El matrimonio político de conveniencia que, con vaivenes, concertaron hace lustros el Partido Popular y Unión del Pueblo Navarro se pondrá a prueba en las próximas semanas. Tras la ruptura de 2008 las derechas regionales se reagruparon en 2019 bajo la marca Navarra Suma, a la que se incorporó un Ciudadanos que tragó con las particularidades forales de la comunidad. El experimento fracasó en su intención de recuperar el poder, tras perderlo en 2015, y la paulatina desaparición del partido de Inés Arrimadas invita a las otras dos partes a no reeditarlo. Un aperitivo de lo que puede ocurrir. El terremoto que provocó el transfuguismo de los dos diputados nacionales de UPN, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, en la votación de la reforma laboral puede llevarse por delante la alianza.
La dirección de Alberto Núñez Feijóo ya trabaja en ese posible escenario. Sin dar la ruptura por hecha, el tándem que maneja los hilos internos del partido (el coordinador general, Elías Bendodo, y el vicesecretario de Organización Territorial, Miguel Tellado) valora en serio todos los escenarios. Y no descartan romper con UPN, según fuentes de la dirección del PP.
“Todo está abierto”, apuntan desde el número 13 de la madrileña calle Génova. Las mismas fuentes recuerdan que ya en 2008 se rompió la coalición a nivel autonómico después de que los diputados de UPN en el Congreso, enmarcados en el grupo del PP, se abstuvieran en la votación de los presupuestos del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Una abstención que no cambiaba el resultado global, y a la que los navarros tenían derecho por el acuerdo de la coalición, pero que levantó suspicacias entre ambos socios. Tanto, que terminó en una separación temporal de la convivencia que duró 11 años a nivel autonómico. En 2011, UPN ganó en solitario las autonómicas y pactó un Ejecutivo conjunto con el PSN, aunque duró un suspiro.
Ahora la suspicacia es a la inversa. En UPN tienen bastante claro que el PP participó en la maniobra secreta que estuvo a punto de liquidar la reforma laboral del Gobierno. Los dos diputados de UPN desobedecieron a la dirección de su partido y, sin avisar a nadie, votaron en contra, cuando la decisión de los órganos era la de abstenerse. El no de Sayas y Adanero (del que el presidente del partido, Javier Esparza, se enteró en plena votación a la vez que el resto de los españoles) hubiera tumbado una de las leyes de la legislatura fundamentales para el Gobierno. Hubiera sido un golpe durísimo. Pero el error del diputado del PP Alberto Casero, uno de los principales colaboradores del ya ex secretario general, Teodoro García Egea, permitió a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, y con ella al Ejecutivo de coalición, salvar el match.
El efecto dominó de aquel error de Casero alcanza ahora a las próximas elecciones autonómicas en Navarra. El fiasco en la estrategia de Sayas y Adanero les condujo a un proceso de expulsión de su partido. Recientemente, ambos han lanzado una plataforma política con la que están aglutinando apoyos y con la que están recorriendo el territorio para exponer un nuevo proyecto.
El éxito de público de la plataforma es notable. Y la incompatibilidad de los dos con su ya expartido, insalvable. Al menos de momento. El PP se tantea así las ropas y echa cuentas. A ello dedicará el verano el número tres del partido, Elías Bendodo, quien junto a Tellado deberá presentar un plan completo de candidaturas y alianzas políticas a la vuelta de las vacaciones de agosto de cara a las trascendentales municipales y autonómicas de 2023.
El PP debe elegir ya los candidatos en un buen puñado de comunidades autónomas y en cientos de municipios, con especial cuidado de las capitales de provincia y grandes poblaciones. El ciclo de 2019 supuso un tremendo batacazo electoral y, a poco que le salgan las cosas bien, Feijóo mejorará los datos de Casado. Pero, además, el PP contempla mayo como el golpe que hará tambalearse al Gobierno de coalición que comanda Pedro Sánchez y del que el líder de la oposición saldrá catapultado hacia la Moncloa, cabalgando crisis y conspiraciones.
“Reflexión interna” en UPN
Navarra, donde gobierna el PSOE, es uno de sus objetivos. No tanto, quizá, para gobernar una región cuya derecha hegemoniza UPN, y en la que nunca han obtenido buenos resultados en solitario. Pero el campo de juego ha cambiado. En Génova tienen que decidir si apuestan por reeditar la alianza con UPN o si, por el contrario, dan aire a la nueva plataforma de Sayas y Adanero y los incorporan a su lista de alguna forma. En la dirección del PP sostienen que su intención es reagrupar el espacio, pero a la vez asumen que, en caso de confirmarse el cisma, tendrá que elegir.
