Navarra incorpora a los líderes republicanos a su galería de retratos presidenciales

El Palacio de Navarra, construido a mediados del siglo XIX imitando el modelo de un palacio real -si bien nunca lo ha sido- y que ahora alberga la presidencia foral, guarda entre sus muros una importante colección artística entre la que se encuentran varios tapices del siglo XVII o un reloj inglés de carrillón de principios del siglo XIX. También contiene una importante galería de retratos reales entre los que destacan un Goya del rey Fernando III de Navarra -VII de Castilla-, por el que se pagaron 2.000 reales de vellón en 1812, o un Madrazo de María Isabel de Braganza, la segunda de las cuatro esposas que tuvo Fernando VII. En realidad, hay una serie completa de monarcas que acaba en quien debería ser Felipe VIII del viejo reino, Felipe VI de España, en la que está incluido Juan Carlos I, cuyo retrato si bien fue retirado el año pasado del Parlamento foral, permanece en la sede de las instituciones autonómicas.

Pero en cuanto a retratos se refiere, a una de las series que más importancia se le otorga, y de hecho se le reserva una sala del palacio, es a la de los presidentes y presidentas del Gobierno foral a lo largo de la historia. El último en ser colocado hasta esta pasada semana era el de la expresidenta Uxue Barkos, que durante la legislatura 2015-2019 lideró un cuatripartito conformado por Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra. En las paredes de esta sala también se encuentran los cuadros de su predecesora, la primera mujer al frente del Gobierno Navarra, la foralista Yolanda Barcina, o el primer presidente en democracia, Amadeo Marco Ilincheta. Se puede ver incluso el retrato de un presidente condenado por corrupción, el del socialista Gabriel Urralburu, que en 1988 fue condenado en 1998 dentro de la conocida como trama navarra del caso Roldán a once años de cárcel por el cobro de comisiones millonarias a empresas constructoras en la adjudicación de obras públicas, aunque en 2001 el Supremo redujo su pena a cuatro años de prisión o el de otro que dimitió al descubrirle el juez que tenía una cuenta bancaria en Suiza, Javier Otano.

Entre estos cuadros no se encontraba hasta ahora ninguno de los tres mandatarios forales durante el periodo de la II República. Durante este periodo, por la ley Paccionada de la Diputación Foral , que estuvo vigente desde 1841 hasta 1978 con la aprobación del Amejoramiento o Lorafna (Estatuto navarro), la presidencia de la institución correspondía al gobernador civil, si bien las funciones de mandatario eran ejercidas por los vicepresidentes de la Diputación. Es el caso de Constantino Salinas, Serafín Yanguas y Juan Pedro Arraiza, cuyos retratos han sido incluidos en la colección del salón de retratos del Palacio esta semana.

En un acto de “justicia y de memoria necesario”, el Gobierno de María Chivite ha añadido estos tres cuadros a la sala del Palacio reservada para los mandatarios forales. Para Chivite se trata de “una etapa histórica que merece ser conocida y tener su espacio institucional”. “No podemos olvidar a quienes defendieron la democracia y unos valores de compromiso social y cívico. A muchos les supusieron la vida o el exilio, o una exposición que conllevó después represalias”, ha explicado la jefa del Ejecutivo foral.

De esta forma, en el Salón de retratos del Palacio de Navarra ya cuelgan todos los rostros de quienes presidieron o vicepresidieron la Diputación Foral de Navarra, desde 1978 el Gobierno de Navarra, desde 1923 hasta la actualidad, a excepción del de Tomás Domínguez Arévalo, vicepresidente entre 1940 1949, que fue retirado en cumplimiento de la ley de Memoria Histórica por su papel en la dictadura franquista.

Los tres retratos de los mandatarios forales durante la II República están hechos a lápiz y carboncillo por artista pamplonesa afincada en Nueva York, Amaya Gurpide. Constantino Salinas Jaca (1866-1966) fue una de las más destacadas figuras de la izquierda y de socialismo navarros durante la II República. Serafín Yanguas Lagarda (1876-1960) fue uno de los promotores en 1904 del periódico El Demócrata Navarro, órgano escrito del partido liberal en Navarra y miembro del Partido Radical. Por último, Juan Pedro Arraiza Baleztena (1877-1966) fue integrante de una coalición católico-antiliberal con la que llegó a la Alcaldía de Pamplona y posteriormente, en 1936 firmó, como vicepresidente de Diputación, el escrito dirigido a la provincia en el que se reivindicaba la legitimidad de la sublevación militar.

elDiario.es/Navarra

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