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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Rodrigo Saiz

21 de febrero de 2021 21:15 h

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Por 3,6 millones de euros uno puede comprarse en Pamplona un lujoso chalé construido en 1928 de 1.200 metros cuadrados útiles, 5 plantas, 10 habitaciones, 6 baños, capilla, piscina y, aunque no se reseña en el portal inmobiliario en el que se anuncia la vivienda, una puerta barroca de 1752 que hasta mediados del siglo pasado se encontraba en el Ayuntamiento de la capital navarra; ahora, sirve de entrada de Villa Adriana, nombre que recibe la propiedad. La finca pertenece a la familia Huarte, famosa en Pamplona por Félix Huarte, destacado empresario y político navarro, dueño de la constructora Huarte y Compañía S.L y uno de los principales contratistas del franquismo. Entre los encargos que realizó para el dictador, destaca su participación en la construcción del Valle de los Caídos.

Que esa puerta estaba situada previamente en el Ayuntamiento se sabe porque un sillar de la propia entrada de la mansión así lo recoge: “Puerta que perteneció al edificio Ayuntamiento de esta ciudad, construida en 1752 y restaurada en esta villa el año 1952”, y se ha descubierto ahora, casi 70 años después, gracias a la investigación de Pedro Romeo, un ciudadano de Pamplona que ha llevado el caso al pleno municipal. La corporación ha aprobado con los votos a favor de EH Bildu, PSN y Geroa Bai y el único voto en contra de Navarra Suma (UPN, PP Y Ciudadanos) que se investigue con “carácter urgente” cómo llegó la puerta del consistorio a la Villa Adriana de los Huarte y si la familia propietaria dispone de un título habilitante suficiente “para la lícita posesión del arco de piedra que perteneció al edificio barroco del Ayuntamiento de la ciudad”. En caso de que no sea así, la mayoría municipal también ha acordado iniciar los trámites para recuperar el elemento arquitectónico y colocarlo en un lugar visible de la ciudad.

En una conversación con elDiario.es, Pedro cuenta que fue de niño cuando descubrió la leyenda grabada sobre uno de los sillares de la fachada, si bien, pese a que recordaba más o menos la zona donde la había visto, no recordaba bien su localización exacta. Fue hace unos meses cuando, de camino a una clínica médica que hay por la zona, pasó por delante de la villa y la reconoció. Tras examinarla al detalle de nuevo y tomar algunas fotografías, Pedro acudió al Archivo Municipal de Pamplona para intentar encontrar algunas respuestas a las numerosas preguntas que se le habían venido a la mente. ¿Esa puerta estuvo realmente en el edificio consistorial? De ser así, ¿cómo ha terminado en esa mansión? ¿Hay documentos que declaren legítimos propietarios de la puerta a los dueños de la villa?

Construcción del nuevo edificio en 1952

La documentación que se le facilitó desde el Archivo es la correspondiente a las obras que se hicieron en el Ayuntamiento en 1952 para renovar el edificio, que hasta esa fecha mantenía el diseño barroco de 1752. Para esas obras el Ayuntamiento convocó un concurso para diseñar el nuevo edificio, que lo ganaron los hermanos arquitectos José María y Francisco Javier Yarnoz Orcoyen. La adjudicación de las obras, tanto de derribo como de construcción del nuevo edificio, recayó en Huarte y Compañía S.L, como así recoge un documento municipal de 1952. El plan original incluía derribar todo el edificio barroco y solo conservar la fachada principal, la que da a la plaza consistorial y desde donde se lanza el chupinazo cada 6 de julio. Sin embargo, Pedro pudo consultar en el Archivo un documento municipal en el que se cita a José Yarnoz Larrosa, padre de los dos arquitectos de la reforma, y arquitecto muy reconocido en la época a nivel estatal, que entre otros proyectos diseñó la ampliación del Banco de España en Madrid, la reforma del Castillo de Olite o la fachada del la Diputación Foral de Navarra de la Avenida de Carlos III. En el escrito Yarnoz Larrosa menciona que hay una puerta en la fachada del inmueble que da a la calle Santo Domingo correspondiente al Archivo Municipal y que sería conveniente conservarla y no derruirla con el resto de la fachada “para llevarla al edificio de Museos Provinciales, instalándola en la parte interior del patio correspondiente a la capilla del antiguo hospital, con lo que indudablemente se mantendría un elemento de recuerdo histórico municipal y ganaría el edificio de archivos”.