Además, un nuevo actor puede sumarse al reparto de diputados: Vox. El partido de Abascal no logró en 2019 entrar en el Parlamento de Navarra, pero no está escrito lo que puede ocurrir el año que viene. Y el PP, además de estar pendiente de lo que pasa con el PSOE, y con UPN en esta región, mira también de reojo la evolución de la ultraderecha, que en Andalucía vio cómo su apuesta por una vicepresidencia para Macarena Olona se estrelló con la mayoría absoluta de Juan Manuel Moreno.
UPN, por su parte, ha abierto un “proceso de reflexión interna” y será la militancia la que decida. La resolución se espera para la vuelta de las vacaciones, pero su presidente, Javier Esparza, muestra cada vez más dudas sobre su intención de dar continuidad al proyecto de Navarra Suma, que el PP da ya por amortizado.
Con Ciudadanos, UPN también ha tenido algún que otro encontronazo. El principal se produjo en marzo de 2021, cuando el partido de Arrimadas y el PSOE pactaron la fracasada moción de censura en Murcia. Numerosos cargos naranjas abandonaron la formación, entre ellos una de las tres senadoras de Navarra Suma, Ruth Goñi. La senadora no renunció al acta, lo que provocó una crisis interna entre los socios al reclamar UPN el escaño.
En la formación regionalista entienden, además, que el contexto político actual no es el mismo que el de 2019, cuando se intentó aglutinar a todo el voto de derecha en busca de una mayoría absoluta que permitiese a UPN recuperar la Presidencia de Navarra que cuatro años antes les había arrebatado el cuatripartito de Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra bajo el liderazgo de Uxue Barkos.
Pero la coalición no evitó que la socialista María Chivite accediera al Palacio foral merced a un acuerdo con Geroa Bai y Podemos, y ahora UPN valora una nueva estrategia en solitario.
Sayas y Adanero, con la presidenta del PP de Navarra
Con todo, Esparza ha dicho que tiene “pendiente” una reunión con Feijóo para valorar todas las opciones. Pero las señales que llegan no son buenas para la derecha navarra. Al presidente de UPN tampoco le ha gustado el ofrecimiento público de la presidenta del PP navarro, Ana Beltrán, a los dos diputados díscolos. Esparza, que ve en nuevo proyecto de Sayas y Adanero un intento de “atacar” a UPN, ha manifestado sus dudas sobre que Feijóo “quiera integrar bajo sus siglas a personas que han engañado a su partido y a todos los navarros”.
Sayas y Adanero, tentados no solo por el PP, presentaron su plataforma el pasado 14 de junio. La semana previa, Beltrán comía con ellos en el Congreso de los Diputados. El café se lo tomó con su exjefe, Teodoro García Egea, y con Alberto Casero. elDiario.es ha intentado, sin éxito, recoger la versión de Beltrán y de García Egea.
Adanero sí ha confirmado a este medio la comida con Beltrán, pero le resta importancia. “Fuimos a comer los tres, pero en ningún momento hablamos de este tema”, asegura al ser preguntado sobre si se planteó el escenario electoral de 2023. “Tan solo nos preguntó qué tal iba nuestra plataforma y ahí se acabó la cosa. Pura cortesía”, señala Adanero. El diputado navarro añade que ambos hablan con Beltrán “lo mismo que con Cuca [Gamarra, secretaria general del PP] o cualquier otro”. Y apunta otra cita que mantuvieron: “También cuando nos vieron con Espinosa de los Monteros nos preguntaron, pero nada.
“Hablamos, como podemos hablar con cualquiera. Pero cero de este tema. Nosotros estamos centrados en lo nuestro, en la plataforma”, zanja Adanero.
El puesto de Beltrán al frente del PP navarro pende de un hilo, en el mejor de los casos. Secretaria de Organización con Pablo Casado, fue una de las pocas personas de la dirección del expresidente del PP que se mantuvo fiel al líder hasta el último momento. Su papel en el partido que ahora dirige Alberto Núñez Feijóo no apunta a la primera línea. De hecho, a finales de junio el grupo parlamentario la sustituyó como titular de un puesto en la Diputación Permanente del Congreso.
En Génova ya le buscan relevo para después del verano. Será entonces cuando se pongan en marcha los congresos autonómicos en Asturias, La Rioja y Cantabria, además de Navarra. A Feijóo solo le interesan los resultados electorales, como dijo él mismo en un reciente coloquio organizado por La Razón para justificar que el PP cuente con perfiles aparentemente tan diferentes como los de Juan Manuel Moreno e Isabel Díaz Ayuso.
“Tenemos una serie de reglas”, dijo el presidente del PP. “Es muy importante ganar. Si un candidato gana, tiene el respaldo. Si pierde, el candidato tiene un problema. Y el partido también”, zanjó. Toda una declaración de intenciones para los barones, cuya candidatura depende en exclusiva de la dirección nacional, según los estatutos del partido.