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“Los sindicatos de prostitutas no son una buena idea porque no es un trabajo, sino explotación”

Médicos del Mundo lleva 25 años trabajando con mujeres prostituidas o en situación de prostitución en España. Su cercanía con las víctimas de las mafias de trata y explotación sexual, y la confianza que genera una relación tan larga, les ha permitido no solo hacer un acopio de datos que clarifica muchos aspectos del debate generado por el amago de legalización del sindicato Otras, sino también conocerlas profundamente. “A veces nos acusan de hablar por ellas, pero yo contesto que hablamos con ellas”, apunta Yolanda Rodríguez, presidenta de la ONG en Navarra. Según sus datos, el de la prostitución es un negocio que mueve 5 millones de euros al día solo en España. “Muchísimo dinero, y muchísimas personas, unas 40.000 en todo el Estado”. La portavoz explica los porqués de su posicionamiento contrario a cualquier atisbo de legalización, y también por qué no se considera ni una moralista, ni una neopuritana, como le dicen a veces en las redes sociales.

-¿Por qué los sindicatos de prostitutas no son una buena idea?

-Desde Médicos del Mundo llevamos 25 años trabajando con mujeres en situación de prostitución y desde el inicio consideramos que la prostitución no puede ser considerada un trabajo, sino explotación. Y no lo es por las consecuencias tremendas que tiene en la salud de las personas. Consecuencias físicas y psicológicas: estrés postraumático, síndrome de disociación… ellas, además, en el diagnóstico hablan de trabajo, pero también dicen que quieren un trabajo normal. Contamos con muchos testimonios de mujeres que salieron de ese mundo y todas nos refieren lo mismo. Entonces, como no es un trabajo, las mujeres explotadas no pueden sindicarse. Además, el problema ahora son los pisos donde se ejerce, más difíciles de intervenir que los prostíbulos. Es un mundo que se está volviendo más peligroso, con más explotación.

-Defienden enfocar el problema en los proxenetas y la demanda, no en la oferta.

-Eso es. Los grandes eventos, donde se concentra mucha gente, atraen la oferta, porque hay más demanda. Fiestas populares, mundiales de fútbol, olimpiadas… el que no ve la relación es porque no quiere. Oferta y demanda. El debate se ha centrado en las mujeres prostituidas, y nos parece un error. Lo llevamos diciendo muchos años. Tenemos que mirar hacia los proxenetas y los clientes, los prostituyentes. Ellos mantienen con su demanda que este mercado exista. Al centrar el foco en las mujeres, consiguen dividir a las feministas. Y todas hablamos de lo mismo, pero con matices.

-Las defensoras del sindicato lo argumentan como algo necesario para proteger los derechos de las prostitutas.

-Las abolicionistas no somos antiderechos. Nosotras también defendemos el todos los derechos para todas las personas. Pero esos derechos tienen que estar fuera de un sistema de explotación, no puedes conceder derechos en un entorno de explotación porque normalizas la situación. La esclavitud también fue legal, lo que no significa que fuera justa. O en Bangladesh y otros países hay niños explotados en fábricas textiles. ¿Hacemos un sindicato de niños trabajadores para protegerles? Tenemos que trabajar para erradicar la explotación, no para normalizarla. Y se puede erradicar.

-Es la postura que finalmente ha adoptado el Gobierno. Pero resulta que sí existe una representación patronal

-Sí, lo que hay es un vacío legal muy dañino. Las políticas deben plantearse de manera conjunta. No basta con no permitir un sindicato. Los empresarios del sexo se autodenominan así, pero en realidad son proxenetas. Se llaman Anela, y no solo tienen mucho dinero, sino contactos políticos de alto nivel. Es una de las mayores industrias en un país como España, de destino turístico-sexual. Si vamos detrás de la ruta del dinero, llegaremos a la realidad de la prostitución. En Alemania, que es un país donde la prostitución está legalizada, se puede comprobar fácilmente. Pero si les llamamos empresarios de la noche o con cualquier otro eufemismo, pueden hacer una patronal, sí.

-Pero las diferencias van más allá de la terminología. Algunas asambleas de Podemos ha defendido por ejemplo al sindicato, la izquierda está dividida respecto a cómo abordar el problema.

