo han firmado un acuerdo de gobierno que consideran una continuación de las políticas progresistas del cuatripartito por ellos presidido, sino que su labor de puente entre la izquierda abertzale y los socialistas se ha revelado fundamental.
Uxue Barkos sabe que la evolución histórica del PSN ha basculado en función de las relaciones que ha mantenido con el nacionalismo vasco, o el vasquismo navarro quizá, y la derecha. Constituido en junio de 1982 como una escisión del Partido Socialista de Euskadi, el PSN ha gobernado navarra en tres ocasiones: con Gabriel Urralburu entre 1984 y 1991 en solitario; en 1995 y 1996, con Javier Otano gracias al pacto con el CDN –la escisión de UPN capitaneada por Juan Cruz Alli– y Eusko Alkartasuna; y en 2011 y 2012 con Roberto Jiménez como vicepresidente de Yolanda Barcina (UPN), hasta que la presidenta lo echó con cajas destempladas del Ejecutivo y, tampoco esa vez, el PSN se atrevió con una moción de censura contra los regionalistas.
El crucial apoyo de Geroa Bai
Así pues, el papel de Geroa Bai no podía ser otro que el de apoyar el pulso a la historia de los socialistas, y contribuir a convencer a la izquierda abertzale de que diera a María Chivite su necesaria abstención. Es una decisión política imprescindible para que Navarra cuente con un gobierno progresista y no tenga que repetir elecciones en otoño.
Las “diferencias éticas y políticas” que esgrimen los socialistas contra EH Bildu han sido uno de los principales escollos en la formación de gobierno, y necesitarán pactar políticas con la coalición abertzale durante la legislatura. Cosa que tanto el PSN como el resto de partidos del Parlamento de Navarra ya han hecho en muchas otras ocasiones, puesto que EH Bildu es un partido legal e integrado en la vida institucional de Navarra y el País Vasco.
El parlamentario de EH Bildu Adolfo Araiz ha pedido al PSN que no haga “una lectura errónea” de su decisión de abstenerse en la segunda votación, ya que tanto quienes han votado la abstención como quienes han votado por el 'no' rechazan rotundamente una política de exclusión que deberá cambiar en cuanto inicie su andadura el gobierno que encabezará María Chivite“, ha advertido.
Así pues, el Ejecutivo de María Chivite recibirá el aval parlamentario el viernes, pero nada más tomar posesión de su cargo la socialista deberá comenzar a trazar las estrategias que le permitan granjearse los apoyos que necesitará para gobernar. Además de sus socios, deberá convencer a dos coaliciones situadas en los dos extremos del arco parlamentario: Navarra Suma y EH Bildu.