Es el propio Yarnoz Larrosa, por tanto, el que indica que esa puerta se encontraba en la fachada de Santo Domingo, dejando claro y por escrito que la quiere salvar por su interés histórico y artístico. Y en parte sus deseos se cumplieron. Como se puede apreciar en varias imágenes de las obras que se realizaron en 1952, en el momento del derrumbe del edificio barroco se conservaron tanto la fachada principal como la puerta de Santo Domingo. Se puede apreciar cómo, además de la puerta metálica, con la ayuda de una grúa se pudo conservar también el arco de piedra, que también se conserva ahora en Villa Adriana. Tal y como señalaba Yarnoz en su escrito, el edificio de Museos Provinciales se debería entender con el contratista (Félix Huarte) “a través de la Institución Príncipe de Viana” para, una vez desmontada, que la puerta y el arco fueran llevadas al museo. Pedro Romeo, quien ha investigado la historia de la puerta en el Archivo Municipal, destaca que él no ha encontrado ningún documento del Ayuntamiento en el que se pidiera salvar la puerta de Santo Domingo, aunque las imágenes dejan claro el interés que había en no derribar la puerta.

Del Ayuntamiento a la mansión de los Huarte

Lo que también está claro es que la puerta nunca llegó al Museo de Navarra, y todas las pruebas indican que la puerta es la misma que a día de hoy sirve de entrada en la mansión de los Huarte. La leyenda grabada en uno de los sillares, las fotos de la calle Santo Domingo en las que se ve que la puerta no se ha derribado con el resto de la fachada, los documentos de Yarnoz y, por último, una fotografía del interior del Ayuntamiento durante la reforma, donde se puede apreciar la verja apoyada en una esquina. Se trata de la misma verja que la de Villa Adriana.

Además, en la Institución Príncipe de Viana, la que debería haber coordinado el traslado de la puerta al Museo de Navarra, aseguran que no hubo “ninguna gestión ni consulta respecto del edificio barroco del Ayuntamiento en los años 1951, 1952 y 1953” y según las consultas realizadas por Pedro Romeo en el Archivo Municipal, tampoco existen documentos de venta, donación o cesión de la puerta por parte del Consistorio a la familia Huarte.

El único argumento que se ha encontrado con el que la familia de uno de los constructores del Valle de los Caídos podría justificar la posesión de la puerta barroca es el artículo 39 del pliego de condiciones del proyecto para la reforma del Ayuntamiento de Pamplona. En el documento, al que ha tenido acceso este periódico, se indica que “todos los materiales del derribo quedarán de propiedad del contratista”. Sin embargo, fuentes jurídicas consultadas señalan que ese artículo, que suele estar recogido en los pliegos de condiciones de cualquier reforma, hace referencia a “materiales que no tienen valor, como ladrillos o vigas que se puedan reutilizar luego”, y en ningún caso a un elemento arquitectónico como puede ser una puerta completa con un arco de piedra incluido que las imágenes demuestran que se retiró con cuidado y sin ser considerada material de derribo.

Ahora será Patrimonio quien deberá investigar y hacer un informe en el que aclare si la familia Huarte es legítima propietaria de la puerta barroca de 1752 o por el contrario continúa perteneciendo al Ayuntamiento de Pamplona, que tendrá que encontrarle una nueva ubicación. Entre las propuestas, el propio Pedro Romeo plantea colocarla en la entrada posterior al edificio del Ayuntamiento, en la Plaza de Santiago, “adosado, por el exterior, al actual arco central de entrada”.