-El derecho a sindicarse no se le puede negar a nadie. Lo que decimos es que no existe el derecho a sindicarse en una actividad que no es un trabajo, sino que es explotación. No solo se trata de impedir la inscripción de un sindicato, tiene que ir acompañado de otras medidas que por ejemplo en el programa del PSOE aparecen. No nos podemos quedar ahí, tenemos que avanzar en los derechos de las mujeres prostituidas. Tienen que trabajar en la línea que anunció la vicepresidenta y ministra de Igualdad en la investidura: no podemos permitir que esto esté pasando. Es lo que exigimos las feministas, que cumplan su programa y doten de derechos a estas mujeres.

-La situación de minoría parlamentaria del Gobierno puede complicar las cosas.

-Ley contra la trata es fundamental. Hasta ahora tenemos un segundo Plan Integral contra la Trata, que no tiene categoría de ley. Lo fundamental es legislar. Y el PSOE ha dicho claramente que es abolicionista. Insisto en que la prostitución necesita de la trata, por lo que no me vale la falacia de la libertad individual. Pediría a las que piensan así que hablen con prostitutas y a ver si les dicen que hacen eso por una elección individual libre o qué les ha empujado a eso.

-El Parlamento de Navarra ya equiparó la prostitución con la violencia sexual.., ¿es ese el camino?equiparó la prostitución con la violencia sexual..

-Sí, y dotar a las mujeres prostituidas de derechos exactamente igual que al resto de la ciudadanía. Como explica el programa abolicionista nórdico, se trata de ayudarles en temas laborales, educativos, formación, vivienda… los derechos que tenemos o que deberíamos tener el resto. Es tan sencillo, y tan complicado, como eso.

-Ha hablado del modelo de legalización alemán, y del modelo abolicionista nórdico. ¿Qué los diferencia?modelo abolicionista nórdico

-Sí, y habría un tercero, el de Nueva Zelanda. Que es el que proponen desde el sindicato Otras, que para mí es todavía muchísimo peor. El modelo nórdico, el modelo abolicionista sueco, data del año 1999. Logró la Ley de Paz para las Mujeres y no incluye solo la prostitución, sino todas las violencias contra la mujer. Nunca, jamás de los jamases, se trata de criminalizar a las prostitutas, ni prohibir. Prohibir es lo que vemos en las películas norteamericanas cuando detienen a una mujer y la acusan de ejercer la prostitución. Algunos estados de EEUU son prohibicionistas. Abolir no es criminalizar ni perseguir, no marcar más su estigma. Es poner el foco en el proxeneta y en la demanda. Francia aprobó también una ley abolicionista en 2016. Se trabaja también con los hombres que demandan prostitución: se les multa o impone trabajos para la comunidad, tienen cursos con mujeres exprostituidas que les cuentan lo que piensan de ellos… un trabajo formativo y pedagógico. Y si esa demanda es de menores, cárcel. Y también desarticular las redes de proxenetismo. Ni patronal, ni limbos legales. Todo el dinero recogido con multas se dedica a la reinserción de las mujeres prostituidas. El modelo abolicionista existe, y funciona. No tiene nada que ver con la moral, no somos neopuritanas como nos acusan a veces.

-¿Y la legalización alemana?

-Alemania es el modelo reglamentarista o legalista. En marcha desde el año 2003, considera la prostitución un trabajo. Alemania ahora mismo es un gran burdel. En las guías turísticas se anuncian los burdeles como visita… es lo que ocurre en el barrio rojo de Ámsterdam también. Son modelos que fomentan la trata, porque no incluyen a las sinpapeles. Y en Alemania existe la posibilidad de que te lo ofrezcan como trabajo si estás en paro. Ahora hay un fuerte movimiento abolicionista en el país, porque ven que su modelo no funciona. Nadie quiere que en su currículum ponga que ha sido prostituta si busca otro trabajo. Han creado un infierno en la tierra.

-Como dice, a las abolicionistas les acusan de ser moralistas, neopuritanas, de tratar de imponer sus valores al resto en detrimento de la libertad.

-La libertad no existe para la mayoría de las prostitutas. Estamos hablando de la libertad de la gente, pero quien solo tiene aspiraciones individuales jamás entenderá una lucha colectiva. Claro que tienen derecho a prostituirse, o a alquilar su vientre… si quieren. ¿Pero cómo afecta eso al resto de las personas? ¿Cómo afecta a todas las mujeres el hecho de que los hombres piensen que tienen acceso a nuestros cuerpos previo pago? Esgrimir la libertad para justificar la explotación me parece una locura.